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Fundamentación De La Secuencia Formativa


Enviado por   •  2 de Mayo de 2013  •  1.800 Palabras (8 Páginas)  •  1.054 Visitas

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Una secuencia formativa para facilitar el proceso de aprendizaje

Artur Parcerisa Aran

Como hicimos en los números 127 (fase inicial de la secuencia formativa) y 136 (fase de cierre) de esta misma revista, abordamos de nuevo el tratamiento de la secuencia formativa, entendida como una manera de mirar, analizar y planificar la práctica docente, que facilita los procesos de reflexión individual y en equipo sobre cómo mejorar esta práctica. En este caso, cerrando el ciclo de artículos dedicados a tratar este tema, nos centramos en la fase de desarrollo, aquella en la que se van trabajando los distintos contenidos de aprendizaje.

Mirar el proceso educativo desde una perspectiva de secuencia facilita tener una visión global, con su complejidad, de este proceso, a la vez que permite analizar cada una de las fases clave del proceso de aprendizaje. Cualquier profesor o profesora puede pensar en su acción docente en términos de secuencia, considerando tres momentos con características y necesidades propias: fase inicial, fase de desarrollo y fase de síntesis. Según la fase de la secuencia para la que se piensen las actividades y tareas, y el conjunto de decisiones metodológicas, organizativas y de evaluación, tendrán funciones distintas.

En la fase inicial de la secuencia debemos preocuparnos sobre cómo iniciar el tema, la unidad didáctica, la asignatura, etc., y sobre cómo realizar una evaluación inicial que sirva al profesorado para diagnosticar y pronosticar de cara a la siguiente fase, la de desarrollo. La fase de cierre es la de síntesis, la de evaluación: debe servir para que el profesorado conozca el estado de la cuestión del aprendizaje al final del proceso y para que el alumnado interrelacione lo que ha ido trabajando a lo largo de la fase de desarrollo, sea capaz de destacar las ideas clave y tenga conciencia de qué ha aprendido y de qué le resta por aprender y, por lo tanto, de qué deberá tener en cuenta para sucesivas secuencias formativas.

Si entendemos la acción educativa como un proceso, como una construcción de conocimientos (de todo tipo: conceptuales, procedimentales, actitudinales) que se va realizando paso a paso, en ocasiones avanzando más rápidamente, en otras ocasiones solventando dificultades y obstáculos, cada paso que se da en esta construcción se apoya en los anteriores y se complementará en los posteriores. En esta concepción, cada una de las fases de la secuencia formativa tiene relevancia por sí misma pero también en relación con las otras. Estas fases son de duración variable y cíclicas y, en ocasiones, sus límites son poco precisos, pero tenerlas en cuenta facilita el análisis y la reflexión sobre el hecho educativo.

Para avanzar en el proceso de aprendizaje se requiere que el alumnado ponga en juego elementos que le faciliten este progreso. El profesorado tiene una función clave: diseñar y llevar a la práctica el dispositivo didáctico que facilite que se den elementos facilitadores del proceso de aprendizaje, en cada una de las tres fases de la secuencia. La función del profesorado es la de ayudar a crear un entorno, un ambiente, favorecedor de los procesos de construcción de aprendizajes.

Limitarnos a dividir el proceso de enseñanza-aprendizaje en tres fases o momentos clave, por sí solo, no aporta nada. Pensar en estos tres momentos debe comportar preguntarnos y analizar cuáles son las funciones y qué se requiere en cada fase. Este cuestionamiento y análisis es muy importante hacerlo desde una doble perspectiva: desde la del profesorado pero también, y simultáneamente, desde la del alumnado.

En cada fase de la secuencia formativa, el profesorado necesita plantearse cuáles son sus necesidades (para ayudar mejor al proceso de aprendizaje del alumnado). Éste también tiene necesidades, requiere de elementos que le ayuden a progresar en su proceso de aprendizaje: hay que pensar en las actividades y en otras decisiones de la secuencia, tanto desde la perspectiva de las funciones de estas actividades para el profesorado como para el alumnado. Hay que planificar y analizar la secuencia formativa siempre desde la doble perspectiva de quién tiene la función de enseñar y de quién tiene la de aprender.

Esta segunda mirada suele resultarnos más difícil porque supone situarse en el punto de vista del alumnado y no siempre es fácil. Tampoco ayuda la presión que en ocasiones hace avanzar a un ritmo -¡hay que terminar los programas!- que marca el profesor o la profesora, en lugar del ritmo que puede seguir cada alumno y alumna. Lo cierto es que la perspectiva de la enseñanza sólo es una de las dos caras de la moneda y olvidarnos del reverso es perder de vista que lo realmente importante debe ser que el alumnado -cada alumno y cada alumna- progrese en su aprendizaje.

La fase de desarrollo: regulación y autorregulación

En este número de Aula presentamos una serie de artículos que recogen reflexiones y experiencias que focalizan la atención en la fase central de la secuencia formativa, que podemos denominar fase de desarrollo.

Ésta es la más larga de la secuencia y en ella se desarrollan actividades -incluidas las actividades para la evaluación-, que pretenden ayudar a la construcción de aprendizaje. Para que esta construcción se vea facilitada, en esta fase hay que prever estrategias que ayuden a dotar a los contenidos de sentido para quien aprende: actividades de interrogación y cuestionamiento, de reflexión, de aplicación, etc.

Pero con ello -aun siendo mucho- no basta. Las actividades, y en general el ambiente de aula, tienen que ayudar también al desarrollo de la capacidad de autonomía del alumnado, ya que el aprendizaje necesariamente debe ir ligado al desarrollo de la capacidad para ser cada vez más autónomo, más capaz de tomar decisiones propias, sólidas y argumentadas sobre el propio proceso de aprender: actividades de autorregulación.

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