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Petroglifos de El Encanto, herencia del pueblo Andakí

12385967416 de Octubre de 2014

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Hace referencia a los acontecimientos que han marcado el devenir histórico del municipio colombiano de Florencia, capital del departamento de Caquetá. Esta ciudad, la más importante del suroriente colombiano, en 2002 completó ya cien años de fundación. Fue bautizada el 25 de diciembre de 1902 por el fraile capuchino, Padre Doroteo de Pupiales (1876-1959).

Índice [ocultar]

1 Época precolombina

2 Conquista y período colonial

2.1 Exploración del territorio

2.2 Primeros poblados

3 Época republicana

3.1 Orígenes: Misioneros y Caucheros

3.2 Fundación oficial

3.3 Nuevo trazado

3.4 Erección en municipio

3.5 Décadas de 1920-1950

3.6 Segunda mitad del Siglo XX

3.7 Años recientes

4 Véase también

5 Referencias

Época precolombina[editar]

Petroglifos de El Encanto, herencia del pueblo Andakí.

Antes de la conquista española, las tierras del municipio de Florencia fueron ocupadas por numerosos grupos indígenas, muchos de los cuales subsisten hoy en día. Dentro de ellos se destacan los Andakíes, los Huitotos y los Coreguajes, quienes tradicionalmente han habitado las orillas del río Orteguaza. Parte de su legado cultural está representado por los petroglifos, los cuales están ubicados principalmente en el sitio conocido como El Encanto, en la salida de la ciudad hacia el Municipio de Morelia. Estas representaciones lacustres pasaron desapercibidas bajo una capa de tierra y reaparecieron a la vista pública en 1962, a raíz de una creciente del río Hacha.1

El historiador e investigador colombo-ucraniano Juan Friede, en el libro Los Andakí,2 inició profesionalmente el estudio de las tribus indígenas del oriente colombiano, especialmente de las del Huila, Caquetá y Putumayo. Los Andakí fueron un pueblo que se ubicó sobre las laderas del río Hacha, que pasa por Florencia. La leyenda sobre su origen decía que la flor del borrachero fue fecundada por el yajé, para así convertirse en el Sol. Este es el pueblo que aprendió los secretos de este mágico bebedizo, y a quienes las tribus de la región reconocieron como verdaderos maestros y sabios de la naturaleza.

Celosos de su territorio, conformaron primero la liga de resistencia indígena Pijao, para sublevarse en 1721, junto con los indígenas del Putumayo, contra los colonos, especialmente contra las misiones de los doctrineros franciscanos. Conocedores de la importancia del sitio que comunica la selva con los Andes, ejercieron también una resistencia pacífica frente al intercambio comercial tan importante para las dos regiones, así como con el empleo de sus saberes chamánicos y de curandería para detener el avance de los invasores.3

Conquista y período colonial[editar]

Exploración del territorio[editar]

Florencia es el epítome de la colonización. Los colonos han sido el sustrato de su génesis y de su desarrollo. Desde los tiempos en que la codicia arrastraba al europeo tras la búsqueda del metal sagrado, llegó el alemán Georg Hohermuth, conocido por los españoles como Jorge de Espira, buscando El Dorado, siguiendo la ruta que lo llevó de La Uribe (Meta), a Florencia, hasta los límites con el Cauca. Enfrentando los rigores del clima, pobres, desnudos y hambrientos, asediados por los indígenas Choques, él y sus cuatrocientos hombres vagaron por la región desde 1534 a 1539, año en que regresan a El Coro (Venezuela), poco menos de cien hombres de los que habían partido, en donde conoció su destitución como Gobernador de dicha ciudad, quizá debido a su reconocida crueldad para con los nativos americanos.

A Espira le siguió el hermano del adelantado Gonzalo Jiménez de Quesada, Hernán Pérez de Quesada, encargado del gobierno de Santafé. Le encomendó nuevamente a Gonzalo Suárez Rendón, con el propósito de seguir buscando el anhelado Dorado, que tanto desvelaba al fundador de Bogotá; salió de ésta en 1541, con 270 españoles, más de cinco mil indígenas muiscas y unos 200 caballos, constituyéndose en una de las empresas más numerosas hasta entonces llevadas a cabo. Enfrentados también al clima, a la defensa de sus territorios por parte de los indígenas, Macos, Guaipis y Chiras, que dieron al traste la expedición de Espira, no hicieron sino alentarlos para que avanzaran por la selva hasta prácticamente perderlos. Éstos llegaron al País de la Canela, en la región que denominaron Sacramento; de ahí, por el río Orteguaza, hasta llegar a la Fragua, donde pudieron acampar un tiempo; en esta zona fueron perseguidos y atacados por los indómitos Andakíes, célebre nación guerrera. Finalmente llegaron al río Caquetá, para dirigirse de ahí a Sibundoy y salir finalmente a San Juan de Pasto. En año y medio de recorrido perdieron la vida más de 4000 indígenas, 80 españoles y 110 caballos. A Santafé retornaron en 1543, donde prácticamente los creían muertos. Procedentes de Quito, con Pedro de Ursúa y Gonzalo Díaz de Pineda, inician también la exploración de los territorios del oriente andino.4

Primeros poblados[editar]

La primera exploración al territorio de lo que hoy es Florencia ocurrió en 1542 por parte del español Hernán Pérez de Quesada. Posteriormente se presentaron múltiples incursiones efectuadas por los mismos conquistadores españoles, misioneros católicos, comerciantes portugueses, criollos y negros que escapaban del sistema esclavista. Estos visitantes pretendieron de diversas formas establecerse y colonizar la región, fundando a su paso poblados transitorios, que desde 1728 recibieron varias denominaciones y hoy son inexistentes debido a la hostilidad del medio.

A mediados del siglo XVIII, la provincia del gran Caquetá, fue el escenario de «gentes baldías» —sin identidad— como lo afirmaba el fraile franciscano Martín de Montalbán. Algunos de estos indígenas fueron organizados en aldeas y desde aquella época aparecieron poblados como Andaquíes del Hacha, San José del Bodoquero, San Antonio del Caquetá, San Francisco Solano, Santa María del Caquetá, el Pescado de los Andaquíes y otros, durante la conquista y la colonización española.

Sin embargo, fueron las misiones franciscanas las que iniciaron el poblado hispánico. Un informe misional de 1773 reconoce la presencia de un reducido poblado andakí, y en 1778, a unos 15 km de la ubicación actual de Florencia, se funda un pequeño poblado que se llamó Canelos —en mención quizá al célebre País de la Canela—, pero tras dos intentos fallidos, ante los ataques indígenas, la fundación se abandonó. A finales del siglo XVIII nuevamente los religiosos intentan fundarla con el nombre de Pueblo Andakí de Río Hacha, pero fue abandonada en 1801.5 Hacia 1847 en un mapa de Colombia aparece un pueblo «Hacha» sobre el río homónimo que bordea la ciudad.1

Época republicana[editar]

Biblioteca de la sucursal del Banco de la República en Florencia.

Orígenes: Misioneros y Caucheros[editar]

Durante el periodo comprendido entre 1854 y 1868, se había presentando el coloniaje fruto del cultivo de la quina, finalizando con la caída en sus precios en 1881. En 1894 se inicia quizá una de las gestas que llevaron más dolor y miseria que ninguna otra, la época de los caucheros, resumida fantásticamente por José Eustasio Rivera en la gran novela de la selva, La Vorágine.

Procedentes de Antioquia, iniciaron su empresa cauchera los hermanos Gutiérrez, en asocio con Pedro Antonio Pizarro, exactamente en la hacienda La Perdiz, situada en el centro del casco urbano de la actual Florencia. Sin embargo, ya había asentamiento de colonos en la zona, especialmente las familias de Juan Urbano, Cenón Mavesoy y Juan Ventura Cuellar. Los caucheros colombianos ya mencionados, además de los Pérez, Larrañaga, entre otros, iniciaron tratos con los peruanos, especialmente con la consabida Casa Arana, verdadera representante de una explotación laboral cercana al esclavismo, y que serviría luego a Rivera para denunciar los atropellos en forma novelada, pero que en el trasfondo revela una situación social que marcó por muchos años el derrotero de esta importante región del país, conocida entonces como El Paraíso del Diablo.6

La Perdiz se alzaba como un asentamiento humano de mucha importancia, considerando que desde 1897 don Pedro Antonio Pizarro y otros colonos habían establecido desmontes en las márgenes de la quebrada la Perdiz, mientras los hombres llegados como consecuencia de la «colonización antioqueña» se habían dedicado al comercio; actividad que realizaban a través de una trocha abierta por Pizarro, que servía de medio de comunicación con la ciudad de Neiva, principal centro comprador de caucho y vía obligada hacia el interior del país.

Casa Valencia. Construida en los años 50.

La Perdiz alcanzó una importante prosperidad comercial; así el 17 de mayo de 1899 varios comerciantes legalizaron en Garzón una empresa comercial que constituye el primer paso firme dentro del proceso de organización social y administrativa de este lugar. La sociedad se denominaba Pizarro – Gutiérrez y Cía; con domicilio principal en la población de Guadalupe, perteneciente para ese entonces al Departamento del Tolima.

Así constituida la empresa, La Perdiz se convierte en el epicentro de la actividad cauchera y económica de la región. A los pocos meses de funcionamiento, la empresa logró una nueva organización, inyectó más capital e invitó a nuevos socios, llegando así el ciudadano estadounidense William Boshell, quien a su vez encargó como alto empleado

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