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Enviado por vanesanoelia • 5 de Octubre de 2011 • 1.136 Palabras (5 Páginas) • 667 Visitas
ATUCHA II: El tamaño del disparate
Noticia - 26 febrero, 2008
Greenpeace denuncia que el proyecto del gobierno de finalizar Atucha II es caro, tecnológicamente obsoleto e implica un alto riesgo.
En las actuales conversaciones bilaterales con Brasil aparece una posible “cooperación nuclear” que incluye transferencia de tecnología en materia de uranio enriquecido y apoyos mutuos para la construcción de plantas atómicas. En ese marco vuelve a aparecer Atucha II como eterno pasivo que nadie se atreve a enterrar. Una recurrente idea fija en todas las administraciones nacionales desde 1984 hasta hoy. Desde entonces, cada nuevo gobierno hizo, a su modo, sus propias promesas al tiempo que se disponían nuevos gastos en el sector, otorgándole a Atucha II y al sector nuclear, una condición de actividad “estratégica” de Estado que, sin más argumentos que este, convalida cualquier decisión e inhibe todo tipo de debate.
Como sociedad podemos discutir, y así se lo hace, desde las condiciones de funcionamiento de una refinería de petróleo a una planta de celulosa o la construcción de un gasoducto. Ahora, pretender discutir la racionalidad de continuar con Atucha II supone la difícil tarea de perforar un blindaje conformado por conceptos tales como “proyecto emblemático”, “sensible y de carácter estratégico” y otros similares. Esta asociación de Atucha II con una cuestión de alta sensibilidad en materia política y estratégica ha prendido en la inmensa mayoría de la dirigencia política nacional. Lo nuclear, lamentablemente, sigue generando una dosis de fascinación en la dirigencia política que permite adoptar las decisiones más disparatadas en términos económicos, energéticos y ambientales.
Esta historia arranca casi 30 años atrás. La decisión de construir Atucha II, la tercera planta atómica de la Argentina, fue adoptada durante la dictadura militar en los últimos años de la década del ’70, como parte de un plan de desarrollo atómico que hoy ya no existe. Cuando el Presidente Néstor Kirchner presentó a comienzos de 2004 su plan energético, Greenpeace señaló que debía tenerse en cuenta que la decisión de construir Atucha II fue adoptada dentro de otro marco político, señalando en ese entonces lo “notablemente diferente del contexto energético y tecnológico a más de dos décadas de diferencia”.
Precisamente ese diferente contexto tecnológico es lo que desde la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA) y ahora desde la propia Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) se ha señalado que el diseño de Atucha II es absolutamente impropio en la era post-Chernobyl, etapa en que la revisión de diseños y mejoramiento de los sistemas de seguridad tuvieron una enorme inversión y desarrollo. Según el artículo, especialistas del sector, admitieron que Atucha II tiene dificultades de diseño en materia de seguridad ya que no asume la experiencia dejada por el accidente de Chernobyl en 1986.
Los contratos para la construcción de Atucha II fueron firmados en mayo de 1980 y ratificados por la Junta Militar en julio de ese año. Las obras comenzaron en marzo de 1981 y alcanzaron casi su estado actual de avance durante los años 1982 y 1983. La decisión de construir Atucha II fue claramente parte de un programa nuclear cuyo objetivo central era político y militarista, no un programa energético. Cuando acaba el gobierno militar, a finales de 1983, comienzan los problemas para continuar esta obra.
La propia decisión tecnológica para Atucha se fundamentó en razones de estrategia
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