Antropología y Ética
Enviado por davismetal • 10 de Noviembre de 2013 • Tutorial • 3.682 Palabras (15 Páginas) • 305 Visitas
Antropología y Ética
La antropología platónica está directamente relacionada con su ética y con su teoría política,
por lo que antes de adentrarnos en ambas conviene enunciar algunas ideas esenciales relativas
a la concepción del ser humano. Las características más importantes de la antropología
platónica son:
1. Se trata, en primer lugar, de una antropología dualista: para Platón el hombre es un
compuesto de alma y cuerpo. El alma, por su parte, es inmortal y pertenece al mundo
de las Ideas, por lo que su unión con el cuerpo es accidental. Platón llega a admitir la
doctrina pitagórica de la reencarnación, de modo que llevar una vida “sabia” puede ser
una garantía para volver al mundo de las Ideas. El cuerpo, por su parte, será siempre
valorado por Platón de un modo peyorativo y despectivo: es lo que nos impide
“despegar” de lo sensible, lo que pretende “atarnos” a los placeres y los datos
aparentes. Por ello, Platón llega a referirse al cuerpo como la “cárcel” del alma.
2. En segundo lugar, Platón divide el alma humana en 3 partes: por un lado el alma
racional, que es inmortal e inteligente, está situada en la cabeza y se encarga del
pensamiento. Situada en el tórax estaría el alma irascible: sería el lugar propio de las
pasiones y los sentimientos, tratándose en este caso de un alma mortal. Por último, en
el abdomen estaría el alma concupiscible (o apetitiva), donde residen los impulsos,
instintos y pasiones innobles. Por supuesto, esta alma también será mortal. Esta
división del alma pudiera parecer a primera vista arbitraria, carente de fundamento.
Sin embargo si nos fijamos en las características psicológicas del ser humano, nos
damos cuenta de que pensamientos, sentimientos e impulsos son 3 vectores
psicológicos esenciales para entender la mente humana y su comportamiento.
¿Y qué relación existe entre todo este planteamiento y la ética platónica? Pues bien sencillo: a
cada parte del alma le corresponderá una virtud propia. Así, prudencia valor y templanza
serán, respectivamente, las virtudes correspondientes al alma racional, irascible y
concupiscible. Sin embargo, la ética platónica no se limita a esto, sino que su concepción de la
virtud también está sometida a una evolución a lo largo del pensamiento platónico:
• La virtud como sabiduría: aquí se deja notar la influencia del intelectualismo
moral de Sócrates, según el cual la sabiduría y la virtud están asociadas, de
manera que nadie hace el mal intencionadamente. Para Platón también será la
sabiduría una de las virtudes más importantes, pues gracias a ella se supera el
relativismo de los sofistas. Se mezclan aquí, como en otras ocasiones, un plano
práctico y otro teórico: la sabiduría será una virtud que hará “bueno” al
gobernante (sólo podrá gobernar aquel que es sabio, es decir, aquel que conoce
las Ideas) y además, el sabio es el que conoce la verdad, una verdad universal
que trasciende el relativismo sofista.
• La virtud como purificación: a partir de las tres partes del alma que acabamos
de comentar, es fácil entender que para Platón la purificación sea también una
de las virtudes esenciales. El virtuoso es capaz de liberarse de las pasiones que
le atan y del cuerpo que le incita tan sólo a los placeres materiales. En esta tesis
se deja notar la influencia pitagórica, aunque posteriormente (en otros diálogos
como el Filebo) Platón defenderá un modelo de vida en el que haya un goce
moderado de los placeres.
• Virtud como armonía: aparece en la República, donde la justicia es la virtud
más importante. De este modo, para Platón, el hombre justo es aquel en el que
se da una armonía o equilibrio entre las 3 partes del alma: es justo aquel cuyo
alma racional (siendo prudente) domina a la parte irascible (que será valiente),
y ambas orientan al alma concupiscible (que será atemperada). Surge así un
modelo ético basado en el autocontrol y en un dominio racional de sí mismo. Platón (427-347 a.C) 21
El hombre que logre estos objetivos será armonioso y justo. Además, Platón
establece un paralelismo entre el alma y el Estado: compara al Estado con un
ser humano, a través de una metáfora de tipo organicista, rasgo que aparecerá
también en otros pensadores políticos. De este modo, la ética nos conduce
“naturalmente” a la política: sólo en una sociedad justa será posible educar a
hombres justos.
Teoría política
La República nos plantea una utopía política: aunque esta palabra sea propia del pensamiento
renacentista (especialmente en autores como T. Moro o Campanella) la obra platónica intenta
describir la Idea de Estado, y por ello uno de sus temas centrales será la justicia en el Estado.
Este diálogo convierte a Platón en uno de los primeros utopistas de la historia. En esta utopía,
el gobierno debe caer en manos de los filósofos, de los sabios, tesis defendida por Platón
precisamente para evitar la ineptitud que detectaba en muchos de los políticos de su tiempo.
Así el modelo platónico es una aristocracia de la virtud y del saber: el poder político no se
hereda, sino que se ocupa temporalmente gracias a las virtudes y la sabiduría propias del
gobernante. No es su ascendente familiar el que determina su lugar en la sociedad, sino su
virtud. Los gobernantes no podrán nunca buscar su interés personal sino que deberán gobernar
según el orden de las Ideas. Para evitar la corrupción, los gobernantes (y también los
guardianes) renunciarán a la propiedad y la familia. La sociedad platónica aparece dividida en
tres clases sociales, que se corresponden con las tres partes del alma y con las tres virtudes
específicas de cada una:
Clase social Parte del alma Virtud moral
Gobernantes Alma Racional Prudencia, sabiduría
Guardianes Alma Irascible Fortaleza, valor
Productores Alma Concupiscible Templanza
Se trata, por tanto, de una sociedad jerarquizada: en cada ser humano predomina un tipo de
alma concreto que determina a su vez la clase social que le corresponde. Para esto, cada
individuo será educado, según sus capacidades, para ocupar un lugar concreto en la sociedad.
Por ello, la sociedad platónica es, ante todo,
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