Chile Innovador

¿Chile innovador?

Columna de Felipe Larraín (El Mercurio, 30 de Mayo de 2006)

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¿Chile innovador?

Martes, 30 de Mayo de 2006

Economía y Negocios, El Mercurio

Felipe Larraín

PhD. U. de Harvard. Profesor titular Universidad Católica

Nuestro país se está quedando rezagado en revolución tecnológica. Por ello, es clave mayor inversión en investigación y en desarrollo. La innovación es un tema central para el desarrollo de Chile. A nivel mundial, ella es la principal fuente de incrementos de productividad. Sin embargo, los distintos indicadores reflejan un rezago mayor de la economía chilena en esta materia. Sin una acción decidida para atacar este rezago, no pensemos seriamente en competir en las grandes ligas. ¿Cuál es el diagnóstico en materia tecnológica para la economía chilena?

¿Y cuál es la medicina más eficiente? Es lo que intentaré responder en esta columna.

Hace algunas semanas, el International Institute for Management Development (IMD) entregó el Índice de Competitividad Mundial 2006, que fue un remezón para Chile. Caímos 5 puestos respecto de 2005 -entre un total de 61 países-, dejando el top 20. Según este indicador, nuestro talón de Aquiles es la infraestructura y el conocimiento, donde Chile está en el lugar 43, peor que en 2000. Las mayores debilidades están en el sistema educacional y en la baja inversión en investigación y desarrollo (I&D), temas estrechamente relacionados. En infraestructura tecnológica, Chile figura en el puesto 52, y en infraestructura científica, en el lugar 48. Los resultados entregados por el IMD no hacen más que corroborar el diagnóstico entregado por otros indicadores de competitividad, como el Foro Económico Mundial. El diagnóstico es claro: Chile se está quedando rezagado en la revolución tecnológica.

Las mejoras tecnológicas exigen un mayor fomento de las actividades de innovación. Para ello, resulta clave potenciar nuestra inversión en I&D. Hoy en día, Chile invierte un poco más de US$ 600 millones en I&D, alrededor de un 0,6% del PIB. Esta cifra está muy por debajo del nivel de inversión de las economías industrializadas. Corea invierte actualmente cerca de US$ 13.800 millones (2,5% de su PIB). Finlandia, en tanto, casi US$ 4.600 millones (3,5% del PIB). Y el nivel de gasto en I&D es bajo incluso considerando nuestra etapa de desarrollo, tal como muestran diversos trabajos empíricos. Peor aún, este esfuerzo ha permanecido prácticamente plano durante la última década, a pesar del compromiso del gobierno anterior de aumentarlo a 1,2% del PIB.

El problema no es sólo de recursos. El gasto actual en I&D de nuestra economía es sesgado hacia las ciencias básicas y financiado mayoritariamente por fondos públicos. Actualmente, cerca del 80% lo financian el sector público y las universidades. Y más de la mitad se destina a la investigación en ciencias básicas, que tiene menor impacto sobre el crecimiento en comparación con la investigación aplicada.

Los países exitosos en innovación no sólo gastan más, sino que lo hacen mayoritariamente en investigación aplicada y financiado en gran parte por el sector privado. A modo de ejemplo, en Estados Unidos cerca del 90% del gasto en I&D lo financia el sector privado y casi un 80% se destina a investigación aplicada.

¿Qué podemos hacer?

Al respecto, ¿qué está haciendo nuestro

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