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Cinco Conferencias


Enviado por   •  14 de Septiembre de 2014  •  6.433 Palabras (26 Páginas)  •  212 Visitas

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Trataremos en esta ocasión brevemente y sin excesiva profundidad el contenido de la primera de estas conferencias, ya que dada su simple (aunque completa) estructura, nada mejor que leerlas para adentrarse de un modo seguro y ágil en la teoría psicoanalítica de Freud.

En la primera conferencia, el medico Vienes toma el ejemplo de un caso de la practica terapéutica del doctor Josef Breuer, una joven paciente que fue tratada desde 1880 hasta 1882

Sigamos las palabras de Freud para comprender los síntomas de esta persona:

"La paciente del doctor Breuer, una muchacha de veintiún años, intelectualmente muy dotada, desarrolló en el trayecto de su enfermedad, que se extendió por dos años, una serie de perturbaciones corporales y anímicas merecedoras de tomarse con toda seriedad. Sufrió una parálisis con rigidez de las dos extremidades del lado derecho, que permanecían insensibles, y a veces esta misma afección en los miembros del lado izquierdo; perturbaciones en los movimientos oculares y múltiples deficiencias en la visión, dificultades para sostener la cabeza, una intensa tussis nervosa, asco frente a los alimentos y en una ocasión, durante varias semanas, incapacidad para beber no obstante una sed martirizadora; además, disminución de la capacidad de hablar, al punto de no poder expresarse o no comprender su lengua materna, y, por último, estados de ausencia, confusión, deliria, alteración de su personalidad toda, a los cuales consagraremos luego nuestra atención."

Luego de describir estos síntomas, Freud reflexiona sobre las posibles causales médicas del mal, habiendo resultado negativo todo examen físico de la paciente. Al encontrarse ausente cualquier signo de enfermedad orgánica, en la época se denominaba al cuadro como "histeria". Freud relata en esta primera conferencia como la actitud común del medico en aquellos años al encontrarse frente a un caso de histeria, era la de abandonar todo intento de tratamiento y dejar los síntomas librados a su propia y eventual evolución. Se cuenta a continuación como el Doctor Breuer no hace esto, y se interesa profundamente por la joven, aunque en un principio no tiene idea de como ayudarla.

Vale aclarar aquí, que esta joven se encontraba profundamente apenada por una cruenta enfermedad que estaba atravesando su querido padre, quien moriría a causa de esta. Mientras tanto, esta paciente estaba cuidando de su progenitor, situación que le acarreaba una profunda angustia.

El Doctor Breuer había notado que en sus estados de ausencia, la joven murmuraba unas palabras sobre las cuales Breuer enfocó su atención. Se le ocurrió en una oportunidad colocar a la paciente en una suerte de hipnosis y repetirle estas palabras a la joven, la cual las devolvía. Se trataban de fantasías tristisimas relativas a la enfermedad de su padre. Se noto que luego de estas sesiones, los síntomas antes mencionados desaparecían de la paciente por un tiempo, tras el cual se debía repetir este procedimiento para que los síntomas abandonaran nuevamente a la joven durante un periodo de horas. La joven, quien a esas alturas curiosamente comprendía solamente el ingles (que no consistía en su lengua materna) llamo a estos procedimientos "talking cure" (cura de conversación) y en ocasiones se refería a ellos en forma de broma como "chimney sweeping" (limpieza de chimenea)

Claro que esto no resolvía el problema, pues los síntomas recurrían nuevamente a perturbar a la paciente.

Se descubrió entonces, casi por azar, algo sorprendente que revolucionaria para siempre el tratamiento de estas afecciones. La cosa fue como se cuenta a continuación:

Durante el verano, hubo un periodo de intenso calor durante el cual, la joven, sin razón aparente, se encontraba imposibilitada de beber ningún líquido. Cuando tomaba un vaso y lo acercaba a sus labios caía en estado de ausencia y lo arrojaba lejos de sí. Durante la presencia de estos síntomas, que fue de varias semanas, la joven se hidrataba exclusivamente a base de melones y demás frutas, siéndole totalmente imposible tomar agua o ninguna otra bebida. Aproximadamente a las seis semanas de sufrir este nuevo síntoma, la joven se puso a reflexionar en ese estado de hipnosis, sobre un episodio que le había provocado una severa repugnancia. Resulta que su dama de compañía, una señora inglesa, tenia un perro, al cual en una ocasión, le había dado de beber de su vaso. Esto causó una fuerte impresión de asco en la paciente de Breuer, que sin embargo no había relacionado de forma consciente al síntoma de no poder beber con este episodio del perro. Al despertar de la hipnosis la joven pidió beber, y lo hizo abundantemente, no siendo aquejada nunca más por esta imposibilidad de beber.

Así, Freud nos relata cómo Breuer descubrió que, si en ese estado hipnótico, no solo se hablaba del síntoma, sino que también se llegaba al episodio raíz en que este se había generado, el mismo desaparecía, ya no por unas horas, sino que para siempre.

Luego, el medico vienés nos cuenta sobre otra experiencia con la paciente, en donde se logro remitir completamente la parálisis de su brazo. Sigamos entonces las palabras del mismo Freud a este respecto:

"...Así, Breuer refiere que las perturbaciones en la visión de la enferma se reconducían a ocasiones «de este tipo: la paciente estaba sentada, con lágrimas en los ojos, junto al lecho de enfermo de su padre, cuando este le preguntó de pronto qué hora era; ella no veía claro, hizo un esfuerzo, acercó el reloj a sus ojos y entonces la esfera se le apareció muy grande (macropsia y strabismus convergens); o bien se esforzó por sofocar las lágrimas para que el padre no las viera». Por otra parte, todas las impresiones patógenas venían de la época en que participó en el cuidado de su padre enfermo. «Cierta vez hacía vigilancia nocturna con gran angustia por el enfermo, que padecía alta fiebre, y en estado de tensión porque se esperaba a un cirujano de Viena que practicaría la operación. La madre se había alejado por un rato, y Anna estaba sentada junto al lecho del enfermo, con el brazo derecho sobre el respaldo de la silla. Cayó en un estado de sueño despierto y vio cómo desde la pared una serpiente negra se acercaba al enfermo para morderlo. (Es muy probable que en el prado que se extendía detrás de la casa aparecieran de hecho algunas serpientes y ya antes hubieran provocado terror a la muchacha, proporcionando ahora el material de la alucinación.) Quiso espantar al animal pero estaba como paralizada; el brazo derecho, pendiente sobre el respaldo, se le había «dormido», volviéndosele anestésico y parético, y cuando lo observó los dedos se mudaron en pequeñas serpientes rematadas en calaveras (las uñas).

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