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Enlace Químico


Enviado por   •  13 de Marzo de 2013  •  1.764 Palabras (8 Páginas)  •  507 Visitas

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OBJETIVOS

• Conocer la conductividad de algunas sustancias

• Basados en los resultados de conductividad discutir su conductividad

• Conocer la solubilidad o insolubilidad de algunas sustancias

FUNDAMENTO TEORICO

La construcción del conocimiento surge de la necesidad de tener modelos del comportamiento de la naturaleza que nos permita tener una mejor interacción con ella, y nos ayuden a garantizar, en primer lugar, nuestra sobrevivencia y después nuestro bienestar. Los modelos o conceptos que creamos con este objetivo dependen de diversos factores tales como el medio ambiente, el entorno cultural, los métodos de producción, la economía, la religión, el grado de avance tecnológico y científico, etc. Es por esto, que se habla de una historia de las ideas científicas, o en otras palabras una evolución de las ideas científicas, y, como lo manifiesta Bachelard, una evolución del espíritu científico. En este trabajo se va a estudiar la evolución del concepto de enlace químico desde una perspectiva histórica y epistemológica. Es innegable la relación establecida entre los conceptos de átomo y enlace químico, pues, los cambios de paradigma concernientes a la estructura atómica han generado transformaciones significativas en los modelos explicativos de las teorías de enlace químico. De este modo la evolución de las teorías atómicas va de la mano de la evolución del concepto de enlace químico. La primera sociedad que pensó de una manera racional y objetiva sobre la constitución de la materia fue la griega, específicamente la escuela atomista. El interés científico del ser humano inicialmente se había centrado en explicar la naturaleza del universo y algunas escuelas filosóficas griegas recurrieron a elementos presentes en su entorno (como agua, fuego, tierra entre otros), para describir la constitución del mismo, atribuyendo al principio de los contrarios, planteado por Heráclito, la responsabilidad de la integración y asociación de dichos elementos para conformar el mundo y el hombre, “ así en la escuela jónica se desarrolló y progresó de un modo continuo la idea de una materia primordial organizada en dos contrarios” (Leicester, 1967). Posterior al pensamiento jónico, el filósofo griego Empédocles propuso la doctrina de la afinidad como la responsable de la combinación o separación de las minúsculas partículas constituyentes de los objetos, pero bajo el principio del odio y del amor como ingredientes adjuntos a la materia, siendo este “el primer intento para explicar las combinaciones a base de un sistema fijo de fuerzas” (Leicester, 1967), traducidas en el concepto de afinidad, desde el punto de vista estrictamente material y no energético. El desarrollo del pensamiento griego dio paso a la concepción materialista y mecanicista del universo, a partir de los conceptos de átomo, movimiento y vacío, la escuela atomista se centró en el análisis de las formas, tamaños y movimientos de estas partículas constituyentes de la materia, sin darle relevancia a la forma de asociación existente entre ellas. La visión atomista griega se transformó con los planteamientos de Epicuro, quien se interesó en comprender los mecanismos por los cuales los átomos se unían, y así explicaba la naturaleza de la materia y “el universo, y también las partes o seres de que consta, como el resultado de los átomos primitivos, los cuales moviéndose y chocando eternamente en el vacío dan y darán origen a todos los seres reales” (González & Tunon, 2007).Epicuro concibe a los átomos como partículas sólidas de diversas apariencias geométricas, con hendiduras y protuberancias en forma de ganchos o anclas en constante movimiento, causado por la oscilación natural (de arriba hacia abajo y viceversa) o por el azar , generando este último declinaciones fortuitas denominadas clinamen, responsables de la unión entre átomos, pues “provocan la agregación de unos con otros y la generación de cuerpos y compuestos de todo tipo ” (Ayllon, Díaz, & Izquierdo, 2007). De este modo, se atribuye la formación de enlaces al movimiento libre, declinado y espontáneo de los átomos, que chocan y se enganchan unos con otros por medio de sus protuberancias. Ante los planteamientos propuestos por los atomistas florece paulatinamente una corriente filosófica en contra de este materialismo, surgiendo pensadores como Sócrates y Platón, quienes explican la naturaleza del universo recurriendo a procesos intelectuales donde “todas las cosas están combinadas por la inteligencia divina para producir el mejor de los mundos posible” (Leicester, 1967), Platón retoma algunos elementos de la escuela jónica, que posteriormente son transformados y desarrollados por Aristóteles. Las ideas aristotélicas tuvieron tanto peso intelectual que dominaron el pensamiento casi por veinte siglos, haciendo resurgir el principio de los contarios de Heráclito, pero concebido a través de cuatro cualidades, cuyas combinaciones generaban transformaciones en los elementos. Más adelante, estas ideas fueron adoptadas por los alquimistas, quienes explicaban las combinaciones de las sustancias a través de la doctrina de los contrarios y de las fuerzas del amor y el odio. Aunque las ideas aristotélicas perduraron hasta el siglo XVII cuando resurge una filosofía mecánica que buscaba explicar la naturaleza del universo, sin acudir a fuerzas ocultas y misteriosas sino en función de una base mecánica. En este escenario apareció Robert Boyle, quien retomó la teoría atómica, asumiendo que la materia estaba formada por partículas pequeñas, cuya variedad de tamaños, formas y movimientos, les permitían por mutuo ensamblaje ejercer una atracción y afinidad, de esta manera eliminó un obstáculo epistemológico que se había consolidado por siglos y así los conceptos “simpatía y odio” dejaron de emplearse para explicar la unión entre partículas. Las ideas de Boyle fueron aceptadas por Isaac Newton, apasionado atomista interesado en explicar algunos aspectos de la naturaleza química de la materia, entre los cuales se destaca, la unión entre las partículas. Él supuso que “las partículas se atraían mutuamente con una fuerza tal que cuando la distancia es muy pequeña es extremadamente grande y puede entonces producir transformaciones químicas y llega a ser despreciable a distancias no muy grandes” (Partington, 1945).

Esta idea Newtoniana de que toda partícula estaba equipada de una fuerza atractiva, responsable de las interacciones y uniones entre ellas y a su vez de las reacciones químicas y físicas, fue adquiriendo importancia para los químicos del siglo XVIII,

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