Entomologia Forense
Enviado por alexisacevedo1 • 25 de Enero de 2014 • 6.429 Palabras (26 Páginas) • 344 Visitas
Este procedimiento exige:
1) Identificación de las especies.
2) Conocimiento de los tiempos de desarrollo para el lugar donde se halló el cadáver.
La identificación de especies requiere la intervención de un profesional universitario (biólogo o ingeniero agrónomo) con experiencia en el estudio de los insectos: la entomología.
El tiempo de desarrollo varía según la temperatura. En términos generales y con pocas excepciones, los insectos despliegan una actividad normal entre los 5°C y los 28-32°C (según las especies). Con temperaturas de 1-4°C suelen caer en un letargo del cual salen con facilidad en cuanto sube la temperatura. Las temperaturas por debajo del punto de congelación producen la muerte, aunque ésta puede tardar varios días. Por el contrario, cuando las temperaturas exceden el límite superior del intervalo óptimo, los insectos suelen desplegar una actividad desordenada, y cuando alcanza un valor límite (que también dependerá de la especie) mueren. Dentro, pues, del intervalo de temperaturas que permite la actividad normal de los insectos, habrá un intervalo más restringido para cada especie. Dentro del intervalo apropiado para la especie, el desarrollo se acelera con temperaturas elevadas y se hace más lento con temperaturas bajas. En climas templados y áridos, en donde la fluctuación circadiana es grande, el desarrollo parece retardarse siguiendo las temperaturas mínimas bajas; pero hay pocos registros de regiones áridas, y serían deseables muchos más, de diferentes latitudes.
Artrópodos presentes en carroña de cerdos en la comarca de La Litera (Huesca)
La entomología forense combina los conocimientos de entomología con las ciencias médicas legales y forenses, con el fin de esclarecer algunas de las incógnitas que generalmente rodean a los cadáveres que se encuentran en condiciones no naturales (Keh, 1985; Smith, 1986; Magaña & Hernandez, 2000; Magaña, 2001).
Nuestra tesis doctoral (Castillo Miralbes, 2000, no publicada) versó sobre el ‘Estudio de la entomofauna asociada a los cadáveres en la región altoaragonesa’. En ella se planteó como objetivo principal el conocimiento del proceso de descomposición en cadáveres de vertebrados en dos condiciones ambientales distintas (exposición directa al sol y situación de sombra), estudiando la sucesión de artrópodos, es decir, la entomofauna asociada activamente a la carroña.
Como metas parciales del estudio se plantearon: (1) conocer los desarrollos larvarios y sus competencias ínterespecíficas e intraespecíficas en el hábitat; (2) estudiar el comportamiento biológico, las conductas sobre el recurso, de sus principales consumidores, las larvas de dípteros. (3) Establecer una comparación entre las temperaturas disponibles para la zona y las tomadas en las estaciones locales (sol y sombra), así como de ambas con las temperaturas de la masa larvaria que se alimenta en los restos cadavéricos, buscando relaciones y dependencias entre los artrópodos presentes en cada momento y el proceso de descomposición en general con respecto a las condiciones atmosféricas. (4) Determinar los tiempos de data de la muerte en base a un criterio controlable, que en este caso consistió en la captura de la primera larva en su estadio tercero (L III) y con un tamaño adecuado para la pupación y desarrollo del imago. (5) Con los resultados obtenidos, se estudió la velocidad de descomposición desarrollada en cada cadáver. (6) Y por último, con los artrópodos capturados e identificados se estableció una clasificación biológica dependiendo de las funciones que en este ecosistema realizan y teniendo en cuenta su frecuencia de aparición.
En el presente artículo se pretende mostrar:
1. Los antecentes más significativos sobre estudios empíricos de entomofauna cadavérica.
2. Previo comentario de los materiales y métodos utilizados, un resumen o avance de los resultados generales del estudio.
3. El listado de las especies capturadas durante el estudio.
La civilización de las moscas se ha visto incrementada recientemente por la proliferación de restos de materia orgánica y basura así como por la domesticación de animales salvajes y la creación de pueblos y ciudades. No obstante, su estudio viene de muy antiguo. La 14ª lápida de la serie de Hurra-Hubulla es una lista sistemática de animales salvajes terrestres del tiempo de Hammurabi, de hace 3.600 años, basada a su vez en una lista sumeria aun más antigua. Se encuentra escrita en cuneiforme y es el primer libro de zoología que se conoce. Entre los 396 animales citados, 111 son insectos y 10 son moscas. La "mosca verde" (Phaenicia) y la "mosca azul" (Calliphora), muy comunes hoy en casos forenses, son mencionadas aquí por primera vez.
En civilizaciones antiguas, las moscas aparecen como amuletos (Babilonia, Egipto), como dioses (Baalzebub, El Señor de las Moscas), y es una de las plagas en la historia bíblica del Éxodo. La metamorfosis de las moscas ya era conocida en el antiguo Egipto, pues un papel encontrado en el interior de la boca de una momia contiene la siguiente inscripción: "Los gusanos no se volverán moscas dentro de ti" (Papiro Gized nº 18026: 4: 14). La mayoría de los insectos evitados en los embalsamamientos son los que ahora nos ayudan en la resolución de los casos de muerte (Greenberg, 1991).
El primer documento escrito de un caso resuelto por la entomología forense se remonta al siglo XIII en un manual de Medicina Legal chino referente a un caso de homicidio en el que apareció un labrador degollado por una hoz. Para resolver el caso hicieron que todos los labradores de la zona que podían encontrarse relacionados con el muerto, depositasen sus hoces en el suelo, al aire libre, observando que tan solo a una de ellas acudían las moscas y se posaban sobre su hoja, lo que llevó a la conclusión de que el dueño de dicha hoz debía ser el asesino, pues las moscas eran atraídas por los restos de sangre que habían quedado adheridos al ‘arma’ del crimen.
Durante muchos años en determinados ambientes, se pensaba que al morir una persona las larvas que aparecían en el cadáver para devorarle bien aparecían por generación espontánea, o bien salían del propio cadáver. Estas creencias perduraron hasta que Francisco Redi, un naturalista del Renacimiento se propuso demostrar de una forma científica que estas larvas procedían de insectos, los cuales depositaban sus huevos para que se desarrollasen sobre el cadáver.
Para ello, realizó el siguiente experimento: expuso al aire libre un gran número de cajas descubiertas y en cada una de ellas depositó un trozo de carne, unas veces cruda y otras cocida, para que las moscas atraídas por el olor vinieran a desovar sobre ellas.
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