LA EUTANASIA, dos tipos

LA EUTANASIA

INTRODUCCIÓN

Todos los seres humanos estamos conscientes que en algún momento de nuestras vidas moriremos, pues es la ley de la vida. Al respecto, la mayoría deseamos o al menos tenemos el plan de que este momento sucederá una vez que seamos adultos mayores y hayamos recorrido un largo camino en la vida. Sin embargo, no siempre las cosas son como las deseamos y desafortunadamente van apareciendo obstáculos como las enfermedades los cuales cambian por completo nuestra perspectiva. Y es entonces cuando llega el momento de tomar una gran decisión seguir viviendo u optar por otra alternativa que nos permita dejar de sufrir a la cual denominaremos eutanasia, mejor conocida como muerte asistida.

TESIS

La eutanasia a lo largo de la historia de la humanidad ha sido un tema tan polémico y debatido tanto por los gobiernos como por autoridades eclesiásticas. Pues al final del día la eutanasia otorga a los pacientes y a sus familiares un camino seguro hacia la muerte.

DESARROLLO

Es importante tener en claro que es la eutanasia, la cual proviene del griego “eu” que significa bueno y “thanatos” que significa muerte. A lo cual podemos decir que la eutanasia hace referencia a “la buena muerte”. Aunque en la actualidad se puede tomar más como una forma de muerte “rápida y sin dolor”. La definición que se tiene en la actualidad, fue aportada por el inglés Francis Bacón, quien la describe como "la acción del médico sobre el enfermo incluyendo la posibilidad de apresurar la muerte". 

Se clasifica en dos tipos:

• La pasiva: que es cuando se rechaza o abandona el tratamiento médico indicado para la enfermedad que padece el paciente evitando intervenir en el proceso que lo conduzca a la muerte.
• La activa: es cuando se provoca la muerte a través de acciones dirigidas a acortar o suprimir el curso de la vida de una persona.

La eutanasia ha existido desde las primeras civilizaciones como la romana o la griega, y siempre ha sido un tema controversial que ha logrado dividir opiniones tanto de políticos, médicos, religiosos y hasta de grandes académicos. Un claro ejemplo de la antigüedad es el mismo “Hipócrates” quien consideraba que era esencial preservar la santidad de la persona y su verdadero bienestar. Fue tanto su interés en luchar por

este principio que decidió proteger a los pacientes, obligando a todos los médicos a comprometerse con el ya tan famoso “juramento hipocrático”, el cual sigue siendo un principio obligatorio para cualquier médico aún en nuestros días. Inclusive en el cristianismo, uno de los grandes precursores de esta corriente y que sentó precedente sobre la postura que actualmente mantienen algunas iglesias San Agustín, “equiparó el suicidio al homicidio y no admitía ningún tipo de excepción, ni en casos de gran dolor moral ni desesperación”.

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