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La Sexualidad En La Infancia


Enviado por   •  23 de Abril de 2013  •  14.793 Palabras (60 Páginas)  •  448 Visitas

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Introducción

LA SEXUALIDAD EN LA INFANCIA

La sexualidad humana, como cualquier otro aspecto del desarrollo, está sujeta a las modificaciones que sus determinantes dicen. Algunas de estas determinantes, como los aspectos sociales y religiosos, representan tal vez los elementos más cambiantes, tanto a través de la historia, como entre los diferentes grupos humanos en un mismo momento histórico. Otros aspectos, como los biológicos, representan tal vez la parte más estable, a pesar de las enormes variaciones entre razas y grupos étnicos.

La sexualidad en el niño no es un tema que se haya estudiado de igual manera a lo largo de la historia, o mejor dicho, su estudio como un fenómeno del desarrollo, se inicia hace apenas algunas décadas. Desde los primeros trabajos de Freud, hasta nuestros días, han sido muchas las aportaciones y muy diversos los enfoques sobre los mismos aspectos, al grado de que algunos estudios niegan la validez de otros.

A lo largo del presente artículo, abordaremos los principales componentes de la sexualidad infantil, haciéndose un mayor enfoque de los aspectos fenomenológicos de ésta. Es decir, una descripción detallada de conductas características en relación con la sexualidad en el niño; la percepción de cada uno de los fenómenos sexuales a diferentes edades; sus principales inquietudes; las repercusiones de la evolución de la sexualidad en la socialización, la manera en que el niño percibe los mecanismos de la reproducción, etcétera.

Ubicaremos el estudio de la sexualidad como una más de las líneas del desarrollo. Es decir, el desarrollo se puede estudiar y explorar en cada una de sus áreas tales como: la psicomotricidad, el lenguaje la cognición, la coordinación motora fina y gruesa, etcétera. Cada una de estas áreas tiene un ritmo, y frecuentemente encontramos que dichas líneas se encuentran desfasadas unas de otras. No existe en todos los casos un paralelismo exacto entre cada una de ellas. Podemos encontrar a un niño con un buen nivel de desarrollo del lenguaje y no así de la coordinación motora. Un enfoque de esta manera es útil, ya que la sexualidad del adulto, la sexualidad madura, se inició de algún modo, en algún momento, pero ¿cuál es ese momento? ¿Cuál es la manifestación primera? Y, a esta manifestación, ¿qué es lo que la precede? La cadena seguramente —en un enfoque teleológico— nos llevaría al

Origen mismo de la vida. Todo crecimiento se basa en un crecimiento anterior.

La sexualidad, como parte del organismo, reincorpora lo aprendido para hacer más compleja su estructura y, llevarla a un nivel superior. Nos referimos a los cambios evolutivos en los seres vivos y la manera en que dichos cambios se integran y adaptan a las nuevas especies. En el niño ocurre lo mismo. De tal secuencia ocurrida en un mismo individuo, desde su nacimiento hasta la edad adulta, el niño no está consciente, pero es innegable que las sensaciones existen y determinan conductas. Wallon afirma: “El niño que siente, va en camino del niño que piensa” (citado por De Ajuriaguerra, 1983).

En el presente trabajo revisaremos los fenómenos antes mencionados, en la etapa que comprende de los cero a los lO años de edad. Se ubica aquí el fin de la infancia, ya que de acuerdo con la evolución del pensamiento, según Piaget (Piaget, 1985), es a partir de los 10 años de edad cuando se inicia el pensamiento formal o hipotético-deductivo y con esto el inicio de la adolescencia, entendida ésta como una actitud mental y conductual. No hacemos referencia a la pubertad, ya que ésta, a diferencia de la adolescencia, no guarda relación con la evolución del pensamiento. Un individuo con retardo mental profundo puede presentar menstruación, eyaculación o cualquiera otra característica sexual secundaria y, sin embargo, no presentar funciones mentales del pensamiento formal y, por consiguiente, tampoco las actitudes

Consideradas como típicas de esta edad (Méndez, 1993).

Resumen

El desarrollo de la sexualidad es un proceso inserto en otros más, tan intangible y evidente como el metabolismo. Debemos considerarla como el resultado en el funcionamiento de un grupo de órganos que están en relación con estímulos internos y externos y que de igual modo —como ocurre con toda función mental o motora— al momento de su aparición no es ni con mucho un producto terminado. Se requiere de un proceso para alcanzar la madurez. Un niño puede caminar desde que tiene un año de edad o menos. Sin embargo, la marcha, como resultado del funcionamiento de un grupo de estructuras, tardará algún tiempo en adquirir su plenitud de funciones. Lo mismo ocurre con la sexualidad, a pesar de que algunas de sus manifestaciones pasen casi inadvertidas o bien no sepamos observarlas.

La sexualidad, tal vez como pocos aspectos del desarrollo, posee características universales, poblacionales, grupales e individuales, pero sin duda alguna se le puede atribuir forma, contornos, límites, tendencias, orientación, etcétera.

Al momento del nacimiento todas y cada una de las estructuras encargadas de la sexualidad, están presentes o representadas. La madurez sexual sólo podrá alcanzarse luego de un largo recorrido en la cadena del desarrollo,

En donde los eslabones a veces resultan claros y otras casi inaccesibles a nuestros métodos de estudio.

En un enfoque integral tendremos que incluir, dentro de los mecanismos involucrados en la modulación de la sexualidad, a una serie de elementos de tipo biológico, socia! y psicológico, todos ellos con mayor o menor importancia para cada caso, pero inseparables el uno del otro.

Recordemos que la observación de un peldaño del desarrollo, nos habla de todo lo adquirido hasta ese momento. Los niveles en la construcción de estructuras, se suceden unos a otros a distintas velocidades, pero en una secuencia inmodificable.

La sexualidad en la infancia

La sexualidad, como parte del conjunto de facetas del ser humano, sólo puede separarse de manera virtual para su estudio, ya que su relación con el conjunto de funciones psíquicas es innegable y en ocasiones difícil de identificar.

Por otra parte, hay evidencia de que las funciones mentales alteradas, provocan también alteraciones en las manifestaciones de la sexualidad. Existe un número considerable de trastornos mentales que cursan con alteraciones en el campo de la sexualidad, como algunas psicosis.

Toda adquisición en el desarrollo, toda conducta nueva que se incorpora a las estructuras previas, aparece como un peldaño en una secuencia casi inmodificable. Es probable que dicha secuencia pueda acelerarse, retardarse, pero difícil o imposible será que se altere su orden. Particularmente

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