Ley Laboral
Enviado por lil.edwin • 11 de Octubre de 2012 • 508 Palabras (3 Páginas) • 512 Visitas
Las cercanías de un pequeño pueblo de nuestro país albergan un verdadero tesoro para los paleontólogos, detectives de la vida prehistórica.
San Juan Raya es una población ubicada en los límites entre Puebla y Oaxaca, en la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán. Tiene apenas 200 habitantes, pero cuenta con un museo en el que se exhiben fósiles de invertebrados que alguna vez vivieron en la región y con un programa de ecoturismo paleontológico. A la riqueza de fósiles del lugar se añadió en 2007 una extraordinaria colección de huellas de vertebrados, entre ellas las de pterosaurios y las de un dinosaurio terópodo.
Don Juventino Pablo Reyes Hernández, el 7 de enero de ese año descubrió una pared de roca con múltiples marcas y oquedades, llamadas icnitas (del griego iknos, "huellas"), de diversos reptiles. Don Juventino ha relatado sobre esas marcas que "no sabía qué eran. Algunas personas que vinieron me habían dicho que eso no les parecía importante, que querían ver las huellas grandotas de gallina".
La pared se halla junto al lecho de un arroyo efímero, llamado por los habitantes del lugar "río seco", que es tributario del río Zapotitlán, y quedó al descubierto gracias a la erosión causada por las lluvias torrenciales típicas de los desiertos.
A causa de los movimientos tectónicos la pared de roca es casi vertical, con 78 grados de inclinación mide aproximad ament e 12 metros de base por 8.50 de altura, y tiene una superficie de casi 100 metros cuadrados. Contiene al menos 174 huellas de vertebrados, además de incontables marcas de madrigueras de invertebrados. Entre las huellas de vertebrados hay rastros de pisadas de pterosuarios o reptiles voladores, de cocodrilos, de tortugas y una de dinosaurio terópodo. A unos 50 metros del lugar, se encontraron entre los estratos troncos reemplazados por sílice de aproximadamente 20 centímetros de diámetro y de un metro de largo. Su posición sugiere que fueron arrastrados por una tormenta y transportados hacia una zona marina marginal.
Dentro del desierto donde se ubica San Juan Raya, a principios del siglo XIX se aventuraron dos naturalistas belgas apellidados Nyst y Galeotti, quienes dieron a conocer en 1836 de manera formal los primeros fósiles de caracoles marinos. Pero no fue sino hasta el siglo XX que geólogos y paleontólogos mexicanos iniciaron estudios de la fauna de invertebrados que habitaron este lugar hace 110 millones de años, durante el Cretácico temprano. En aquella época este lugar era parte de un mar somero, con aguas bien oxigenadas y cálidas, llamado mar de Tethys (nombrado así en honor de la diosa del mar de la mitología griega). Sus condiciones permitieron que se desarrollaran ambientes parecidos a los arrecifes actuales habitados por esponjas, corales, moluscos, gusanos, erizos y abundantes organismos microscópicos.
En este periodo el mar de Tethys dividía
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