Luces Y Sombras Del Sistema Educativo Dominicano
Enviado por heidy45 • 17 de Marzo de 2014 • 2.235 Palabras (9 Páginas) • 1.730 Visitas
Luces y Sombras
Introducción
El presente ensayo, contempla las sombras y las luces de nuestro Sistema Educativo Dominicano. Un sistema educativo es una creación del ser humano que tiene como objetivo principal, permitir que la sociedad, en general, reciba el mismo tipo de educación y formación a lo largo de su vida. Nuestro sistema educativo desde de sus inicio hasta la época presente ha marchado alredodor de luces y sombras. La sombras de un sistema educativo hacen referencia a las grandes deblidades y oscuridades en las que se sumerge un país en ámbito educativo, mientrás que las luces hace énfasis a las fortalezas y al resplandor que arropan la educación de un país determinado.
Este ensayo fue construido en base a profundos análisis y lecturas sobres las debilidades y las fortalezas que está envuelto nuestro Sistema Educativo Dominicano. Dicho ensayo me servirá para mi formación como futura docente, y no sólo eso, sino para toda la vida.
El presente ensayo está estructurado de la siguiente manera:
• Presentación del ensayo
• Introducción
• Ensayo: “Sistema Educativo Dominicano” Luces y Sombras
• Conclusión
• Bibliografía
Entre las limitaciones que se presentaron en la elaboración del presente ensayo, que fueron bastantes, me gustaría destacar entre ellas, el tiempo y la inexperiencia a la hora de producir el ensayo. Me gustaría agregar que está experiencia fue bastante significativa dejando una gran huella en mí. "La verdadera educación del ser humano comienza varias generaciones atrás."
Ensayo
La educación es y ha sido el motor de desarrollo social, cultural, económico y productivo de nuestro país.
Nuestro país históricamente ha dejado huellas en cada década, tanto de forma positiva como de negativa. Es importantísimo destacar nuestra educación desde la época colonial, para el siglo XVI, bajo la mano de la iglesia y particulares; cabe mencionar que fuimos “La Atenas del Nuevo Mundo”, con dos universidades a la que venían a estudiar jóvenes de la región del Caribe. Personajes destacados de la literatura española, poemas, ensayos y obras dramáticas; tales como Tirso De Molina y el Arzobispo Alejandro Geraldine.
Este destello culminó hasta las devastaciones de Osorio en 1605, ya que la gran mayoría de los habitantes afectados emigraron a los países vecinos: Cuba y Puerto Rico. Para aquel entonces, las dos universidades casi cerraron, y nuestra sociedad se ruralizó. Junto a los emigrados, también se marcharon como parte de sus equipajes, los libros y sus conocimientos.
Para el 1809, en el tiempo en que la isla de Santo Domingo regresó a la condición de colonia de España, las universidades no abrieron hasta el 1814, pero su apertura no bastó para cumplir con las expectativas del momento, ya que los nuevos estudiantes no estaban en condiciones de ser aceptados, eran adolescentes de apenas 13 años. La vecina República de Haití ocupó a Santo Domingo y en 1823 decretó el Servicio Militar Obligatorio, quedando la Universidad de Santo Domingo, como entonces se le conocía, obligada a cerrar sus puertas por falta de estudiantes.
Para aquella época el gobierno de ocupación haitiano intentó impulsar un proceso educativo instalando en la Capital los Colegios Nacionales, para lo que trajeron profesores haitianos y establecieron un sistema bilingüe; pero el resultado de ese proceso parece que no fue muy consistente. Se puede decir, sin temor, que los primeros pasos para establecer un sistema educativo nacional comenzaron a partir de 1845, inmediatamente proclamada la República Dominicana.
Otro factor que influyó en el estancamiento de nuestra sistema educativo dominicano, en aquella época, era la falta de imprenta y el estado de sometimiento en que nos encontrábamos como colonia de España; a diferencia de otros países de América que contaban con este instrumento, el cual, facilitaba imprimir libros u otros tipos de escritos; cabe destacar que existían disposiciones oficiales de los reyes de España que censuraban o prohibían todo tipo de escritos que no contara con la autorización del Tribunal Inquisidor.
Fue sólo a partir de la proclamación de la Constitución de Cádiz, en España en 1812, cuando la imprenta comenzó a convertirse en América en un instrumento motivador de alternativas de desarrollo económico, político y social.
Para el 1844 nuestro sistema educativo dominicano, si se puede llamar así, se encontraba rodeado de una oscuridad incierta. Llegamos a la independencia sin universidades, casi sin escuelas, sin periódicos propiamente dichos y entramos a la vida de nación libre y soberana, carente de hombres de letras y, por desgracia, bajo amenaza permanente de los ejércitos haitianos, de España, Francia y los Estados Unidos de América, que se movían celosamente en el Caribe. Era un reto, para la juventud que construyó la Nación, les quedaba la responsabilidad de comenzar a sacarla del analfabetismo y llevarla hacia el progreso.
Para el 1845 nuestro sistema educativo comenzó a sobresalir del estancamiento, ya que los jóvenes de la independencia conocían la importancia de la Escuela, por lo que dispusieron, en la misma constitución del 6 de Noviembre de 1844 en San Cristóbal, capítulo 2, artículo 29: “Será creada la instrucción pública, común a todos los ciudadanos, gratuita en todos los ramos de enseñanza primaria, cuyos establecimientos serán distribuidos gradualmente en proporción combinada con la división del territorio; la ley arreglará los pormenores, tanto de estos ramos como de la enseñanza de artes y ciencias”.
Desde ese momento, se proclamó educación gratuita y pública, para todos los ciudadanos de la República Dominicana en la enseñanza primaria, lo que llevó a la ley de instrucción pública de 1845, que mandaba al establecimiento de escuelas de primarias en las provincias cabeceras de nuestro país; para enseñar religión, escritura, aritmética, elementos de castellanos, geografía dominicana, geometría y nociones de historia. Como algunos educadores de la época eran haitianos, y regresaron a su país y no había quien enseñara, se dispuso, que si en alguna comunidad pudieran aparecer extranjeros que supieran o pudieran enseñar, que fueran mayores de 25 años y de buenas costumbres; se les empleara como maestros.
Con este proemio, es importante destacar los grandes avances de nuestro sistema educativo desde sus inicios, aunque al mismo tiempo ha sostenido grandes debilidades.
Según Rafael Pérez, las debilidades que
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