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Teoría del conocimiento: ¿Se logró tener certeza de lo conocido o no?

Ricardo Ibañez GonzalezDocumentos de Investigación3 de Noviembre de 2015

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Teoría del conocimiento: ¿Se logró tener certeza de lo conocido o no?

El concepto de la verdad está íntimamente vinculado con la esencia del conocimiento. Sólo el conocimiento cierto es conocimiento verdadero. Un “conocimiento falso” es un error, una ilusión o falacia. A partir de diferentes maneras, la búsqueda  de respuestas válidas constata  el fundamento para que el hombre pueda adecuarse a la realidad, interactuar con ella y lograr su integridad como ser en vínculo o en relación. Entendiendo como conocimiento, la pluralidad de saberes, que el sujeto obtiene en la relación cognitiva que establece con su entorno, se escatima  establecer un concepto adecuado de verdad. Johannes Hessen detenidamente  ve la teoría del conocimiento a partir de tres ópticas, poniendo como base al método fenomenológico, mediante discusión de la problemática de la intuición, y desarrollando a profundidad la teoría del conocimiento, es decir, más allá de lo normal.  Se hace necesario tratar la teoría del conocimiento para avivar los conocimientos y despertar el interés filosófico  en cada ente o individuo para que a un futuro, sea capaz de ejercer debates conforme a este magnate tema, así mismo, para el área de filosofía abre las puertas en el mundo de filosofar, y que actualmente, salgan filósofos críticos, más no errantes.

Afirmamos cosas a diario en nuestra cotidianeidad. Las tomamos como verdaderas basándonos en experiencias anteriores, en informaciones científicas, y en hierofanías  (creencias vigentes) que a menudo vemos en  nuestro entorno sociocultural. Los hechos en sí no son factores últimos  para determinar su verdad o falsedad. La historia del hombre da cuenta de la problemática que encierra la veracidad en el conocer. Lo certero se ha transmutado en erróneo ante una nueva evidencia. La tecnología se ha abierto a unos  nuevos caminos, la ética ha  evolucionado en su orientación racional y la conciencia de nuestras limitaciones nos hace y nos ha hecho  capaces de aprender de las veces que cometemos errores. La teoría del conocimiento busca en sí una explicación netamente filosófica del conocimiento humano relacionándose a cabalidad con el origen, la naturaleza, los límites y la validez del conocimiento, el darle un  enfoque gnoseológico (Gnoseología (gr. Gnosis, conocimiento, y lógos, discurso), como distinta de la metodología o estudio de los conceptos, postulados y presupuestos básicos de las ciencias especiales

Entrando en sí al método fenomenológico, es considerado el fenómeno del conocimiento, una capacidad de la conciencia. De acuerdo con dicho método, en el conocimiento se confrontan la conciencia y el objeto, o sea el sujeto y el objeto del conocimiento, formándose una relación indisoluble: la del conocimiento, aunque siempre estarán separados uno del otro, es decir, la relación entre los dos principios, es al mismo tiempo una correlación. El análisis del fenómeno del conocimiento cubre cinco inquietantes: ¿El origen y fundamento del conocimiento humano está en la razón o en la experiencia? (cuestión del origen del conocimiento); ¿El sujeto puede aprehender al objeto realmente? (cuestión de la posibilidad del conocimiento humano); ¿Cuál de las dos interpretaciones del fenómeno del conocimiento es la verdadera: el objeto determina al sujeto o es al revés, el objeto es determinado por el sujeto? (cuestión de la esencia del conocimiento humano); ¿Existe un pensamiento verdadero? (Esta es la cuestión del criterio de la verdad); ¿Existe otra especie del conocimiento humano además del conocimiento discursivo racional? (cuestión de las formas del conocimiento humano).

 El sujeto sólo es sujeto para un objeto y el objeto sólo es objeto para un sujeto. O sea que se trata de una reciprocidad irreversible. Ser objeto es totalmente diferente de ser objeto. La función del sujeto consiste en aprehender al objeto, y la del objeto en ser aprehensible y aprehendido por el sujeto. De acuerdo con J. Hessen “el objeto no es conducido al ámbito del sujeto, sino que permanece trascendente a él”. Lo que cambia mediante la función del conocimiento, no es el objeto, sino el sujeto. En él aparece un algo que contiene las propiedades del objeto, aparece la imagen del objeto.

El sujeto actúa receptivamente, es decir, que en el acto del conocimiento el objeto ejerce un predominio sobre el sujeto. El objeto es el que determina, el sujeto es determinado. Debido a esto el conocimiento también puede definirse como una determinación del sujeto por el objeto. Por el contrario, en el conocimiento puede hacerse referencia a una actividad y espontaneidad del sujeto, las que se dirigen no al objeto sino a la imagen del objeto. La receptividad frente al objeto y la espontaneidad frente a la imagen del objeto, son absolutamente compatibles en el sujeto. Cuando determina al sujeto, el objeto se muestra independiente de él, trascendente a él. Los objetos se dividen en reales e ideales. Los objetos reales se refieren a todo lo que percibimos por la experiencia externa o por la interna, o a lo que puede inferirse de ellas. Los objetos ideales se presentan como irreales, como meramente pensados. No obstante, estos también poseen un ser o una trascendencia en sí mismos, según el parecer  epistemológico. Por ejemplo, las leyes de los números, aunque son irreales, se nos presentan como algo determinado y autónomo en sí mismas. La verdad del conocimiento es una concordancia  que consiste en la relación de la “imagen” del conocimiento con el objeto. El objeto en sí mismo no es ni verdadero ni falso, en cierto modo se encuentra más allá de la falsedad o la verdad.

Hemos visto que la gnoseología tiene elementos del proceso cognoscitivo, el sujeto que conoce y el objeto que se conoce, pero, ahora a fondo, gracias a doctrinas se han dado respuestas a la posibilidad del conocimiento, entre ellas el dogmatismo que, considera absolutamente la posibilidad y la realidad del contacto entre el sujeto y el objeto; el escepticismo que, figura el conocimiento, considerado como la aprehensión real de un objeto, es imposible según esto, no podemos externar ningún juicio, y debemos abstenernos totalmente de juzgar. Lo que tienen en común estas doctrinas es que, pueden orientarse hacia la imposibilidad de todo conocimiento o hacia la imposibilidad de un conocimiento determinado, subjetivismo y el relativismo, conjetura que existe una verdad, pero tiene una validez limitada (no existe una verdad universalmente válida; el pragmatismo considera que, la verdad se fundamenta en la concordancia de las ideas con los fines prácticos del hombre, y por la última posibilidad del conocimiento pero no la menos importante, el criticismo, admite una confianza fundamental en la razón humana, también  el criticismo es una postura intermedia entre el escepticismo y el dogmatismo.  Lo que significa, que gracias a estas doctrinas se han dado respuestas a dichas posibilidades, generando debates filosóficos en nuestra cotidianeidad, porque algo si es claro, y es que, todas estas corrientes filosóficas han estado, para que el hombre además de reflexionarlas, tome  a su disposición, un pensamiento crítico o un pensamiento errante.

Siguiendo el lineamiento en esa estrecha relación, “el sol calienta la piedra”, demostrando la experiencia que un proceso sigue al otro, basándonos también en nuestros sentidos, es un punto de partida al origen del conocimiento, que a través de doctrinas se dan respuesta a este.

Por ejemplo, el racionalismo, sostiene que la causa principal del conocimiento reside en el pensamiento, en la razón. Afirma que un conocimiento sólo es realmente, cuando posee necesidad lógica y validez universal  (una cosa es como es y que no puede ser de otro modo; y cuando juzga que, por ser como es, debe ser así siempre y en todas partes); el empirismo,  “El espíritu humano, por naturaleza, está desprovisto de todo conocimiento; es una hoja en blanco en la que escribe la experiencia” afirmando que la causa del conocimiento humano es la experiencia. No existe un patrimonio a priori de la razón, la conciencia cognoscente no obtiene sus conceptos de la razón, sino exclusivamente de la experiencia; el intelectualismo cuyo fundador es Aristóteles ,  acepta que existen juicios lógicamente necesarios y universalmente válidos, que se establecen no sólo sobre objetos ideales expone también que “las ideas son las formas esenciales de las cosas. Representan el núcleo esencial y racional de la cosa”, así Aristóteles trata de resolver el problema del conocimiento; salvo que el racionalismo estima que los elementos de tales juicios, los conceptos, son un patrimonio a priori de nuestra razón, el intelectualismo opina que proceden de la experiencia,  el apriorismo, cuyo fundador es Kant, es un segundo esfuerzo de intermediación entre el racionalismo y el empirismo. También se considera que la razón y la experiencia son las causas del conocimiento. Pero se diferencia del intelectualismo porque establece una relación entre la razón y la experiencia, en una dirección diametralmente opuesta a la de este.

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