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Uso prudente de antibióticos en niños


Enviado por   •  5 de Noviembre de 2012  •  Documentos de Investigación  •  3.090 Palabras (13 Páginas)  •  414 Visitas

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Uso prudente de antibióticos en niños

Dr. Antonio Carlos Jaramillo T.

M.D., Msci., E. M. L., Director, Instituto de Virología y Enfermedades Infecciosas, Coordinador Alianza

Internacional para el uso prudente de antibióticos (APUA) Colombia. Bogotá, Colombia, S. A.

Resumen

Con el descubrimiento de la penicilina y los antibióticos que siguieron, se pensó que se tenían “balas mágicas” para curar las infecciones. Con el tiempo se descubrió la resistencia, que se debe a factores como el uso masivo e inadecuado en humanos, animales y en la agricultura.

Estos microorganismos resistentes aparecen y se difunden con mayor rapidez, lo cual aumenta los costos de la atención, causa mas días de hospitalización, reintervenciones, médicos y servicios más especializados. El mal uso y la automedicación, magnifican el problema.

También aumentan el riesgo de muerte.

El uso imprudente de antibióticos en niños es muy importante aún en los países desarrollados y es un grave problema de salud pública en los subdesarrollados.

El control y manejo de este problema debe involucrar al Estado, sus representantes y todos los estratos de la sociedad. Y la autoridad de salud (el Ministerio de Protección Social y sus representantes) debería coordinarlo.

Un programa para el uso prudente de antibióticos como el que propone la Alianza Internacional para el Uso Prudente de Antibióticos (APUA), no pretende evitar ni restringir su uso; ni es tan optimista como para pretender que esto solo controlará el problema de resistencia. Pero sí que se hará un gran aporte, educando a los prescriptores, al público en general y propiciando foros y consensos que orienten las decisiones de los responsables de salud en todo el mundo.

El pediatra podría jugar un papel primordial en este programa, ayudando a través de la educación sobre uso prudente de antibióticos de sus pacientes, en cada día

Luego la compañía Pfizer, asesorada por el mismo Fleming, industrializó en Estados Unidos la producción del nuevo medicamento en grandes tanques de fermentación que antes se usaban para producir ácido tartárico y así se inició su producción industrial, y con ella la era antibiótica. Después se hicieron los primeros estudios en humanos, en heridas de guerra infectadas. El éxito fue tal que la penicilina fue controlada como insumo crítico de importancia estratégica.

Y durante la segunda guerra mundial la penicilina y otros antibióticos, contribuyeron en gran medida a salvar la vida de muchos heridos que antes morían sin remedio y a controlar otras infecciones adquiridas en batallas menos heroicas por las tropas, como la sífilis y la gonorrea.

Se pensó que por fin se tenían las “balas mágicas” que con tanto empeño buscaron los químicos alemanes hasta encontrar el salvarsán, la primera sulfonamida efectiva contra el “Mal del Siglo XIX “, la sífilis. Y también contra otras infecciones. Los quimioterápicos (antimicrobianos de síntesis química) aparecían en escena. Luego vinieron los usos civiles de ambos tipos de medicamentos y los resultados fueron excelentes.

El primer paciente humano civil tratado exitosamente con penicilina producida industrialmente, fue la niña de 15 años Anne Shirley Carter, de Macon, Georgia, Estados Unidos, a donde regresó enferma con fiebre alta por una amigdalitis que contrajo durante sus vacaciones en Florida. En aquella época, septiembre de 1943, esa podía ser una infección fatal. Su médico el Dr. Herbert Weaver le dio el tratamiento “standard” con aspirina, compresas de hielo y sulfas. Pero no funcionó, la fiebre subió y los ganglios linfáticos de la niña crecieron como balones. Ella recordó que había leído en el Reader’s Digest un artículo sobre una droga maravillosa, la penicilina y se lo dijo a su padre y al Doctor. El Sr. Carter dijo que la conseguiría; pero esto no era posible sin la autorización del Dr. Chester Keefer de Boston, porque la medicina estaba bajo control militar como se dijo.

Se recibió la autorización y la penicilina llegó en un bombardero B-2 en septiembre 5, cuando la niña estaba re-mortem. Se le administró inmediatamente y a pesar que desarrolló “boca de trinchera” y perdió sus dientes, la fiebre comenzó a ceder. Para septiembre 21, estaba en su casa. Después de esta dramática experiencia cuando creció, se convirtió en doctora y luego en internista.

Ejerció en Richmond, Virginia, hasta retirarse y aún vive en West Point.

La producción y uso de penicilina y otros antibióticos desarrollados luego, creció en forma importante con estos usos civiles. Pero con la difusión de su uso, pronto aparecieron los primeros informes de respuestas no tan efectivas y se descubrió la resistencia a los antimicrobianos.

Durante la segunda mitad del siglo XX vimos aparecer la estreptomicina, aureomicina, terramicina, cloromicetina, tetraciclina, tirotricina, gramicidina, eritromicina, polimixina y cientos de productos de origen natural, sintético y semisintético para tratar de resolver este problema.

No obstante, la industria y el millonario negocio que gira alrededor no lo han podido resolver, a pesar de los millones de dólares invertidos en investigación y del uso de instrumentos cada vez más sofisticados, que incluyen ingeniería genética y biología molecular. ¿Por qué? ¿Que pasó? ¿Por qué ha venido creciendo hasta convertirse a comienzos del XXI en un problema de salud pública, que ya involucra bacterias, virus, hongos, protozoos y helmintos y ha sido declarado por la Asamblea Médica Mundial como una epidemia emergente y como una de las prioridades a intervenir en todos los países? Este fenómeno se debe a varios factores, uno de los cuales es el uso masivo e inadecuado en el tratamiento de la infecciones en humanos, los animales y en la agricultura, lo cual ha ejercido una enorme “presión selectiva” (eliminación de los microorganismos sensibles, con persistencia de los resistentes), que ha hecho aparecer muchos microorganismos resistentes.

Por las características del mundo moderno, estos microorganismos resistentes a los antimicrobianos ahora aparecen y se difunden con mayor rapidez que en el pasado; esto aumenta los costos de la atención de las infecciones, que requieren más días de hospitalización, reintervenciones, médicos y servicios más especializados, por la falta de agentes antimicrobianos efectivos o porque los disponibles son muy caros, debido a las altas inversiones en tecnología necesarias para desarrollarlos.

El mal uso y la automedicación, magnifican el problema, especialmente en las bacterias: “Los antimicrobianos administrados contra cualquier enfermedad, real o presunta, en cualquier dosis y por cualquier período de tiempo, aumentan la presión selectiva

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