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Plan para niños. Religión


Enviado por   •  20 de Septiembre de 2023  •  Tutorial  •  6.910 Palabras (28 Páginas)  •  73 Visitas

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A medida que crecemos espiritualmente, nuestro ser se transforma, pero siempre conservamos nuestra esencia. Dios nunca deseará que seamos distintos de lo que somos; nuestro temperamento, dones, pasiones, deseos y la forma en que pensamos son parte de su diseño, y nuestra autenticidad es fruto de su creación.

Hay quienes piensan que, al crecer espiritualmente y acercarse más a Dios, nos convertirán en alguien diferente, en otra persona. Pero Dios nunca descarta su obra original. Lo que hace es redirigir y reorientar nuestras vidas, sin cambiar nuestra verdadera identidad, no nos convierte en alguien ajeno a nosotros mismos.

Dios nunca crea algo y luego lo descarta; conforme vamos creciendo, dia a dia nos acercamos más a la persona que Dios tenía en mente al crearnos, pues nadie nace por accidente. Nuestra sola existencia tiene un propósito divino y Dios anhela que nos transformemos en una nueva creación, pero "nueva" no significa completamente diferente. Dios quiere redimirnos y restaurarnos, no cambiar nuestra esencia por otra.

Pongo el ejemplo: Si siempre has sido una niña tranqui, introvertida, misteriosa y que se viste muy sencillo, no te preocupes, nunca te vas a convertir en esa vecina rubia, peli teñida que se  pone esas mini faldas de cuero, tacones plateados y labios pintados de negro, y que es la reina de cualquier fiesta a la que va.  Por más que quieras, ¡Eso nunca pasará!. Y tampoco es para que te digas:  " es que Dios me cambió", porque no va a suceder. Dios respeta cómo eres emocionalmente.

Y si por otro lado, eres un chico extrovertido, que hablas hasta por las patas y que de cada 1000 palabras que dices, las 999 son puras pendejadas, tampoco te preocupes, no te vas a transformar en alguien retraído y tímido, porque eso no eres tú. Por más que Dios haga de las suyas, eso nunca va a ocurrir. Dios nos creó tal como somos, no es que hayamos nacido un montón de gente desastrosa y que ¡uy! Dios tiene que arreglarnos.

Cuando lleguemos al cielo Dios no va a preguntarnos:   haber Andresito Ud.  Por qué no fue como Moisés, David, o como el pastor (chiquito y gordito).  Más bien, la pregunta que el nos va a hacer es de: ¿por qué no fuimos nosotros mismos? Y te lo digo así de sencillo. Dios quiere que seamos auténticos y que vivamos nuestra propia vida, sin compararnos con nadie más.

Cuando crecemos y nos volvemos nuestra mejor versión auténtica, dejamos atrás las apariencias que fingimos tener. Y ya sabes qué, cuando finalmente somos quienes Dios quería que fuéramos, nos olvidamos de pretender ser alguien más. Es como liberarte y ser tú mismo al máximo.

¡Y, escucha esto! Hacer como que somos alguien que no somos es una pelea constante, es una pelea de esas que te dejan hecho polvo, sobre todo si sabemos que estamos mostrando algo que en realidad no lo somos. ¡Pero!, ¿te has dado cuenta de cómo todos reaccionamos cuando nos cruzamos con alguien que simplemente es él mismo? Es como una onda completamente diferente, ¿no cierto? La autenticidad es como un imán que nos atrae. Cuando vemos a alguien que mete la pata y luego dice "vaina, metí la pata", eso lo hace más humano y cercano mismos. Así que no hay por qué tenerle miedo a equivocamos de vez en cuando. Porque la gente que está cerca va a entender. Van a decir algo como: "Mmm…, es igual que todos".

Es como si soltáramos un suspiro de alivio cuando nos damos cuenta de que no necesitamos poner una carita falsa frente a alguien que tampoco lo hace. No hace falta que nos hagamos los mega-espirituales si no es lo que somos de verdad. Todos sabemos qué en lo profundo de nuestro ser, vive una versión de nosotros que no le gusta actuar. Por eso, cuando algunas que andan por la calle más fajadas y amarradas que la novia de Christian grey llegan a casa, dicen: "¡Uff, por fin!". Porque esa persona impostora no eras tú en absoluto. Eras, lo que querias que la gente vea, pero en realidad no eras tu.

 Y nunca tienes que hacerte problema con Dios, porque a Dios le fascina el acercamiento real a El, más que toda esa falsa espiritualidad que ni al caso, ¿me explico?  Por eso es super importante recordar que la comparación arruina totalmente el crecimiento espiritual. Por ejemplo, ¿cuántas veces hemos escuchado a líderes espirituales decir que están como "ungidos" porque se pegaron horas interminables de oración o ayunos de infarto? Y nosotros queremos hacer lo mismo. Pero, ¿la vida diaria nos da chance? Ni de chiste, no hay chance de dejar de ser papás para irnos una semana al lechero a meditar.

Y entonces, ¿qué es lo que hacemos? Pues nos ponemos a medir nuestra vida espiritual comparándonos con otros y vivimos bajo la sombra de la culpa. Y decimos " hay por qué yo no puedo ser como ese hermanito", " por qué no puedo ser como la pastora", y nos echamos la culpa y nos reprochamos: "¡Ay, que carnal que soy!", y a lo mejor te preguntas: "¿Cuándo va Dios me va a cambiar y hacerme alguien distinto?".

Resulta que cuando el joven David estaba preparándose para la pelea contra el gigante Goliat, aparece el rey Saúl para acolitarle, para ayudarle en la pelea, pero mete la pata. la misma metida de pata que todos hacemos en nuestras peleas de la vida.  A este rey se le ocurrió que lo que le funciono a él, también le iba a funcionar también a David. Entonces, pilas con esto, la Biblia dice que el rey Saúl era gigante, era tan alto que los demás apenas le llegaban al hombro, ¡un verdadero monstro! Y el chiste es que le pone a David su propia armadura, le calza su casco, y le da su espada. Pero, cuando David intenta dar unos pasos ni siquiera puede mantener el equilibrio, parecía como ese capítulo de cuando el chavo se pone los pantalones de don Ramón, ¿se acuerdan?  Y Claro, era obvio si la ropa de Saul era mandada a confeccionar porque no había talla para él, y David por otro lado compraba su ropa en etafashion, pero en la sección de niños. Saúl era un guerrero curtido, mientras que David, a penas un pastorcito. Saúl era un señor bien parado, y David, apenas era un jovencito. Así que David tenía que tomar una decisión clave e importante en ese momento.

Mira, si David se ponía la armadura del rey, terminaba siendo una versión barata de Saul. Pero David quería ser él mismo, no la copia de otro. Porque sabia que si peleaba con una espada de otro, la muerte era segura. Pero si batallaba con lo que Dios le dio iba a ser una victoria segura para el y para el Dios de los ejércitos.  Así que decidió que no quería ser Saúl, quería ser David. Lo que ayudo a Saul, era un estorbo para David.

Y David, era lo suficientemente pilas como para darse cuenta del problema y ponerle nombre. Dijo algo así como: "¡Ni loco puedo cargar este peso, no estoy entrenado para cargar este equipazo!". Así que, lo que hizo David fue botar todo el cachivache del rey que, ojo, podría haberle servido al rey, pero a David se le llevaba el chanfle. Y ahí, fue inteligente, agarró una honda, algunas piedras, confió en su agilidad y dijo: “morimos seco, con eso me sobra y me basta”.

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