DESDÉMONA y EMILIA
Enviado por sami1998 • 28 de Enero de 2015 • 1.280 Palabras (6 Páginas) • 173 Visitas
gentiles del galanteador, o haber descendido por el valle de los años (aunque poco importa) me quedo sin ella y burlado, y mi consuelo ha de ser detestarla. ¡Maldición de matrimonio ¡Llamar nuestras a tan gratas criaturas
y no a sus apetencias! Prefiero ser sapo
y vivir de los miasmas de un calabozo
que dejar un rincón de mi ser más querido
para uso de otros. Mas es la cruz del grande,
pues el humilde es más privilegiado.
Como la muerte, es destino inevitable:
la suerte del cornudo ya está echada
desde el momento en que nace. Aquí viene ella
(Entran DESDÉMONA y EMILIA.)
Si me engaña, el cielo se ríe de sí mismo.
No pienso creerlo. (Comento Otelo)
DESDÉMONA
¿Qué ocurre, querido Otelo?
La cena y los nobles isleños
que has invitado aguardan tu presencia. (Dijo calmada)
OTELO
La culpa es mía. (Dijo en voz baja tocándose la cabeza)
DESDÉMONA
¿Por qué hablas tan bajo? ¿No estás bien? (Pregunto preocupada)
OTELO
Me duele la cabeza, aquí, en la frente. (Señalo su frente)
DESDÉMONA
Eso es de tanto velar. Se te quitará.
Deja que te ate un pañuelo. Antes de una hora
ya estará bien. (Dijo sacando su pañuelo a punto de ponérselo en la frente)
OTELO
Tu pañuelo es muy pequeño. Déjalo. (Dijo moviendo su cabeza)
[A DESDÉMONA se le cae el pañuelo.]
Vamos, voy contigo.
DESDÉMONA
Me apena que no estés bien. (Dijo preocupada)
(Salen OTELO y DESDÉMONA.)
EMILIA
Me alegra encontrar este pañuelo. (Dijo recogiéndolo)
Fue el primer regalo que le hizo el moro.
Mi caprichoso marido cien veces
me ha tentado para que se lo quite; mas ella
lo adora, pues Otelo le hizo jurar
que lo conservaría, y siempre lo lleva consigo,
y lo besa y le habla. Pediré una copia
para dársela a Yago. ¡Sabe Dios
qué piensa hacer con el pañuelo! Yo sólo sé complacer su capricho. (Comento casi gritando)
(Entra YAGO.)
YAGO
¿Qué hay? ¿Qué haces aquí sola? (Pregunto acercándose a ella)
EMILIA
Sin reprender: tengo algo que enseñarte. (Dijo calmada)
YAGO
¿Algo que enseñarme? Algo que muchos han visto... (Pregunto preocupado y se acerco a ella)
EMILIA
¿Eh? (Dio un paso hacia atrás)
YAGO
...es una esposa sin juicio. (Levanto una ceja)
EMILIA
Ah, ¿era eso? ¿Qué me darás
si te doy aquel pañuelo? (Cruzo los brazos)
YAGO
¿Qué pañuelo? (Pregunto extrañado moviendo la cabeza)
EMILIA
¿Qué pañuelo? Pues el que Otelo regaló a Desdémona, el que tú tantas veces
me pedías que le quitase.(Levanto los brazos y puso los ojos en blanco)
YAGO
¿Se lo has quitado? (Pregunto sorprendido)
EMILIA
No, se le cayó por descuido.
Por suerte yo estaba allí y lo cogí.
Mira, aquí está. (Dijo mostrándole el pañuelo)
YAGO
¡Qué gran mujer! Dámelo. (Extendió su mano para quitárselo pero Emilia lo levanto)
EMILIA
¿Qué vas a hacer con él, que con ahínco
me pedías que lo robase? (Dijo moviendo el pañuelo de un lado a otro y moviéndose alrededor de Yago)
YAGO
Y a ti, ¿qué más te da? (Se acerco a ella)
[Se lo quita.]
EMILIA
Si no es para nada de importancia,
devuélvemelo. ¡Pobre señora!
Se va a volver loca cuando no lo encuentre. (Comento acercándose a el)
YAGO
Tú no sabes nada. A mí me hace falta.
Anda, vete ya. (Dijo señalando la puerta para que saliera)
(Sale EMILIA.)
Dejaré el pañuelo donde vive Cassio;
él lo encontrará. Simples menudencias
son para el celoso pruebas más tajantes
que las Santas Escrituras. Me puede servir.
El moro está cediendo a mi veneno:
la idea peligrosa es veneno de por sí
y, aunque empiece por no desagradar,
tan pronto como actúa sobre la sangre,
arde como mina de azufre. ¿No lo decía? (Comento moviéndose de un lado a otro)
(Entra OTELO.)
Aquí llega. Ni adormidera o mandrágora,
ni todos los narcóticos del mundo
podrán devolverte el dulce sueño
de que gozabas ayer. (Dijo levantando los brazos señalando a Otelo)
OTELO
¿Así que me engaña? (Pregunto extrañado y decepcionado)
YAGO
¡Vamos, general! Dejad ya eso. (Dijo moviendo la cabeza y los brazos)
...