EL ARTE DE HABLAR EN PÚBLICO
Enviado por marilisb • 8 de Agosto de 2014 • Tesis • 3.794 Palabras (16 Páginas) • 309 Visitas
”EL ARTE DE HABLAR EN PÚBLICO”
RESEÑA HISTORICA DE LA ORATORIA.-
1. LA ATENAS CLÁSICA.-
FUENTES PARA EL ESTUDIO.-
Podemos conocer la retórica ateniense a través de los discursos que dejaron grandes oradores como Demóstenes, Lisias o Isócrates. Heródoto y Tucídides en sus obras sobre historia, además de sucesos, también escribieron discursos pronunciados por personajes históricos como Alcibíades, Jerjes o Pericles.
Desde el punto de vista teórico las fuentes más importantes son la Retórica a Alejandro escrita por Anaxímenes de Lámpsaco y la Retórica de Aristóteles. La primera obra consiste en una serie de preceptos sobre como hablar elocuentemente. La segunda obra tiene un planteamiento más filosófico. Frente a la Retórica a Alejandro que es de carácter práctico, la Retórica de Aristóteles es de carácter teórico.
En la Atenas Clásica no existe una distinción clara entre la Retórica y la Filosofía. Por este motivo, hay que tener muy en cuenta esta última disciplina. La Tragedia y la Comedia, muy ligadas a lo político, son también importantes para conocer la retórica en la Atenas Clásica.
ORÍGENES.-
La retórica nació en la antigua Grecia alrededor del año 485 a. de C. en la ciudad siciliana de Siracusa, cuando Gelón y su sucesor Hierón I, expropiaron las tierras a sus ciudadanos para adjudicárselas a miembros de su ejército personal. Más tarde, con la llegada de la democracia y el derrocamiento de los tiranos, los perjudicados pretendieron recuperar sus propiedades y esta situación provocó una serie de pleitos en los que se manifestó la importancia de la elocuencia o arte de hablar bien y persuasivamente para conseguir las recuperaciones pretendidas. Así pues, su origen no está vinculado a lo literario, sino a lo judicial y estrechamente relacionado con lo político: la palabra pública y libre se relaciona con la retórica. Ante la eficacia de la argumentación oral adecuada, Córax de Siracusa, en el siglo V a. C. (hacia el año 450) elaboró un sistema de comunicación para hablar ante la asamblea política o ante los tribunales con fines claramente persuasivos que se puede considerar el primer tratado de retórica. Un discípulo suyo, Tisias, lo divulgó por Grecia. Así nacieron dos de los tres géneros clásicos de la retórica ya en su génesis: el judicial y el deliberativo. Y pronto se unió un tipo de discurso de elogio funerario en el que se trataba de alabar las virtudes del difunto y se puede considerar el inicio del tercer género retórico, el demostrativo o epidíctico que, más adelante, se referiría a cualquier persona no necesariamente fallecida o a diferentes aspectos de la vida o de la sociedad desde un punto de vista positivo o negativo. Las figuras de estos dos primeros maestros de retórica son bastante oscuras. Ningún escrito de ellos ha llegado hasta nuestros días. Se conoce su existencia por menciones de rétores posteriores. Hay una teoría que defiende que Tisias y Córax eran una sola persona y no dos. Según esta teoría, el primer rétor de la antigüedad se llamaría Tisias, el Corax o dicho de otra forma, Tisias el cuervo. (κόραξ,κόρακος significaba en griego antiguo cuervo). Esa elocuencia vino a transformarse rápidamente en objeto de enseñanza y se transmitió al Ática por comerciantes que comunicaban Siracusa y Atenas.
FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS.-
La retórica demostró pronto su utilidad como instrumento político en el régimen democrático, siglo V a. C., divulgada por profesores conocidos como sofistas, entre los cuales los más conocidos fueron Protágoras de Abdera y Gorgias. Para estos maestros de retórica que fueron también filósofos, no existe una única verdad y con el lenguaje sólo se pueden expresar cosas verosímiles (τὸ εἰκός). Valoraban mucho el poder que tenía la palabra (λὀγος) que según Gorgias es un gran soberano que con un cuerpo muy pequeño e imperceptible realiza obras de naturaleza divina.
Esta filosofía fue muy criticada por Platón. Tanto para Platón como para su maestro Sócrates, la esencia de la filosofía reposaba en la dialéctica: la razón y la discusión conducen poco a poco al descubrimiento de importantes verdades. Platón pensaba que los sofistas no se interesaban por la verdad, sino solamente por la manera de convencer, así que rechazó la palabra escrita y buscó la interlocución personal, y el método fundamental del discurso pedagógico que adoptó fue el del diálogo entre maestro y alumno. Pero el gran maestro de la retórica griega fue Isócrates. Pensaba que la retórica era un plan de formación integral de la persona que servía para crear ciudadanos modélicos; con su sistema de enseñanza, precursor del Humanismo, pretendía la regeneración ética y política de la sociedad ateniense.
Aristóteles, por otra parte, sistematizó la mayor parte de estos conocimientos sobre el arte de hablar y argumentar en una obra que consagró al efecto, su Retórica. La gran aportación de la Retórica de Aristóteles es su enfoque filosófico. Los manuales anteriores de cuales el único ejemplar que se conserva es la Retórica a Alejandro, consistían en consejos prácticos sobre cómo persuadir. La Retórica de Aristóteles en cambio, realiza reflexiones teóricas sobre el lenguaje persuasivo.
LOS GÉNEROS RETÓRICOS.-
Como Solón estableció que cada persona debía defenderse en persona ante un tribunal, llegaron a crearse los llamados logógrafos, unos artesanos que se dedicaban a confeccionar discursos para quienes no sabían hacerlos a cambio de estipendio: autores como Antifonte, Lisias, que destacó por su naturalidad y aticismo, Iseo, famoso por su habilidad en la argumentación, y el más famoso de todos ellos, Isócrates, fueron logógrafos. Éstos poseían también una preocupación estilística y procuraban que el estilo del discurso se ajustara a la personalidad y condición social de quien debía memorizarlo y pronunciarlo. También existía la figura del sunégoros (συνήγορος) cuya función era similar a la de un abogado. Demóstenes actuó como συνήγορος cuando pronunció su famoso discurso Sobre la Corona.
En los siglos V y IV a.C., el sistema político ateniense era la democracia radical que consistía en que todo ciudadano ateniense mayor de edad y varón podía exponer en la Asamblea (ἐκλεσία) sus puntos de vista sobre los asuntos de la polis. Para poder hablar en la Asamblea era necesario ser un orador excelente. Por este motivo se desarrolló en Atenas la retórica deliberativa.
El tercer género retórico que se desarrolló en Atenas fue el epidíctico que abarca los discursos que tienen lugar en ocasiones especiales, por ejemplo,
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