El Arte De Escuchar
Enviado por anamaromero • 1 de Octubre de 2012 • 4.122 Palabras (17 Páginas) • 905 Visitas
1. INTRODUCCION
Zenón de Elea era un buen observador de lo que ocurría en la vida cotidiana: la gente de entonces hablaba mucho y oía/escuchaba muy poco. Hoy, veinticinco siglos después, su aforismo sigue siendo válido y actual. Tal vez una de las enfermedades más actuales es esta de no saber escuchar a los demás, particularmente en la vida religiosa.
¿Cuáles son las razones que nos llevan a practicar tan poco algo que psicológicamente necesitamos tanto? Ciertamente, hoy la vida va muy deprisa, el activismo, la tecnología nos hacen vivir muy rápidamente y no tenemos tiempo para esperar a que las personas nos comuniquen lo que llevan por dentro. Vivimos respondiendo a las llamadas urgentes que llegan de todas partes y a través de muchos medios. No tenemos la paciencia para escuchar.
Con el escuchar sucede como con otras funciones tan comunes y corrientes como el respirar. Todos tenemos que respirar, pero muy pocos respiran bien. Es algo que nunca se nos enseña, siendo así que es una destreza tan importante en nuestra actividad comunicativa y que puede ser impedida por falta de atención, motivación, de concentración o por exceso de ansiedad.
ZENÓN DE ELEA
El filósofo griego Zenón de Citium, que sentó los principios básicos del estoicismo según los cuales la mejor vida es la que se halla acorde con la naturaleza y con el culto de la virtud por la virtud misma, solía decir a sus discípulos: «Recordad que la naturaleza nos ha dado dos oídos y una sola boca, para enseñarnos que vale más escuchar que hablar». En la vida diaria no solemos seguir la sabia enseñanza de Zenón. Más bien actuamos en sentido contrario: hablamos mucho y escuchamos poco. Hoy, en la sociedad de la prisa, de la hiperactividad y del estrés, existe un gran déficit de escucha atenta y serena. La gente habla y habla, incesantemente. Falla la capacidad de escucha, la capacidad de atender al otro.
En la civilización de la prisa y del estrés no es frecuente encontrar personas serenas que sepan escuchar, que sepan recibir y ofrecer comunicación, que sirvan de puente a la intercomunicación. En el mundo de las comunicaciones, la auténtica comunicación se ha empobrecido. Es una gran paradoja. Quien intenta comunicar lo personal, lo íntimo, con frecuencia se encuentra desasistido.
La sabia escucha implica humildad, paciencia y deseo de aprender. Quien piensa poseerlo todo, saberlo todo, no escucha al otro y solo habla porque cree que los demás son incapaces de aportarle nada. La persona engreída, orgullosa, no escucha o escucha con desdén o con aires de superioridad. Y, en definitiva, lo que hace es empobrecerse porque solo «aporta» (habla) y nunca recibe (escucha), quedándose finalmente vacía de tanto hablar.
2. ¿Es lo mismo escuchar que oír?
Una de las conjeturas que han existido durante muchas décadas es esclarecer las diferencias de escuchar y oír. En una investigación en la ciudad de Bilbao España, por Carlos Aemany, parte de una pregunta simple ¿es los mismo escuchar que oír? Pero fundamenta su hipótesis a partir de unos aportes que hace la psicología como los bloqueos psicológicos (áreas de dificulta para escuchar) y hace unas sugerencias para mejorar la calidad de escucha.
Empecemos por establecer qué diferencias hay entre el concepto de escuchar y oír. Por medio de un ejemplo de la vida cotidiana, ¿Es que no me has oído?, le pregunta la esposa a su marido. “Sí, sí te estaba escuchando”, responde éste, aunque difícilmente podría repetirle las últimas palabras que ha registrado su cerebro.
Cuando hablamos de oír, estamos refiriéndonos al proceso fisiológico que acontece cuando la recepción de las ondas estímulos produce una serie de vibraciones que llegan al cerebro en el silencio absoluto o el desierto están entre 0 y 10 decibelios, en el ambiente de una biblioteca o el cuchicheo, entre 30 y 40 decibelios, una conversación habitual de todo moderado puede estar entre 50 y 60 decibelios. Pero a partir de ahí se dispara la estimulación, y el ruido se hace fuerte, intolerable y hasta doloroso como el camión que descarga la basura, el frenazo de un carro o una acalorada discusión de los vecinos subirán los decibelios hasta 80-90, y aún más fuerte el de una moto acelerando al máximo por una urbanización, o una discoteca ‘normal’, situarán la tensión entre 110-120 decibelios.
Por otra parte, el hecho físico de oír no puede ser detenido, ya que las vibraciones se transmiten a nuestro cerebro inevitablemente, lo queramos o no. Escuchar es otra cosa. Una de las definiciones sobre el significado de escuchar es; un proceso psicológico que, partiendo de la audición, implica otras variables del sujeto: atención, interés, motivación, etc. Y es un proceso mucho más complejo que la simple pasividad que asociamos al dejar de hablar.
2.1 APORTES DE LA PSICOLOGIA
Relevantes psicólogos de nuestro tiempo han destacado la importancia de esta dinámica del escuchar, calificándola con elocuentes epítetos. Carl Rogers hablaba del escuchar empático, de las actitudes básicas de una acogida incondicional y en la calidez de la escucha, así como en el evitar la interrupción y dar consejos. Podemos aprender de las veces en que nos hemos sentido escuchados en nuestros sentimientos más profundos, por alguien que nonos juzga ni evalúa. Así como de las ocasiones en que sentimos que otros no nos han escuchado.
Eugene Gendlin le añadió el ‘focusing’ a la escucha empática de Rogers al hablar del escuchar absoluto o del escuchar terapéutico subrayando en este caso que la escucha no es sólo una mera disposición o simple paso dentro de un proceso de cambio, sino que puede ser en sí misma un proceso sonante, por la capacidad que tiene de facilitar la clave de comprensión de los significados. Escuchar a otra persona sin poner nada tuyo, simplemente indicándole si lo sigues o no en lo que te cuenta. Eso sólo, permite al otro iniciar un proceso profundo del cual puede quedar uno pasmado. Vas repitiendo los puntos de la otra persona, según los entiendes, o simplemente le indicas con sinceridad cuando te pierdes: ‘¡Quieres repetirme eso, que me perdí!’
Gendlin da cuatro indicaciones muy prácticas:
1. Para demostrar que has escuchado, forma una o dos oraciones con el significado de lo que la persona quería transmitirte.
2. Con tus propias palabras, pero conservando las palabras de la persona en los puntos delicados.
3. Cuando la persona se complica y se enreda, retoma una o dos expresiones sobre lo que crees que es el núcleo de la comunicación, y deja que la persona lo corrija o añada. Repite lo que ellos han cambiado y añadido hasta que lo entiendas justo como ella, y sólo entonces
...