El laberinto de la paz

Capítulo uno: El Pachuco y otros extremos

Es curioso como inicia Paz su ensayo: habla sobre el adolescente y su asombroso descubrimiento de sí mismo, que lo lleva por conclusión, a una consciente soledad en el mundo. ¿Qué somos y cómo realizaremos eso que somos? La adolescencia, ese preciso momento en que tomamos conciencia de nuestro ser, es comparado por el autor con los pueblos “en trance de crecimiento”. El México post revolucionario, dejó un país en etapa reflexiva que necesariamente lo llevó a la autoevaluación. Fue entonces, cuando surgieron distintos niveles históricos que convivían, o se enfrentaban, en un mismo presente. México, estaba hecho de distintas razas, además de las diferentes lenguas, que ya de por sí marcaban una brecha por entender. Fue en la ciudad de Los Ángeles donde Octavio Paz comenzó su análisis, comparando precisamente al gringo promedio, con más de un millón de mexicanos que ahí vivían. El pachuco niega la sociedad de la que procede desprendido de su cultura tradicional pero también a la norteamericana es un resentido social, pues no afirma nada, no defiende nada, excepto su gran voluntad de no ser, pero a la vez quiere aparentar lo que no es, lo que yo pienso es que tenemos que aceptarnos tal y como somos siendo que somos mexicanos no tratar de imitar a otros ni mucho menos envidiarlos. Ser mexicanos nos hace auténticos y eso es lo que nos caracteriza en si. El día que el resto de los mexicanos nos demos cuenta como el pachuco de que somos distintos al resto valoraremos nuestros alrededores y nos sentiremos menos acomplejados por todo lo que otras personas, razas, países y el mundo en general dice. El mexicano sin identidad que anda a ciegas, que se desprende de sus raíces para unirse a una sociedad como la estadounidense a la que desprecia y admira y siente una fascinación y un odio por el hombre blanco. Me parece ilógico, que el nosotros como mexicanos nos sintamos inferiores siendo que tenemos la capacidad para ser mucho mas superiores a ellos, tenemos la creatividad el coraje y la fuerza para hacerlo.

Capítulo dos: Máscaras mexicanas

El mexicano usa máscaras para proteger su intimidad, no le interesa la ajena y por lo tanto, el círculo de la soledad se vuelve a cerrar. La manera instintiva en la que consideramos peligroso a todo lo que representa lo exterior, tiene su razón si revisamos la historia de nuestro país. Las derrotas se sufren con dignidad. Lo anterior, subraya el autor: “No carece de grandeza”. Mención aparte sería el caso de la mujer mexicana. Mujer cuyo recato tiene que ser a toda prueba. La vanidad masculina, heredada de los indígenas y los españoles, se regodea bajo la sumisión, económica, moral y social de la mujer. Yo personalmente creo que la mujer, es quien es, porque así le es más cómodo, la mujer se ha prestado a que el hombre haga con ella lo que ha querido, ya que es más fácil ser victima que victimario, la

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