El momento perfecto

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El momento perfecto

Había una vez, un Joven llamado Daniel, que estudiaba en una preparatoria no tan diferente a la nuestra. Dani era un chico ingenuo, inofensivo, de carácter bondadoso, no era el tipo de chico que lo catalogarían como alguien atractivo.

Desafortunadamente Dani tenía un problema, un problema de confianza, una vez, una sola vez en su vida, había participado en una obra de teatro y, en aquella ocasión tan memorable, Dani se había sentido tan abrumado por las personas y por el miedo que, cuando le toco subir al escenario él cayó desvanecido e inmediatamente fue llevado a la enfermería.

Aquello había sido un gran acontecimiento, un momento fundamental en la vida de Dani, él se dio cuenta que hablar directo no era lo suyo, y desde ahí empezaron sus problemas de confianza.

En una hermosa tarde en que estaba completamente entregado a su libro favorito de poesía, levantó por casualidad los ojos - y éstos se posaron, inesperadamente, en el radiante rostro de Margo, su compañera de clases-. Lo cierto es que los ojos de Dani se habían posado antes, y con mucha frecuencia, en el bonito semblante de Margo, en la escuela y en otros lugares; pero los ojos de Margo nunca le habían parecido tan brillantes como en aquella ocasión. No fue raro que Dani fuera incapaz de apartar su mirada del rostro de la chica; tampoco fue raro que esta al ver los ojos del joven clavados en ella, retirara su presencia de la ventana donde estaba asomada, y tampoco fue raro que inmediatamente después de eso, Dani se abalanzara nuevamente a su libro.

De lo que sí hay que asombrarse, es de que alguien tan tímido y nervioso como Dani, tuviera la osadía de aspirar, desde ese día, a la compañía y al corazón de la chica.

Ella era perfecta en todo aspecto, alguien muy bella, muy agradable, muy lista, y muy risueña, comento todo esto porque es realmente asombroso y extraño que Dani hubiera tenido la temeridad de tomar aquella decisión. Pero el amor es ciego, y Dani tenía miopía; y es posible que la suma de estos dos factores le impidiese ver las cosas como son.

Afortunadamente Dani contaba con un mejor amigo, que siempre le daba consejos.

Escucha Dani, no lograras nada si no te acercas y le hablas, mira, no es tan difícil -Dijo su amigo-

Es fácil para ti decirlo, ni siquiera le puedo decir un hola, me congelo al estar frente a ella. -respondió Dani-

Si ese es el problema, porque no en vez de expresar tus sentimientos con palabras, lo haces escribiéndole uno de esos poemas que tanto te gustan, así, no tendrás que hablarle frente a frente y ella sabrá lo que sientes. -Dijo su amigo-

Eso, de hecho, es buena idea -concluyo Dani-

En los días siguientes, Dani paso la mayoría de su tiempo libre escribiéndole poemas a Margo, sin embargo, estos nunca le llegaron a la chica, Sí, Dani tenía problemas muy grandes de confianza, pese a ello siempre intentaba acercarse a ella.

Día tras día, cuando se acababan las clases y los alumnos se habían ido, Dani se sentaba fuera de la escuela y, mientras fingía leer un libro, miraba de reojo al otro lado de la calle en busca de los brillantes ojos de Margo; y no transcurrieron muchos días antes de que esos brillantes ojos apareciesen del otro lado de la calle, aparentemente enfrascados también en la lectura. Era algo maravilloso que llenaba de alegría el corazón de Dani. Era una felicidad estar sentados allí durante horas, los dos juntos.

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