Importancia Del Conocimiento De La Cultura Y La Comunicación Efectiva Para El Trato Internacional.
Enviado por ramiro0603 • 2 de Abril de 2013 • 2.520 Palabras (11 Páginas) • 764 Visitas
Título:
Importancia del conocimiento de la cultura y la comunicación efectiva para el trato internacional.
Introducción:
La lengua española, la tercera más hablada en el mundo, sigue viva y en continuo movimiento, como lo prueba la renovación constante de las jergas y lenguas especializadas, como el lenguaje juvenil.
Las principales variedades lingüísticas que emplean los jóvenes son dos: la jerga propia (o juvenil, que surge entre iguales, en situaciones de comunicación no formales y, sobre todo, orales; y la lengua estándar, que los jóvenes utilizan para comunicarse con quienes no comparten ese lenguaje, fuera de sus ambientes y ámbitos cotidianos. Paradójicamente, si en la lengua estándar estos jóvenes poseen ciertas carencias, fruto de la inexperiencia comunicativa, y en algunos casos de una formación insuficiente, su jerga destaca por ser creativa, original e ingeniosa.
La jerga de los jóvenes es propia de la edad y no de la cultura, porque los hablantes aban-donan su lenguaje característico a medida que maduran. La mayor parte de los adultos deja atrás el lenguaje juvenil cuando tienen una vida estable. Un ejemplo muy claro es que los adultos no se plantean hacer un simpa, es decir, irse sin pagar de un restaurante, porque ya tienen dinero para abonar la cuenta.
A pesar de que el origen de la jerga juvenil no está muy definido, existen razones para la creación de ese lenguaje, como el interés de los jóvenes por crear un código diferente al del adulto que marque el límite de edad; elaborar un lenguaje con el que identificarse y la intención de manifestarse de una forma lúdica con la diversión que ello conlleva.
Contenido:
La ciencia lingüística provee de fundamentos metodológicos concretos para superar los mitos de la enseñanza de la lengua y abrir, a partir de la noción de uso y técnica, un nuevo camino para el aprendizaje de ésta, neoprescriptivo, desligado del normativismo y basado en la funcionalidad de la lengua formal y en la contextualización de los usos, haciendo de la lengua una actividad, un saber práctico.
Mitos sobre la lengua
En la comunidad idiomática chilena y presumiblemente en otras del ámbito hispánico- persisten ciertas ideas y creencias en torno a la lengua y a su uso que pasan por verdades. Ellas tienen ciertamente una larga tradición, y su importancia no es menor en cuanto han sido el fundamento más o menos consciente sobre el cual se ha edificado la enseñanza tradicional de la lengua.
Creemos no exagerar al afirmar que nada de fondo podrá cambiar en la enseñanza de la lengua si no se ponen al descubierto estos mitos y se los comienza a reemplazar por la “sana doctrina” que puede proporcionar la Lingüística, ciencia que tiene por función precisamente reflexionar en torno al lenguaje. Sólo que en relación con la enseñanza de la lengua, en especial de la materna, lo viene haciendo desde hace muy poco, después de haber cedido por décadas esta prerrogativa a personas habitualmente intelectuales y escritores- que se sienten autorizadas para decir cualquier cosa sobre la lengua y a corregir a sus connacionales solo porque pueden demostrar un buen desempeño de la lengua, especialmente de la literaria. Y naturalmente el respaldo suele ser el mismo: la autoridad de la Real Academia Española, expresada a través de su gramática y de su diccionario, a pesar de los desajustes que suelen comprobar todos los días entre su práctica de la lengua y la de su comunidad idiomática- y las normas académicas.
Y ahora ya podemos reconocer un primer mito, que aquí solo mencionaremos, igual que los siguientes, porque ya nos hemos referido a ellos en otra oportunidad (Wagner 1989).
1. La gramática y el diccionario académicos constituyen autoridad absoluta en materia de lengua, lo que implica reconocer en la práctica una norma lingüística permanente y exclusiva, válida para todos los hispanohablantes y en todo momento y lugar;
2. Las obras de los grandes escritores son los modelos de la lengua, lo que significa, entre otras cosas, no considerar la lengua hablada;
3. La “buena” lengua ya está fijada y no cabe cambiarla, que supone la vieja idea pre-científica del estatismo de la lengua y de que el desarrollo de ésta habría alcanzado su culminación con los escritores clásicos;
4. El castellano se habla como se escribe, es decir, hay que seguir la norma de la “pronunciación ortográfica”, tan común entre gente culta, y resabio del carácter mágico que tuvo en sus comienzos la escritura y que no reconoce la diferente naturaleza de los dos códigos;
5. Los préstamos dañan a la lengua, porque supuestamente la contaminarían, mito en que subyace la extravagante idea de que las lenguas deben ser puras;
6. El mejor castellano se habla en España, y, consecuentemente, en Chile se habla mal, afirmación que es el resultado de comparar normalmente las variedades informales usadas por nuestra gente con las expresiones formales oídas a través de la televisión o la radio no solo de españoles sino de peruanos y colombianos, que, en América, hablarían mejor que los chilenos.
Esta lista no agota los mitos sobre la lengua ni mucho menos. Hemos mencionado solo los más corrientes, pero estos son suficientes para dificultar el cambio de actitudes de los usuarios ante su lengua.
Para contribuir a erradicar estas falsas creencias, queremos llamar la atención sobre un par de cuestiones cruciales que todo profesor enfrentado a enseñar la lengua materna debería tener presente. La primera de ellas se refiere a la necesidad de determinar la lengua de la enseñanza, es decir, la lengua funcional o variedad de lengua que hay que reconocer como variedad modelo, puesto que la lengua histórica (inglés, francés, español) es solo una abstracción, distinción que ya no es posible eludir en cualquier análisis lingüístico.
La segunda tiene que ver con la enseñanza de la lengua propiamente tal -de esa variedad considerada modelo-, que ya no puede seguir siendo meramente intuitiva, tarea de aficionados, sino que debe apoyarse en los principios, métodos y técnicas elaborados por las ciencias del lenguaje, en especial por la lingüística aplicada.
Los usos de la lengua
Frente a estos desafíos, la genialidad de Coseriu (1978) nos ofrece un par de conceptos que aparecen aquí y allá en diversos artículos suyos, pero sin mayor desarrollo: uno de ellos es el concepto de uso de la lengua, que suele ser confundido frecuentemente con las llamadas funciones que se le asignan al lenguaje. Independientemente de que para unos la función básica del lenguaje sea la significación y para otros la comunicación, toda lengua, como concreción histórica del lenguaje, es una actividad motivada por fines, que responde a una
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