LA NECESIDAD DE MECANISMOS DE ADAPTACION
Enviado por Mia Zamora • 27 de Marzo de 2019 • Documentos de Investigación • 20.117 Palabras (81 Páginas) • 447 Visitas
LA NECESIDAD DE MECANISMOS DE ADAPTACION
Cada especie, en el curso de su evolución, desarrolla diversos mecanismos por medio de los cuales se adapta a las condiciones vitales que encuentra. Algunas mariposas, por ejemplo, desarrollan un colorido protector con el cual simulan la apariencia de la superficie donde descansan, para evitar ser descubiertas por sus enemigos. Otros miembros de la misma especie llegan a cambiar su coloración cuando el ambiente a que se exponen difiere de su hábitat original. Como la esencia misma de la vida es la adaptación, no es extraño que el hombre, la especie más desarrollada, haya logrado no sólo ajustes en su anatomía que lo protegen estructural o fisiológicamente de su ambiente, sino que también ha producido recursos psicológicos que lo ayudan a manejar sus tensiones y necesidades emocionales. Estos recursos pueden, por ejemplo, ayudar a satisfacer necesidades emocionales como las de afecto, de seguridad personal, de importancia personal y de defensa contra sentimientos perturbadores. Actuando sin que el individuo los reconozca conscientemente, estos recursos mentales efectúan una adaptación a las situaciones interiores y a las experiencias que, de otra manera, serían penosas o intolerablemente molestas. La personalidad consciente de sí misma, con su intensa necesidad de seguridad y auto estimación, elabora mecanismos de naturaleza protectora en forma instintiva, igual que el sentido de auto conservación evita el peligro físico inminente. Tal como el cuerpo, a través de sus procesos físicos y bioquímicos, se esfuerza en mantener un equilibrio fisiológico u homeostasis, así la personalidad, a través de procesos psicológicos automáticos e inconscientes, trata de mantener una estabilidad psicológica.
La evolución de una personalidad sana requiere en especial el desarrollo de los procesos de conducta necesarios para adaptarse a la vida en la sociedad humana. Por lo tanto, el desarrollo de la conducta comunicativa, de exploración y encaminada a resolver problemas, en especial el lenguaje y los procesos del pensamiento tienen que considerarse como de capital importancia, ya que se trata de procesos de adaptación humanos. Estos procesos se adquieren a través del aprendizaje, igual que los diversos mecanismos mentales por los cuales la personalidad intenta mejorarse y defenderse, efectuar una avenencia entre sus impulso coercitivos conflictivos y aliviar las tensiones. En términos de psicopatología, las definiciones de trastorno se encuentra particularmente cuando hay fallas en la función integrativa de la personalidad, es decir, cuando hay fallas en las funciones del yo. Así vemos que las expresiones sintomáticas reconocibles de trastornos de la personalidad son: las alteraciones del lenguaje, de la percepción, del pensamiento y de la memoria; los trastornos en la capacidad para posponer la satisfacción de las necesidades, para descargar tensiones o para aprender la conducta social ordinaria, y la adquisición de un carácter inflexible en las defensas contra las tensiones mencionadas.
LENGUAJE Y COMUNICACION
Hay muchas razones para pensar que la neo corteza del hombre, por si sola, desarrolló la organización estructural y funcional necesaria para el habla humana. A juzgar por la estimulación experimental del cerebro, la vocalización en los primates no humanos parece organizarse funcionalmente fuera de la neo corteza en las áreas de conducta emocional. Según el trabajo de Lenneberg, el lenguaje se desarrolla después de una maduración regular, incluso en niños en quienes el proceso se obstaculiza por retardo, como en el síndrome de Down (Mongolismo; véase el capítulo 29). Los defectos físicos como la ceguera o la sordera, y la privación que ser educado por padres sordos implica, no impiden la adquisición del lenguaje en los niños, siempre que reciban estimulación apropiada al principio de la vida. Se ha sugerido que el ‘periodo crítico” para la adquisición del lenguaje se extiende desde la edad de dos años hasta la pubertad. Después de esta edad es difícil adquirir en forma fluida un segundo idioma.
Chomsky y otros lingüistas sugieren que el cerebro humano está organizado para aduar sobre una “gramática generativa” y que las variedades de gramática que se requieren para entender todos los idiomas son pequeñas. Según esto, no todo el lenguaje es aprendido. La organización neo cortical del hombre está programada para aceptar d lenguaje. Estas opiniones se apoyan en el hecho de que la comprensión del lenguaje siempre se desarrolla antes de la expresión del mismo, y aparece incluso en niños incapaces de cualquier forma de expresión verbal.
Aunque la adquisición del lenguaje como un recurso para la comunicación distingue al hombre de todas las otras especies vivientes, a menudo se ignora el hecho de que el ser humano retiene y usa también otras formas , de comunicación. Entre los métodos que influyen en otros y que producen una respuesta en ellos, hay que incluir la comunicación no verbal, que debe tomarse en cuenta para comprender los conflictos y la conducta anormal.
Volviendo a la historia del desarrollo del hombre, la comunicación original del lactante consiste esencialmente en vocalizaciones que revelan su estado de incomodidad y su necesidad de ayuda. Estas vocalizaciones esencialmente señalan estados emocionales. Las respuestas que da la madre establecen la pauta para el desarrollo de sistemas de comunicación posteriores más complejos; es decir, las sonrisas, el hecho de señalar con el dedo, y otros gestos entre el niño y la madre revelan con signos que más tarde se modificarán, como sucede con el lenguaje de los sordomudos, para llegar a constituir un elaborado sistema de comunicación simbólico y no verbal. Los primeros gestos y ademanes son los rudimentos del sistema cinestésico, en el cual los movimientos corporales y las posturas proporcionan información y comunican mensajes a los otros. Así, el caminar con pasos pequeños, glúteos contraídos y postura rígida en una mujer joven, implica su excesiva preocupación por los tabúes de la conducta sexual, mientras que la marcha altanera, condescendiente y francamente erecta de un joven, con la cabeza echada hacia atrás y los brazos rígidos, manifiesta su esfuerzo por cubrir con una pose desdeñosa su miedo callado a ser socialmente inadecuado.
En fecha reciente se han hecho muchos estudios de observación de las primeras interacciones entre el lactante y la madre, que son las que inician el proceso de la comunicación, Al tercero o cuarto mes de la vida, el bebé sano tiene ya un sistema visual motor funcional que le permite el control voluntario de los ojos.
Más o menos al mismo tiempo el niño entra en la etapa del balbuceo como parte de la verbalización pre lingüística, lo cual le da un grado considerable de control sobre la estimulación perceptual que recibe. Incluso en este periodo inicial de su vida, el lactante combina ya, en sus transacciones de actividad juguetona con la madre, varias líneas principales de actos conductuales y sociales (v. gr., fijar la mirada, sonreír y vocalizar). El bebé busca en forma activa la estimulación, pero de manera innata parece dispuesto a orientarse hacia un cierto rango de cantidad y tipo de estímulos, a los cuales permanece atento. Una persona que cuide al niño en forma afectiva y animada le proporcionará estímulo que correspondan al rango que más conviene a las capacidades innatas de ese lactante en particular. Según esto, tanto la madre como el bebé progresan en su comunicación inicial hacia un mantenimiento mutuo de la estimulación; en este proceso el niño responde afectivamente con actos sociales que recompensan a la madre, como sonrisas y pequeños sonidos de agrado. Se ha observado que si la persona que cuida al lactante de un nivel de estímulos demasiado bajo, el bebé deja de hacerle caso y rápidamente pierde el interés en esa persona; si el nivel de estímulos es excesivo, el niño lo evita volteando la cabeza y el cuerpo en otra dirección. Diversas observaciones han mostrado que los lactantes pueden discernir el tono, la intensidad y el ritmo de la voz de la madre o de la persona que los cuida, y que también pueden distinguir la brillantez, los contrastes en la forma y el patrón, a niveles complejos, y los movimientos. Las madres, al jugar con los bebés, despliegan una sorprendente gama de expresiones visuales, auditivas y faciales, y movimientos táctiles.
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