Lengua Escrita
Enviado por karyy32 • 15 de Marzo de 2014 • 1.310 Palabras (6 Páginas) • 263 Visitas
La lectura y la escritura son prácticas sociales con un objeto particular, la lengua escrita. Objeto creado por la cultura, imprescindible en el funcionamiento de nuestra sociedad. La lengua escrita es mucho más que un conjunto de marcas gráficas para sonorizar o transcribir. Además de un sistema de notación convencional, el lenguaje escrito representa distintas formas discursivas que están presentes en la vida del niño, sobre todo en zonas urbanas: carteles y folletos publicitarios, diarios, revistas, textos en las pantallas de la TV; cartas, boletas de servicios, calendarios, agendas, libros de cocina, libros de cuentos, de poesías, enciclopedias, etc. Ese mundo complejo no se desentraña con el reconocimiento de las letras. Señala Emilia Ferreiro: “Las propiedades de los objetos sociales sólo se pueden develar a través de interacciones sociales. La adquisición de la lengua escrita incluye el aprendizaje del código pero no se reduce a él”.
Usted, como todos los adultos practicantes del lenguaje escrito, hace variadas cosas cuando lee o escribe. Pone en juego distintas estrategias para obtener significado de un texto o para producirlo; se esfuerza para utilizar ortográficamente el sistema de notación cuando escribe o pone en juego su conocimiento del sistema para anticipar o verificar un significado cuando lee. Pero también utiliza sus saberes sobre el lenguaje que se escribe, sobre los géneros discursivos y sus soportes textuales. Estos quehaceres propios de los que leen y escriben son prácticas que tradicionalmente la escuela no reconocía como saberes a enseñar.
Los niños construyen estos saberes en forma simultánea durante el proceso de apropiación del lenguaje escrito. Por eso la escuela debería hacerse cargo de su enseñanza, es decir de la comunicación de esos saberes en el marco de verdaderas prácticas sociales. Porque si en el mundo social las prácticas de lectura y de escritura son muy importantes, también lo deberían ser en la escuela.
Pero la escuela “domestica ese objeto, decide que las letras y las combinaciones se presentan en cierto orden, y construye secuencias con la buena intención de facilitar el aprendizaje”. Es decir, convierte ese objeto de la cultura con el que se realizan prácticas sociales en un objeto distinto, en un objeto que tiene entidad solamente en la escuela. Tal es el caso de los “libros de lectura”, que no corresponden a ningún género textual definido y además presentan las letras siguiendo criterios de graduación ya que su característica primordial es que han sido creados para enseñar a leer.
En cambio, el enfoque que sustenta este módulo sostiene que mientras se lee con un propósito auténtico se aprende a leer, porque los textos auténticos permiten a los chicos emplear sus saberes acerca del mundo y acerca de los textos, para obtener significado.
¿Qué sucede en el jardín de infantes?
El jardín de infantes no tiene tras de sí el peso de tantos años de identificación con esos modelos de enseñanza ni con esa concepción del lenguaje escrito. Pero ante la prescripción curricular, encontramos en el nivel varias respuestas de tipo didáctico. Una muy frecuente es la de repetir adelantando en el tiempo estos modos de enseñanza escolar, tan cuestionados por la investigación didáctica que privilegian la lectura y la escritura descontextuadas de su sentido social (copias y ejercitaciones en cuadernos, con el único propósito de “hacer tareas”, nombrar letras o números, descifrar, leer sólo si los niños lo hacen convencionalmente). Otra práctica habitual en el jardín de infantes es la de asimilar estas nuevas propuestas a otras clásicas que responden a concepciones muy diferentes a las actuales como, por ejemplo, circunscribirse al desarrollo de “actividades preparatorias”, conocidas en nuestro medio como aprestamiento o incorporar algunas actividades relacionadas con la lectura y escritura, sin tener en cuenta los diferentes propósitos y concepciones teóricas, a veces contrapuestas, que las orientan. Si bien es cierto que en muchos jardines de infantes bonaerenses se planifican y desarrollan prácticas con el lenguaje y los textos, en ocasiones se incorporan esas prácticas asimilándolas a los modelos conocidos. Un ejemplo de esta situación es cuando en el momento del pasado de lista se remplazan las imágenes
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