Literatura
Enviado por charititititito • 29 de Abril de 2013 • 5.011 Palabras (21 Páginas) • 279 Visitas
Capítulo 3
”La Gran Escolta”
He sido atacado por dementores y puedo ser expulsado de Hogwarts. Quiero saber que esta pasando y cuando me voy a ir de aquí.
Harry copió estas palabras en 3 piezas separadas de pergamino en el momento en que llegó al escritorio de su oscura recámara. La primera la dirigió a Sirius, la segunda a Ron y la tercera a Hermione. Su buho, Hedwig, estaba de cacería; su jaula se hallaba vacía en el escritorio. Harry paseó en su habitación esperando a que ella regresara, con su cabeza palpitándole con fuerza, su cerebro demasiado ocupado como para dormir aunque sus ojos le picaban de cansancio. Su espalda le dolía por cargar a Dudley de regreso a casa, y los 2 bultos en su cabeza donde la ventana y Dudley le había pegado le latían dolorosamente.
De un lado a otro paseó, consumido en enojo y frustración, rechinando sus dientes y apretando sus puños, lanzando miradas furiosas afuera en el cielo vacío, lleno de estrellas cada vez que pasaba por la ventana. Dementores mandados a capturarlo, la señora Figg y Mundungus Fletcher cuidándole las espaldas en secreto, después su suspensión de Hogwarts y su juicio en el Ministerio de Magia- y aun nadie le decía que estaba ocurriendo.
¿Y de que, de que había hablado el Vociferador? ¿De quién era la voz había resonado horriblemente, tan amenazante, a través de la cocina?
¿Por que seguía atrapado aquí sin información? ¿Por que todo el mundo lo estaba tratando como un niño travieso? No hagas más magia, quédate en casa...
Pateó el baúl escolar cuando paso cerca de él, pero lejos de calmar su enojo se sintió peor, ahora tenía un dolor agudo en el dedo del pie con el cual lidiar, en adición del dolor del resto de su cuerpo.
Justo cuando paseaba cojeando por la ventana, Hedwig entró con un suave susurro de sus alas como un fantasma pequeño.
-¡Justo a tiempo!.- Gruñó Harry, cuando ella aterrizaba ligeramente en lo alto de su jaula.- Ya puedes dejar eso abajo, tengo trabajo para ti! Los ojos largos, redondos y ambarinos de Hedwig los miraron reprochándole con una rana muerta en su pico.
-Ven aca.- Dijo Harry, tomando los 3 pequeños pedazos de pergamino y una correa de cuero y atando los manuscritos a su pata.- Llévale esto directamente a Sirius, Ron y Hermione y no regreses sin una respuesta larga. Picotéalos si es necesario hasta que hayan escrito respuestas de un largo decente. ¿Entiendes?
Hedwig ahogó un ululeo, con su pico aun lleno con la rana.
-Ve, pues.-Dijo Harry
Se marchó inmediatamente. En el momento en que se fué, Harry se tumbó en su cama sin desvestirse y miró fijamente al techo. En conjunto con cualquier otro sentimiento miserable, ahora se sentía culpable de haber estado irritable con Hedwig; ella era el único amigo que Harry tenía en el número cuatro, Privet Drive. Pero se disculparía con ella cuando regresara con las respuestas de Sirius, Ron y Hermione.
Debían responder rápidamente; no podían ignorar un ataque de dementores. Probablemente se despertaría mañana con 3 cartas gordas llenas de simpatía y con planes para su inmediato arribo a la Madriguera. Y con esa reconfortante idea, se durmió, sofocando cualquier otro pensamiento.
*
Pero Hedwig no regresó a la mañana siguiente. Harry pasó el día en su habitación, saliendo solo para ir al baño. Tres veces ese día, tía Petunia empujó comida hacia su cuarto a través de la solapa que tío Vernon había instalado hace 3 veranos en su puerta. Cada vez que Harry la escuchaba aproximarse, la trató de cuestionar acerca del Vociferador, pero era igual que preguntarle al pomo de la puerta. Harry no veía razones para forzarlos a estar en su compañía; otra pelea podría lograr solo que se enfadara y que hiciera más magia ilegalmente.
Así pasaron 3 días enteros. Harry estaba lleno alternativamente con una energía inquietante que le hacía imposible concentrarse en nada, durante los cuales se paseo por su habitación de nuevo, furioso con todos ellos por dejarlo en ese desastre, y con apatía que podía quedarse una hora completa, mirando aturdido al espacio, con pánico de pensar en el juicio del Ministerio.
¿Qué pasaría si le dictaran sentencia en contra de el? ¿Que pasaría si era expulsado y si su varita era partida a la mitad? ¿Que haría, a donde iría? No podía vivir con los Dursley tiempo completo, no ahora que conocía el otro mundo, al cual él pertenecía ¿...Era posible que fuera capaz de mudarse a la casa de Sirius, como Sirius había sugerido hace un año, antes de que se viera forzado a huir del ministerio? ¿Le sería permitido vivir ahí solo, dado que él aún era menor de edad? O el hecho de donde iría después sería decidido por el; ¿Sería su infracción de el Estatuto Internacional de Secretismo los bastante severo para que lo llevaran a una celda en Azkaban? Cada vez que este pensamiento ocurría, Harry invariablemente se deslizaba de su cama y empezaba a pasear de nuevo.
La cuarta noche después de la partida de Hedwig, Harry estaba tumbado en una de sus fases apáticas, mirando el techo, su mente cansada en blanco, cuando su tío entro a su habitación. Harry miró lentamente hacia el. Tío Vernon tenía puesto su mejor traje y con una cara de engreído.
- ‘Vamos a salir’- Dijo.
- ‘¿Perdón?’
- ‘Nosotros - es decir, tu tía, Dudley y yo- vamos a salir’.
- ‘Bien.’-Dijo Harry viendo de nuevo al techo.
- ‘No debes salir de tu habitación mientras estamos fuera.’
- ‘Esta bien’
- ‘No debes tocar la televisión, el estereo, o cualquiera de nuestras posesiones’.
- ‘Correcto’.
- ‘No debes robar comida del refrigerador’.
- ‘Esta bien’.
- ‘Voy a cerrar con llave tu habitación’
- ‘Haces eso’
Tío Vernon miró con furia a Harry, claramente sospechando de su carencia de argumento, después salió de la habitación y cerró la puerta detrás de el. Harry oyó la llave dando vuelta a la cerradura y los pasos de Vernon bajando pesadamente las escaleras. Pocos minutos después escuchó las puertas del coche cerrarse de golpe, el gruñido del motor, y el inconfundible ruido del carro curveando fuera del camino.
Harry no tenía ningún sentimiento particular acerca de que los Dursleys se fueran. No había diferencia para el si estaban en casa o no. No podía ni convocar un poco de energía para levantarse y prender la luz de su recámara. La oscuridad de la habitación creció constantemente alrededor de él cuando escuchaba los sonidos de la noche a través de la ventana que mantenía abierta todo el tiempo, esperando el bendito momento cuando Hedwig regresara.
La casa vacía crujió alrededor
...