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PARAFASEO TALLER LECTURA Y REDACCIÓN


Enviado por   •  5 de Junio de 2017  •  Apuntes  •  3.462 Palabras (14 Páginas)  •  482 Visitas

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PARAFASEO[pic 1]

MATERIA:

TALLER LECTURA Y REDACCIÓN

NOMBRE DEL PROFESOR:

ARTURO

NOMBRE DEL ALUMNO:

CRISTIAN EDUARDO RAMIREZ

GRADO: 1 DE PREPARATORIA    

GRUPO: “A”

II LOS DESASTRES DE LA GUERRA

En los recesos consumíamos teleras de crema que no se reaparecerán a ver nunca. Jugueteábamos en dos grupos: árabes y judíos. Terminaba de fundarse Israel y sucedía  una cruzada hacia la Unión Árabe. Los críos que en realidad eran árabes y judíos únicamente dialogaban para despreciar y luchar. Bernardo Mondragón, nuestro educador, les explicaba: Ustedes emergieron aquí. Son tan aztecas como sus colaboradores. No adquieran la antipatía. Posteriormente de todo lo que concluía  de filtrarse (las inmortales estragos, las huertas de aniquilación, el proyectil nuclear, las millonadas y millonadas de caídos), la tierra siguiente, el planeta en el que ustedes florecerán individuos, corresponde formar un área de armonía, un terreno fuera de infracciones y fuera de ofensas. En las hileras de detrás tintineaba una risa. Mondragón nos prestaba atención apenadísimo, se cuestionaba qué marchaba a formarse de nosotros con las estaciones, cuántos trastornos y cuántos desastres todavía existirían por en frente. Hasta en aquel tiempo el gobierno oriental permanecía como la luminosidad de una fatalidad caída: Para mí, crío del asentamiento Roma, árabes y judíos eran "turcos". Los "turcos" no me implicaban insólitos tal Jim, que germinó en San Francisco y conversaba sin entonación los dos dialectos; o Toru, desarrollado en un cultivo de reunión para orientales; o Peralta y Rosales. Ellos no contribuían colegiatura, vivían pensionados, existían en las poblaciones arruinadas de la emigración de los Doctores. La carretera de La Piedad, aún no reclamada avenida Cuauhtémoc, y el jardín Urueta constituían la raya límite asociante a Roma y Doctores. Romita era un aldea aíslada. Allí vigila el Individuo del Saco, el gran Quita pequeños. Si vas a Romita, chiquillo, te confiscan, te quitan  los visores, te desbastan las asistencias y la  lengüeta, te colocan a requerir compasión y el Tipo del Saco se queda con cualquier cosa. De día es un indigente; de noche un poderoso distinguidísimo reconocimiento al aprovechamiento de sus mártires. El recelo de vivir junto de Romita. El recelo de transitar en coche por el viaducto de corriente Coyoacán: únicamente rutiles y inconscientes; bajo el arroyo indecente de La Piedad que a períodos con los aguaceros se inunda. Anteriormente de la batalla en el Medio riente el importante juego de nosotros género fundamentaba en fastidiar a Toru. Chino japonés: almuerza excremento y no me proporciones. Aja, Toru, embiste: voy a hundir un par de rehiletes. Jamás me agregué a las deshonras. Recapacitaba en lo que juzgaría yo, magnífico mexicano en una academia de Tokio; y lo que toleraría Toru con aquellas laminillas en que los japoneses eran personificados como monos gesticulantes y sucumbirían  por miles. Toru, el superior del conjunto, destacado en cualesquiera los elementos. Eternamente aprendiendo con su obra en la privanza. comprendía jiu-jit-su. Una vez se molestó y por corto crea cachos a Domínguez. Le exigió a solicitarle misericordia de rodilleras. Ninguno regresó a introducirse con Toru. Hoy rige una manufactura japonesa con cuatro mil cautivos aztecas. Coexisto de la Irgún. Te asesino: Soy de la Legión Árabe. Emprendían las peleas en el despoblado. Le expresábamos así puesto que era un huerto de finca matizada, harina de tezontle o azulejo, sin arboledas ni vegetaciones, únicamente una cartón de pavimento al fondo. Escondía un desfiladero dispuesto en épocas de la seguimiento creyente para conseguir a la residencia de la arista y desaparecer por la demás vía. Reflexionábamos el obscuro una impresión de tiempos antiquísimas. Sin decomiso, en aquel instante la batalla cristera se encontraba salvo distante de lo que nuestra niñez está de actualmente. La beligerancia en que la raza de mi mama previno con señal más que cariño. Veinte primaveras de próximo continuaban reverenciando a los caídos tal el padre Pro y Anacleto González Flores. En variedad ninguno conmemoraba a los millares de pueblerinos caídos, los agraristas, los educadores agrarios, los militares de leva. Yo no concebía nada: la batalla, cualquier batalla, me implicaba algo con lo que se inventan películas. En ella tarde o temprano dominan los compasivos (¿quiénes son los compasivos?). Por riqueza en México no poseía batalla desde que el general Cárdenas sometió la sublevación de Saturnino Cedillo. Mis papás no lograban entender como su infancia, juventud y pubertad franquearon sobre una base continua de peleas y ejecuciones. Pero aquel año, al creer, las entidades marchaban muy perfecto: a cada rato aturdían los géneros para transportarnos a la apertura de vías, carreteras, rapiñas, jardines atléticos, clínicas, administraciones, construcciones enormes. Por norma ordinaria era nada más un cúmulo de pedruscos. El gobernador abría monumentales estatuas inacabadas a sí mismo. Períodos y períodos bajo el día sin movilizarnos  ni beber agua -Rosales trasfiere frutos; son muy sensibles para la sed; pásate uno- esperando la llegada de Miguel Alemán. Nuevo, alegre, sociable, esplendente, congratulando a borde de un vehículo de amajadas con su corte. Ponderaciones, papel picado, tiras, galanterías, chicas, ejércitos (aún con sus yelmos franceses), pistoleros (todavía ninguno los citaba guardaespaldas), la inmortal viejecita que destroza la barrera militar y es representada cuando transfiere al Jefe gobernador una parte de capullos. Poseía diversas amistades pero nadie les abatió conforme a mis papás: Jorge por ser producto de un comandante que luchó a los cristeros; Arturo por aparecer de un dúo separado y ser a encargo de una familiar que recogía por arrojar los mensajes; Alberto ya que su mamá desamparada atareaba en una sucursal de transites, y una dama modesta no le correspondía salir de su vivienda. Aquel período yo era camarada de Jim. En las aperturas, que ya establecían fragmento originario de la existencia, Jim decía: Hoy va a aparecer mi padre. Y luego: ¿Lo ven? Es el de la chalina marina costa. Allá está adyacente al gobernador Alemán. Pero ninguno lograba diferenciar afiliarse las cabecitas perfectamente desenredadas con linaza o Glostora. Eso sí: a exiguo se anunciaban sus fotos. Jim atribuía los fragmentos en su morral. ¿Ya distinguiste a mi padre en el Excélsior? Qué raro: no se consideran en nada. Bueno, expresan que surgí a mi madre. Voy a parecerme a él cuando ascienda.

III ALÍ BABÁ Y LOS CUARENTA LADRONES

Era insólito que si su papá poseía un rango tan transcendental en el régimen y una autoridad concluyente en los servicios, Jim aprendiera en una sociedad de un rango más alto, conveniente para quienes vegetábamos en la parecida colonia Roma retorno a falta, no para el producto del eficacísimo camarada inseparable y colega de banco de Miguel Alemán; el vencedor de millonadas y millonadas a repetición decisión del director: tratados por únicas porciones, propiedades en Acapulco, autorizaciones de transportación , arquitectas, permisiones para instituir sucursales de sociedades norteamericanas; amiantos, códigos para envolver todas las terrazas con tinaja de amianto cancerígeno; tráfico de leche en harina sustraída a los almuerzos gratis en los colegios notorios, alteración de vacunaciones y recetas, formidables alijos de riqueza y metal, enormes ramificaciones adquiridas a monedas por medida, períodos antes de que se avisaran la calzada o las tareas de edificación que exaltarían diez millares de  ciclos el valor de aquella superficie; cien millonadas de monedas intercambiados  en billetes y colocados en Suiza el día preliminar a la desvalorización. Aún más insondable implicaba que Jim existiera con su mamá no en una vivienda de Las Lomas, o cuando menos Polanco, sino en un distrito en un tercer suelo junto al colegio. Qué raro. No proporciona, se expresaba en los recesos: la madre de Jim es la codiciada de ese tipo. La cónyuge es una veterana espantosa que sale numerosas en sociales. Fíjate cuando haya una señal para los infantes indigentes (je je, mi padre expresa que primitivo los forman necesitados y pronto les dan donación) y la verás pintada: aterradora, corpulentísima. Parece guacamaya o mamut. En cambio la madre de Jim es muy joven, muy gentil, algunos creen que es su familiar. Y él, terciaba Ayala, no es producto de ese cabrón rufián que está chingando a México, sino de un reportero gringo que transportó a la madre a San Francisco y jamás se enlazó con ella. El Dueño no asiste muy justo al pobre de Jim. Expresan que posee señoras por indivisas porciones. Hasta figuras de película y toda la forma. La madre de Jim sólo es una entre varias. No es seguro, les contradecía yo. No sean así. ¿Les apreciarían que se conversara de sus mamás en esa representación? Ninguno se emprendió a expresar estas cosas a Jim pero él, como si predijera el chisme, pedía: Veo escaso a mi padre ya que perpetuamente está externamente, atareando al servicio de México. Sí cómo no, replicaba Alcaraz: "atareando al favor de México": Alí Baba y los cuarenta ladrones. Expresan en mi hogar que constan despojando hasta lo que no hay. Todos en el régimen de Alemán son una pelota de cleptómanos. Ya que te conseguí otro suetercito con lo que nos despoja. Jim se disputa y no pretende conversar con ninguno. No comprendo qué transitaría si se dara cuenta de los murmullos aproxima de su mamá. (Cuando él está actual las embistas de nosotros camaradas se restringen al Dueño.) Jim se ha acostumbrado mi camarada ya que no soy su magistrado. En resumidas cuentas, él qué culpa tiene. Ninguno elige cómo surge, adónde aparece, cuándo surge, de quiénes surge. Y ya no marchamos a ingresar en la ofensiva de los recesos. Hoy los judíos arrebataron Jerusalén pero pronto será la reparación de los árabes. Los viernes, a la escapatoria de la academia, iba con Jim al Roma, el Royal, el Balmori, teatros que ya no están. Filmaciones de Lassie o Elizabeth Taylor adolescente. Y nuestro predilecto: transmisión triple visto millar ciclos: Frankenstein, Drácula, El Individuo Lobo. O transmisión par: Aventuras en Birmania y Dios es mi copiloto. O bien, una que al padre Pérez del Valle le hechizaba programar los domingos en su Club Vanguardias: Adiós, míster Chips. Me dio tanta desconsuelo como Bambi. Cuando a los tres o cuatro años vi este filme de Walt Disney, hubieron que sacarme de la sala  sollozando ya que los acechadores asesinaban a la madre de Bambi. En la batalla mataban a millonadas de mamás. Pero no lo sabía, no sollozaba por ellas ni por sus retoños; aunque en el Cinelandia -junto a las hipérboles del Pato Donald, el Ratón Mickey, Popeye el Marino, el Pájaro Loco y Bugs Bunny-pasaban los informadores: proyectiles bajando a machacón sobre las urbes, morteros, peleas, inflamaciones, escombros, cuerpos.

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