Pensamiento Y Lenguaje
Enviado por yovany_22ma • 1 de Marzo de 2015 • 2.202 Palabras (9 Páginas) • 228 Visitas
PENSAMIENTO Y LENGUAJE (TEG)
Pensamiento y lenguaje
Jorge Luis Oviedo
La frontera entre lenguaje y pensamiento pudo resultar más evidente antes de que apareciera el lenguaje ( y el lenguaje sólo pudo aparecer cuando el hombre comenzó a pensar, es decir, adquirió conciencia de sí mismo, de su entorno y pudo, además desarrollar estrategias de sobrevivencia, tanto para adquirir sus alimentos como para trascender a todos los demás animales que, por lo general –en el caso de mamíferos y reptiles superiores– lo superaban en fuerza y velocidad), sobre todo antes de se acumularan decenas de palabras (y los conceptos de éstas lógicamente) que permitieran al ser humano expresar sus ideas (plan de ataque en una cacería, edificación de una fortaleza, etc.) con menor esfuerzo y mayor claridad; y que le facilitaran también incrementar la difusión del conocimiento de la realidad circundante y, con ello, aprehender la realidad ya no solamente de forma directa, sino a través de la experiencia de terceros ( como ocurre con la escuela por ejemplo o en la enseñanzas familiares, asunto que sabemos no ocurre con los animales una vez que dejan de depender de sus padres).
A partir de la aparición del lenguaje el ser humano tuvo, en consecuencia una segunda fuente de aprendizaje, ya no sólo el de la experiencia directa o el que directamente proporciona la realidad.
La experiencia, más la posibilidad que brinda el lenguaje verbal, el lógico (como el de la matemática) permitieron al ser humano incrementar la capacidad de su pensamiento y pudo trascender del mito a la reflexión filosófica, es decir, de la explicación mágica del mundo ( muy rica en seres imaginarios, por cierto), pero totalmente apegada al entorno natural, social y cultural.
Los relatos de la creación del mundo y del hombre en todas las culturas suelen coincidir en los aspectos generales, pero diferenciarse en los particulares. Al comparar el Génesis en la Biblia con el relato de la creación del Popol Vuh, por ejemplo, encontramos que primero fueron creadas todas las cosas del mundo: agua, plantas animales, estrellas, etc., y después el hombre. Eso ocurre en ambos relatos, pero difieren en aspectos culturales y del entorno. En el Génesis bíblico el ser humano proviene de una sola pareja (no es de extrañar porque árabes y judíos son incestuosos), en el relato maya los primeros hombres provienen de 4 parejas diferentes (tampoco es de extrañar, porque los mayas no admiten el incesto). En la Biblia se cuenta que el primer hombre fue creado de barro (tampoco es de extrañar porque en el desierto el barro es un elemento estrechamente relacionado con la vida de esos pueblos, y donde además la resequedad del ambiente lo hace perdurar aunque no esté cocido); en el Popol Vuh las primeras cuatro parejas fueron hechas de maíz ( el alimento principal de los mayas. Los hombres hechos de barro, en el primer ensayo de los dioses, perecieron a consecuencia de las lluvias torrenciales del trópico).
En todas las culturas de la antigüedad el lenguaje (la palabra más exactamente) tuvo carácter mágico: bastaba pronunciar algo que se había pensado para crearlo o para sanar al enfermo. Puede decirse que no existía, en ese sentido, distinción entre pensamiento y lenguaje, como tampoco existía distinción entre mito y realidad.
Es, pues, hasta que surge el pensamiento filosófico que comienza la polémica en torno al lenguaje y el pensamiento: si son una misma cosa, si se complementan, o si son totalmente diferentes, si se desarrollan de forma independiente el uno del otro, o sí el pensamiento depende del lenguaje o éste último del pensamiento.
En la actualidad hay aspectos que nos parecen claros, como que se trata efectivamente de dos acciones (no visibles a simple vista por lo demás, aunque captables por medio de aparatos muy sofisticados y sensibles a la actividad nerviosa de nuestro cerebro, hasta el grado de saber en qué parte se aloja el lenguaje, la risa, la visión, etc., de un cerebro en condiciones normales) diferentes, pero muy estrechamente vinculadas.
La polémica en torno a la relación y distinción del “lenguaje y el pensamiento” se remonta a la antigua Grecia –por lo menos de lo que tenemos certeza–; se discutió también en la época medieval, volvió de nuevo a debatirse con gran interés en los comienzos de la historia moderna, y recibió su base auténticamente científica en los trabajos de los clásicos de nuestros días.
Entre 1920 y 1940 se hizo hincapié en el plano histórico del problema y en las cuestiones de la interconexión del lenguaje con el pensamiento. Hubo tentativas para establecer las sucesivas etapas en el desarrollo del lenguaje y del pensamiento:
Lenguaje: a) Estadio prelógico, b) Estadio primitivo en imágenes, c) Estadio «mágico laboral».
Pensamiento: a) Lógico, b) Lógico formal y c) Tecnológico.
Sin embargo pronto se vio que la correlación entre el pensamiento y el lenguaje entre pensamiento y los medios de su expresión verbal no es tan rectilínea, pues diversas estructuras pueden expresar con igual resultado las conquistas modernas del pensamiento y los conocimientos acumulados. Carece, por lo tanto, de fundamento la teoría de los estadios y su correspondiente teoría de la unidad del proceso en la lingüística.
A partir de 1950 quedaron en un segundo plano las investigaciones de las relaciones entre lenguaje y pensamiento. Pero el problema subsiste, y se ha seguido investigando desde otros puntos de vista, como el sociológico.
Durante los últimos años la atención de los lingüistas, filósofos, etnólogos, psicólogos, etc., se ha dirigido sobre todo al estudio de la estructura del lenguaje y del pensamiento. Se considerada la lengua en un plano sincrónico (existencia del sistema en un momento determinado, el español tal como es y opera en la actualidad, por ejemplo). Y aunque esto es válido e importante no excluye el otro aspecto, el diacrónico sin el que no se puede alcanzar el pleno conocimiento tanto de la lengua como del pensamiento.
Así, pues, el problema de las relaciones entre lenguaje y pensamiento implica un cúmulo variado de cuestiones y aspectos.
De ahí que no podemos, por ejemplo, considerar la lengua como totalmente independiente del pensamiento. Puede estudiarse la lengua, sí, como un sistema de signos con su estructura propia y cerrada en sí misma. Pero también nos damos cuenta que su función es semántica, y por ello no puede quedarse en el puro estudio del sistema de los signos. La función de significar algo tiene su origen y desarrollo en una sociedad
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