Pequeño Cerdo Capitalista
Enviado por Aldaloga • 9 de Abril de 2013 • 7.481 Palabras (30 Páginas) • 1.936 Visitas
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La mayoría de los gurús de las finanzas personales te dirán
que para tener mejores cuentas debes empezar por analizar
tus ingresos y tus egresos, hacer un presupuesto, priorizar,
ver dónde recortar… por supuesto que esto funciona, pero
no vamos a empezar por ahí —lo haremos después, no te
preocupes. ¡Cha chán! ¿Y eso por qué? Pues simplemente porque
ordenar tu vida financiera cuando no has visto un solo
resultado puede ser poco inspirador y un relajo.
En ocasiones, pequeños avances pueden ser la motivación
para tener las ganas y la paciencia para sentarse a checar
voucher por voucher, anotar nuestros gastos de todo un
mes, quitarle aquí, ponerle allá, etcétera, para hacer el famoso
presupuesto.
Quien no esté de acuerdo se va directito al Capítulo 3 y
luego regresa. Quien sí, quédese leyendo.
Hagamos memoria, remontémonos a aquellos ayeres —que
para algunos literalmente fue ayer y para otros casi siglos—
en los que éramos unos pequeñuelos estudiantes sin trabajo
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ni sueldo… claro, a menos que cuentes como trabajo eso
de ser hijo, donde algunos ganan desde medio salario mínimo
mensual hasta sueldo de ejecutivo, dependiendo del
jefe, bueno del papi.
¿Recuerdas que la mesada bastaba para el cine, el CD o
el cambio anual de gadget reglamentario?, y estirándole un
poco, hasta para los regalitos del susodicho o la susodicha.
Yo no sé si es producto de una extraña obra de magia negra
financiera, pero a la mayoría le alcanzaba más el dinero entonces,
que después de entrar a su segundo trabajo.
Alguna vez en Twitter alguien me escribió: “¿Me creerás
que llevo más de un año con sueldo y $0 ahorrados?”, y no
sólo le creí, de hecho, es de lo más común.
Una de mis adoradas amiguitas, víctima favorita para balconear
gracias a sus inexistentes hábitos de planeación financiera,
me confesó durante un concierto que pese a su
flamante trabajo de abogada en un tribunal, no tenía ni un centavo,
ya no digamos en un fondo de inversión o una cuenta de
ahorro… ¡Vaya! Ni en la alcancía de cerámica del mercadito.
Mi shock provenía, justamente, de que todas mis amigas
de la prepa y yo empezamos a trabajar en el mismo año (más
o menos a la mitad de la carrera o casi acabando), entonces
ella triplicaba, literalmente, nuestro sueldo de becarias porque
ya era funcionaria respetable.
Bueno, entre compritas, comprotas, ganarse a pulso ser
cliente consentida de su salón de belleza y viajecitos, se le
ha ido el sueldo entero, desde el primer empleo, hasta la fecha.
Lo más inexplicable es que sus ingresos representaban
una gran diferencia
contra sus ingresos de estudiante: su
mesada era si acaso el 10% de su salario. ¿Te suena conocido?
¿A cuántas personas conoces así (incluyéndote)?
Varias causas generan este extraño fenómeno:
✓ Te emociona “ganar tu propio dinero” por primera vez
y sientes que eres más libre de gastar.
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✓ Piensas que ahorrarás cuando tengas dinero para hacerlo...
lo que sea que esa mentirota signifique.
✓ Elevas tu benchmark: si antes gastabas $350 en un regalo
de cumpleaños para la familia o el novio (a), ahora,
aumentas el mínimo a $1 000. Lo mismo aplica con
las salidas y la ropa.
✓ Esperas siempre los aumentos para gastar más y visualizas
el ahorro como un sacrificio, en lugar de una inversión
para ti mismo o para alcanzar metas mayores, ¿la
cuenta de todos tus gadgets equivalen al enganche
de un coche? ¡Gulp!
✓ Dejas de priorizar: como tienes más dinero, en lugar de
ser más selectivo con lo que compras (como antes que
pudieras), ¡te llevas todo y hasta andas cazando baratas
para derrochar!
Muchos dirán: “No se puede”; “no tengo dinero para ahorrar”;
“apenas me alcanza con lo que gano”, etcétera, etcétera,
pero, ¿qué habría pasado si nunca te hubieran aumentado el
sueldo? Simplemente no gastarías más.
Esto explica por qué el nivel de ingresos tiene poco o nada
que ver con ahorrar; siempre culpamos a nuestro sueldo,
pero, ¿de verdad un aumento te permitirá hacerlo, o sólo es
una excusa para posponerlo?
Aunque no lo creas, para revertir tu gastitis aguditis hay
muchas soluciones: amarrarte las manitas y encontrar un instrumento
de inversión automático que te descuente AL PRINCIPIO
de la quincena; buscar una fuente de ingresos adicional
y destinarla sólo al ahorro; dejar de ir a “pasear” a los centros
comerciales los fines de semana; o dejar en tu cuenta tu
aumento de sueldo ÍNTEGRO desde el primer segundo que
lo recibas.
Barajearé más lento las opciones en las siguientes páginas
del capítulo, pero el principio es muy sencillo: si quieres
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ahorrar, ¿por qué no te “olvidas” de que te aumentaron el
sueldo?
Y no te preocupes por no encontrar la forma, por ideas
no paramos, en este capítulo encontrarás muchas, muchísimas
formas de lograrlo… claro, si quieres.
Temo decirte que con más razón tienes que ahorrar. Claro,
a menos de que quieras vivir en casa de tus papás hasta los
cuarenta o piensas que ahorrar será casi una misión imposible
cuando ya tengas hijos.
Como ya no nos urge (tanto) casarnos, cada vez nos quedamos
más apapachadotes en la casa y nos “aferramos al
nido”
hasta con las uñas.
Creo que en la generación de mi papá, los que se quedaban
con los progenitores hasta el matrimonio iban dejando
el nido entre los 23 y los 27 años… bueno, otros más bien llegaban
con la esposa o esposo, pero esa es otra historia.
Ahora existen muchos casos donde los polluelos salen
del hogar pegándole a los 30, regresan después de haber vivido
solos, de estudiar en el extranjero o nunca se van. Quedarse
con los papás podría tener
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