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Enviado por   •  23 de Abril de 2014  •  Tesis  •  4.546 Palabras (19 Páginas)  •  180 Visitas

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En este escrito expongo la ética de G. Hottois y las correspondientes tres vías que propone: hay que hacer todo lo que es posible hacer; no hay que hacer todo lo que es posible hacer; o bien tomar una vía intermedia. Este filósofo observa que la técnica ha extendido de forma extraordinaria nuestro campo de acción y con ello la pregunta ética se ha ampliado también. De ahí que sea indispensable tomar conciencia de cuáles son las consecuencias, incluso las que no podemos ver en nuestro horizonte de nuestra acción técnica ya que no podemos seguir haciendo todo lo que la técnica nos permite hacer.

Palabras clave

ética, técnica, hombre, naturaleza, bioética, tecnociencia.

En su libro El paradigma bioético, una ética para la tecnociencia, G. Hottois propone tres vías para la ética hoy. Observa que la técnica ha dilatado de forma extraordinaria nuestro campo de acción y con ello la pregunta ética se ha ampliado también. De ahí que sea necesario tomar conciencia de cuáles son las consecuencias, incluso lejanas de nuestra acción técnica, ya que no podemos seguir haciendo todo lo que la técnica nos permite hacer. La pregunta ética está ligada al futuro y a la tecnociencia de una forma general y concreta, y se puede enunciar de la siguiente manera: ¿Qué vamos a hacer del hombre? La conciencia tecnocientífica, según Hottois, muestra cada vez más una sensibilidad moral que gravita alrededor del poder tecnocientífico necesario para manipular la naturaleza humana. Manifiestamente, muchos biogenéticos alarmados por las posibilidades de su arte, se han comprometido con una actitud social y moral. También se han multiplicado los comités, comisiones e institutos de biotética o de ética de las ciencias de la vida, o de ética, simplemente. Ahora bien, si consideramos la pregunta ¿qué vamos hacer del hombre? de una manera enteramente general y formal se pueden distinguir tres tipos distintos de respuestas que son imprescindibles reseñar. Las tres vías que propone Hottois son las siguientes: a) Optar por la solución de intentar todo lo tecnocientíficamente posible; b) optar por un reconocimiento global y de la conservación del hombre-naturaleza; c) optar por una vía intermedia en la que se intenten algunas de las posibilidades tecnocientíficas en función de ciertos criterios a determinar.

La primera vía: el ensayo libre de lo posible o imperativo técnico. Tomar la decisión de intentar hacer todo lo que es posible no coincide con la afirmación de que todo es posible, ni tampoco con que todo lo que es posible es realizable. Significa que no se reconoce ninguna limitación a priori, ya sea ética, metafísica, religiosa o, de forma general, simbólica. La experimentación sólo mostraría lo que funciona aquí y ahora.

En esta vía, se trata de no poner límites a la investigación ya que “hay que hacer todo lo que es posible hacer”, es la consigna. La esencia misma de la investigación científica radica en que todo lo que es posible hacer se debe hacer. Por esta razón, se sostiene que la ciencia consiste en intentar cada posibilidad alternativamente, en rechazar lo que no funciona y admitir lo que funciona sin inquietarse por el hecho de que esto choque con nuestros prejuicios.

Algunas formulaciones al respecto pueden ser:

E. Teller (padre de la bomba atómica): “El hombre tecnológico debe producir todo lo que es posible y debe aplicar los conocimientos adquiridos sin límite alguno”.

D. Gabor (padre de la holografía): “lo que puede ser hecho debe hacerse”.

D. Janicaud: “Todo lo que es técnicamente realizable debe ser realizado con independencia de que esa realización, se juzgue como moralmente buena o mala”.2

Estos científicos tienen una idea común: la investigación científica está basada en un laissez-faire, es decir, en el derecho a la libertad de investigación; ella proclama la autonomía de la investigación. Este espíritu técnico y el espíritu del capitalismo tienen profundas analogías que gravitan alrededor de la noción de poder. La esencia de la tecnociencia radica en la voluntad de poder que hay en ella, en el deseo de dominar y controlar a las personas.

Una de las justificaciones filosóficas utilizadas para defender la opción de intentar todo lo posible se sustenta en el hecho de que esta tendencia prolongaría la evolución creadora explorando, de forma constructiva, la plasticidad de la especie humana, de la vida y, más generalmente, del ser. La idea de realizar cuanto es posible responde, igualmente, a la tentación de lo que se podría llamar “la creatividad tecnocientífica por la creatividad tecnocientífica”, es decir, por el placer y la satisfacción que ésta suscita en quien la practica como tal y que tanto evoca aquella otra tentación del arte por el arte. De alguna forma, afirma Hottois, es una “seducción tecnopoética que manifiesta, claramente, la amoralidad fundamental de la tecnociencia”. Asimismo, dirá Hottois, que “hay una fascinación propia de la técnica que nos lleva a pensar que ejecutar todo lo que es técnicamente posible es una actitud progresista y técnica. Éste es el comportamiento típico de la primera generación que prueba todas las posibilidades, simplemente, porque son nuevas, como un niño juguetón o un mono joven… La actividad técnica madura es otra. Utiliza los instrumentos técnicos como medios para conseguir un fin…una técnica que se da por un fin en sí todavía no es técnica”.3 Como podemos ver, esta primera vía expresa puntos de vista muy actuales en la imaginación contemporánea.

La segunda vía: la conservación del hombre-naturaleza. Según esta vía lo importante es “mantener el planeta en un estado de bienestar para el hombre”, porque “somos los gestores de la biósfera pero no sus propietarios”. La tecnociencia sólo podrá ponerse al servicio de esta preservación (conservación) y tendrá a cada momento que respetar la vida. De la misma forma, debe evitar poner en peligro la vida y la libertad de las personas, también debe preservar los equilibrios biológicos del planeta, debe evitar la imprudencia de romper la homeostasis terrestre (la evolución de los componentes químicos de la biósfera) y la supervivencia de las especies animales y vegetales que pueblan la tierra y, por último, salvaguardar la diversidad biológica.

La “filosofía” oficial de la UNESCO ha hecho un llamado para una mejor “gestión de lo vivo” y para una “estrategia mundial de la conservación”. Como podemos observar, generalmente se trata de llamadas de advertencia que se centran sólo en el sentido de la responsabilidad colectiva de hombres y mujeres respecto de las amenazas que pesan sobre el ambiente y que ponen

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