ROSARIO A LA DIVINA MISERICORDIA
Enviado por daneilka47 • 18 de Marzo de 2015 • Tesis • 1.404 Palabras (6 Páginas) • 246 Visitas
ROSARIO A LA DIVINA MISERICORDIA
Expiraste Jesús pero la fuente Divina broto para las almas y el mar de la misericordia se abrió para el mundo entero. Oh fuente de vida insondable misericordia divina, abarca el mundo entero y derrámate sobre nosotros. Oh sangre y agua que brotaste del corazón de Jesús, como una fuente misericordiosa para nosotros, en ti confiamos.
Nos colocamos bajo la fuente de la divina misericordia. El agua y sangre, que broto del corazón de Cristo, en fe colocamos también bajo esa fuente divina a nuestros familiares, a los amigos, a los enfermos, a los obispos sacerdotes, consagrados a las familias en crisis a los niños, a los jóvenes y a todas las personas que nos han pedido oración. También colocamos bajo esa fuente divina nuestras dificultades, necesidades, proyectos y el descanso y el alivio de las benditas almas del purgatorio.
“Oh sangre y agua que brota del corazón de Jesús como una fuente de misericordia para mí: En ti confió”
(Se repite tres veces)
Padre Nuestro
Dios te salve María
Credo.
PRIMER MISTERIO: La agonía de nuestro Señor en el Huerto de los Olivos.
Señor Jesús, en el Huerto de los Olivos, experimentaste el más terrible dolor y cruel angustia, rogaste a tu padre que apartará de ti el amargo cáliz pero añadiste inmediatamente: “Padre hágase tu voluntad y no la mía. Te rogamos Jesús que hoy vuelvas”, tú mirada misericordiosa sobre todo los que buscamos hacer la voluntad del Padre pero no tenemos la fortaleza necesaria para cumplirla. Ayúdanos Señor Jesús.
Señor Jesús en el Huerto de los Olivos por la visión que tuviste de todos nuestros pecados te invadió la más infinita de las amarguras que te llevaron a exclamar “Mi alma esta triste hasta la muerte” y broto sudor de sangre de tu cuerpo, tan abundante que cayó sobre la tierra. Señor Jesucristo, te pedimos que caiga sobre nosotros tú sudor de sangre, laves nuestros pecados y nos des un verdadero arrepentimiento y nos ayudes a aceptar la voluntad del Padre.
POR TU DOLOROSA PASIÓN: TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS Y DEL MUNDO ENTERO.
(Se repite diez veces)
Padre eterno te ofrecemos el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de tu amadísimo hijo nuestro Señor Jesucristo como propiciación de todos nuestros pecados y los pecados del mundo entero.
SEGUNDO MISTERIO DOLOROSO: La flagelación de Nuestro Señor Jesucristo.
Jesús mío una vez puesto preso, fuiste torturado en el pretorio de Pilatos, te condenaron, te quitaron tus vestiduras, te ataron a una columna, te azotaron sin piedad alguna. No obstante tu lleno de misericordia, perdonaste a tus verdugos, cada uno de los azotes con los que hirieron tu cuerpo, así nos perdonas a nosotros, cada vez que te azotamos con nuestros pecados y nos acercamos arrepentidos al sacramento de la reconciliación.
Gracias Jesús por enseñarnos a perdonar y amar.
Por tu flagelación te pedimos Señor que destierres de nuestro corazón el azote del odio, del resentimiento, de la envidia, del egoísmo, de la crítica, del desamor, de la falta de confianza en tu misericordia y de todo lo que flagela mi corazón.
POR TU DOLOROSA PASIÓN: TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS Y DEL MUNDO ENTERO.
(Se repite diez veces)
Padre eterno te ofrecemos el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de tu amadísimo hijo nuestro Señor Jesucristo como propiciación de todos nuestros pecados y los pecados del mundo entero.
TERCER MISTERIO DE DOLOR: Nuestro Señor Jesucristo es coronado de espinas.
Oh Señor, después de tu flagelación, incrustaron en tu cabeza cruelmente una corona de espinas, rompiendo carne, venas y nervios, sobre tu cuerpo; sangrante colocaron un sucio manto de color purpura y para completar la mufa a tu condición de Rey te dieron de cetro, una vulgar caña que colocaron en tu sangradas manos.
Los que se burlaron de ti vieron en tu actitud, que sentías una gran compasión por ellos, ellos que los perdonabas y aún más que los amabas.
Perdónanos Señor porque cada vez que cometemos pecados clavamos espinas en tu cabeza, te gritamos que tú no eres el Rey de nuestras vidas y te entregamos como cetro nuestro pecado.
Señor estamos enfermos del cuerpo y del alma por la consecuencia de nuestros pecados, pero tu misericordiosamente nos dices que te dejaste
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