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EN EL DOMINIO DEL PENSAMIENTO. HISTORIA CRÍTICA DEL PENSAMIENTO


Enviado por   •  21 de Octubre de 2016  •  Resumen  •  5.919 Palabras (24 Páginas)  •  252 Visitas

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EN EL DOMINIO DEL PENSAMIENTO. HISTORIA CRÍTICA DEL PENSAMIENTO

Las nociones de racionalidad, experiencia, problematización podían ser perfectamente sustituidas por “sistemas de pensamiento”, aun cuando no eran términos sinónimos pues enfatizaban dimensiones distintas.

De hecho, Foucault enmarcaba toda su investigación, el estudio de esos dominios de experiencia, de problematización, etc. en el campo de una historia del pensamiento.

En su autodefinición en el diccionario de Huisman, decía que se podría “denominar su empresa Historia crítica del Pensamiento”. Y su cátedra en el College pasó a denominarse cuando él la ocupo, “Historia de los sistemas de pensamiento”,

Hizo varias tentativas por definir el concepto de una Historia de Pensamiento, que comportaba realmente, cuál era su significado real, lo que le conducía, evidentemente, a tener que afinar qué entendía en sentido estricto del pensamiento.

En muchas ocasiones había tratado el tema de la historia en lo que hemos denominado trabajo filosófico en el campo de la historia; y la delimitaba de la fenomenología, de la historia de las representaciones, de la historia de las mentalidades, de la historia marxista, definía una y otra vez, y no siempre de manera coherente, su método arqueológico o genealógico. Solo al final trató de justificar todo esto desde el punto de vista del pensamiento, de una historia del pensamiento.

Hemos ido señalando cómo aquellas tres nociones (problematizaciones, formas de racionalidad, experiencia) y la de juego de verdad, remitían de manera inmediata al pensamiento.

Para comprender se puede partir de algo simple, el hombre como ser pensante, condición ésta especialmente subrayada por Foucault, no hace nada que no esté acompañado por el pensamiento, y en esta medida puede decirse que todo, acción, instituciones, decires y percepciones están mediados por el pensamiento, ya sea más o menos elaborado, más o menos sistematizado.

 Ahora bien, esta realidad presente y constante no se da aislada en la conciencia del individuo toda vez que supone una multiplicidad de mediaciones de carácter discursivo y no discursivo, se piensa dentro de una estructura determinada, con un instrumental ideativo, conceptual, técnico, en relaciones de integración de las cosas, y con otros sujetos, y con una especial relación a sí mismo.

Hay una estructura de pensamiento dentro de la que se piensa, en la que el pensamiento actúa y modifica esos mismos elementos que apoyan su discurrir.

Con frecuencia, sin embargo, el pensamiento es considerado mero elemento derivado, sin consistencia, sin fuerza propia, sin impacto real, ante lo que Foucault se rebela:

“Hay que liberarse de la sacralización de lo social como única instancia de lo real y dejar de considerar como aire esta cosa esencial en la vida humana y en las relaciones humanas, me refiero al pensamiento. El pensamiento existe, bien más allá, bien más acá, de los sistemas y de los edificios discursivos. Es algo que a menudo se esconde, pero siempre anima los comportamientos cotidianos. Hay siempre un poco de pensamiento incluso instituciones más tontas, hay siempre pensamiento incluso en las mudas costumbres”.

Ahora bien, esa presencia no debe llevar a reducir el pensamiento a simples representaciones o ideas que, de forma flotante o más o menos pasiva, acompañan a las reacciones.

Para Foucault es algo más activo, establece una posición del sujeto respecto de las cosas o de otros sujetos; pensamiento o constitución de sujeto van de consumo. Foucault intentó especificar esta noción: “Por “pensamiento” yo entiendo lo que instaura, en diversas formas posibles, el juego de lo verdadero y lo falso y que, en consecuencia, constituye al ser humano como sujeto de conocimiento; lo que funda la aceptación o el rechazo de la regla y constituye al ser humano como sujeto social y jurídico; lo que instaura la relación consigo mismo y con los otros y constituye al ser humano como sujeto ético”.

Aparecen ahí los tres ejes que con anterioridad señalábamos como constitutivos de una experiencia, y ahora vemos que ellos no se darían sin pensamiento, pues se necesita continuamente esa posición mediadora que adopta el sujeto.

Hay pensamiento allí donde se establece una relación entre sujeto y objeto, donde hay un proceso de subjetivación y de objetivación, que se dan en relación mutua. “El pensamiento puede establecer esa relación a esa manera de hacer o de reaccionar, lo que permite dársela como objeto de pensamiento y de interrogarla sobre su sentido, sobres sus condiciones y sus fines. El pensamiento es la libertad en relación con lo que se hace, el movimiento por el cual uno se desliga de ello, lo constituye como objeto y lo reflexiona como problema”.

Y esto es lo que le conducía a poner en relación el concepto de pensamiento y de problematización, pues esa distancia, ese desasirse de las cosas que permite al sujeto la reflexión es lo que, en unas condiciones dadas posibilita la problematización. Por eso, si había una noción que definiera un Historia del pensamiento, esta era la problematización. “Me pareció que había un elemento que era apropiado para caracterizar la historia del pensamiento: era lo que se podría llamar los problemas o, más exactamente, las problematizaciones”.

Como vemos, hay una cierta circularidad entre el concepto de pensamiento y los tres de arriba tratados. Debemos tener eso presente para entender la especie de definición dada del pensamiento, pues ella implicaba la constitución del estatuto de sujeto, sujeto de conocimiento, sujeto jurídico, sujeto ético, y sería un error interpretar esto al modo fenomenológico como siendo el agente individual mediante su conciencia el que establece esa triple constitución, pues tal constitución no tiene lugar sin una multiplicidad de elementos de todo tipo (materiales e ideales, institucionales y de acción, etc.).

Lo que sostiene Foucault es que no hay pensamiento si no se da esa constitución, y que ella exige una posición activa en cuanto ser pensante del individuo. En consecuencia, hay que des-subjetivar también el pensamiento, pues este supone una red de prácticas y mecanismos, pero a la vez no se da sin un determinado concurso del individuo. Dicho de otra manera, el pensamiento existe porque hay seres individuales pensantes, estos elaboran fragmentariamente determinados elementos de una red de objetos, sin esa actividad la existencia simplemente de la red no sería suficiente, pero ninguna conciencia en particular planifica la red, y ninguna existe al margen de ella ni se da sin ella. Cuando Foucault se propone, entonces, historiar esta cosa que llamamos pensamiento, lo que intenta es ver a través de qué condiciones contingentes, temporales se forman las distintas constituciones de sujeto en un dominio concreto.

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