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El orden del discurso.


Enviado por   •  28 de Febrero de 2016  •  Ensayo  •  1.032 Palabras (5 Páginas)  •  291 Visitas

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El orden del discurso

La dificultad de empezar podría abordarse desde tantos aspectos. Por ejemplo psicológicos; inseguridad, apatía, depresión, miedo al fracaso, etc. Aquí podrían entrar causas nutricionales, como una mala alimentación la que provoca una falta de energía y por consecuencia un sentimiento de cansancio. Tantos casos médicos que provocan la fatiga como lo son la anemia, los trastornos del sueño, el hipertiroidismo, el consumo del alcohol o drogas, el cáncer, la diabetes, etc. Incluso podríamos recurrir a un fenómeno físico argumentando que el coeficiente de fricción estático es mayor que el coeficiente de fricción cinético lo que podría extenderse a sugerir que es más fácil “tener una voz que nos precedía antes de nuestro discurso y sólo introducirnos sigilosamente entre los intervalos vacíos sin ser notados, aprovecharnos de la inercia que ahora nos acompaña después de vencer el estado estático”.

Me parece interesante que en este escrito se trata de analizar el discurso mediante el discurso. Al igual que se tratan de entender las matemáticas mediante las matemáticas o la mente humana sin ninguna otra herramienta que la misma mente humana.

El autor desea una manera propia de emprender el discurso, sin tener que empezar. La institución impone la existencia del discurso en el orden de las leyes y osa agregar que “si consigue algún poder, es de nosotros y únicamente de nosotros de quien lo obtiene”. ¿Será que se refiere que aquellos que están en el poder delimitan el impacto que debe tener el discurso, a quien debe ser dirigido y cómo debe transmitirse? SI fuera así entonces el significado y objetivo del discurso son transitorios, no tanto evolutivos, sino más aleatorios. Cambia a medida que el poder cambia de manos. El que tiene el poder siempre quiere mantenerlo y para esto impone sus propias reglas del discurso, pero aquel que quiere arrebatarlo ¿tendrá que acotarse a estas reglas? De ser que no lo haga corre el riesgo de ser humillado o desacreditado. Aquí radica el peso de aquellos en el poder, al fijar el orden de las leyes, sólo ellos están en lo correcto. Aun así, la historia nos enseña que el poder es transitorio, cambiante, seductor y traicionero por lo que el orden del discurso lo será también no importa que tan controlado se pretenda que sea. Al igual que no puede ser contralada la aleatoriedad de la posesión del poder, no puede ser controlada la aleatoriedad de la producción del discurso.

En teoría esto pareciera ser cierto pero en la práctica vemos que el intento de controlar y seleccionar el discurso tiene éxito en múltiples ocasiones. ¿Acaso no son infinitamente repetidos los discursos de los políticos de compromiso, cambio y acción? O bien las explicaciones de estos cuando no cumplen lo prometido. ¿No usa la misma retórica los industriales que contaminan el ambiente y nuestras mentes antes las evidentes pruebas científicas? Los cuales seleccionan a los protestantes como “alborotadores”. ¿No es claro el uso de un específico discurso en estos casos? En los que se intenta desacreditar y humillar a los que pretenden cambiar el estatus quo del poder, a los que pretenden romper el orden de las leyes y del discurso impuestos por uno cuantos. Para estos fines veamos al discurso más allá de la palabra hablada o escrito sino como la actitud y libre expresión de cualquiera en cualquier forma. En este ámbito se ha hecho del discurso una reja cuyos poros cada vez son más pequeños. De un lado lo que se nos ha impuesto como correcto; sexualidad, éxito, felicidad, etc. Y por otro lado lo deseado. El discurso debería alentar, más que alentar, debería de ser el medio por el cual se transita de lo impuesto a lo deseado.

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