Antecedentes del juicio
Enviado por izo_zoe • 13 de Septiembre de 2012 • Tutorial • 4.583 Palabras (19 Páginas) • 484 Visitas
Antecedentes del juicio
En el momento de su enjuiciamiento, hacía años que Sócrates era una figura conocida en Atenas. La comedia de Aristófanes Las nubes (Nephelai), presentada en 420 a. C., tenía a Sócrates como uno de los personajes principales, mostrándolo como un estafador pomposo y rimbombante.
Ninguna de las obras producidas por Sócrates ha sobrevivido, pero su pupilo Platón registró muchos "diálogos socráticos", con su maestro como personaje central. Muchas de las personas más influyentes de la época se resintieron por el examen cruzado de Sócrates, ya que con sus preguntas refutaba las reputaciones de sabios y virtuosos. La molestia con la que la mayoría de la gente vio al elenchos le ganó a Sócrates el epíteto de "crítico de Atenas". El método socrático era imitado con frecuencia por los jóvenes atenienses, trastornando en gran medida los valores morales y el orden ya establecidos. Incluso pese a que el mismísimo Sócrates luchó por Atenas y abogó a favor de la obediencia a las leyes, al mismo tiempo criticó a la democracia, especialmente a la práctica ateniense de elecciones de grupo, ridiculizando que en ningún otro oficio podía una persona ser elegida de esa forma. Esta crítica aumentó la suspicacia de los demócratas, en especial cuando sus allegados eran descubiertos como enemigos de la democracia. Alcibíades traicionó a
Atenas en favor de Esparta (aunque el hecho fue seguramente una cuestión de necesidad
más que ideológica) y Critias, su ex discípulo, fue uno de los líderes de los Treinta Tiranos (la oligarquía pro espartana que gobernó Atenas durante algunos años, tras su derrota en la guerra del Peloponeso), a pesar que también hay registros de su enemistad.
Sumado a todo esto, Sócrates mantenía una visión muy particular en cuanto a la religión. Realizó varias referencias a su espíritu personal, o daimon, aunque afirmó explícitamente que nunca se le había impuesto, sino que le advertía sobre varios acontecimientos posibles. Muchos de sus contemporáneos sospechaban del daimon de Sócrates, considerándolo un rechazo a la religión del Estado. En general, se ve al daimon de Sócrates como algo similar a la intuición. Además, Sócrates decía que el concepto de bondad precedía a los deseos de los dioses, en lugar de estar determinado por estos.
El primer elemento del juicio fue la acusación formal, presentada al arconte por el acusador, Meleto. Luego de haber decidido que existía un caso ante el cual debía darse una respuesta, el arconte indicó a Sócrates que se presentara frente a un jurado de ciudadanos atenienses, para contestar a los cargos de corrupción de los jóvenes atenienses y asebeia (impiedad).
Los jueces fueron seleccionados por lotería de entre un grupo de ciudadanos voluntarios varones (la ciudadanía no incluía a mujeres, esclavos ni extranjeros residentes) pertenecientes a cada clase social. A diferencia
de cualquier juicio llevado a cabo en muchas sociedades modernas, la mayoría de los veredictos eran regla más que excepción (para una versión satírica de los jueces y tipos de personas que se podían encontrar en ellos, véase la comedia de Aristófanes Las avispas).
Sócrates se enfrentó a un jurado compuesto por 500 ciudadanos (su gran tamaño demuestra que el juicio era visto como algo importante) y después de que él y su acusador hubieran presentado sus disertaciones, el jurado votó a favor de condenarlo por 280 contra 220.
A continuación, Sócrates y el fiscal sugirieron varias sentencias alternativas. Tras expresar su sorpresa ante lo poco que fue necesario para declararlo culpable, Sócrates propuso en forma de broma una sentencia compuesta por comidas gratuitas en el Pritaneo (un honor que era reservado a los benefactores de la ciudad y los ganadores de los Juegos Olímpicos), luego se ofreció a pagar una multa de 100 dracmas, lo cual equivalía a una quinta parte de sus posesiones y era prueba irrefutable de su pobreza. Por último, acordó pagar la suma de 3.000 dracmas (la idea le había sido propuesta por Platón, Critón, Critóbulo y Apolodoro, quienes también le garantizaban su pago). Su acusador propuso la pena de muerte.
El jurado estuvo a favor de la pena por gran mayoría (360 contra 140), demostrando, según Platón, que Sócrates había perdido apoyo debido a su tono de ligereza y el hecho de no pedir disculpas.
Los
seguidores de Sócrates le recomendaron huir,[1] lo cual era esperado (e incluso habría sido aceptado) por la ciudadanía; pero él se negó por principios. Por coherencia con su propia filosofía de obediencia hacia las leyes, llevó a cabo su propia ejecución bebiendo la cicuta con la cual lo habían provisto.[2] Así, se convirtió en uno de los primeros de los escasos "mártires" intelectuales. Sócrates murió a la edad de 70 años.
El juicio de Sócrates descrito por sus contemporáneos
En la primera tetralogía de diálogos de Platón (Eutifrón, Apología, Critón y Fedón), el discípulo de Sócrates centra su trama en el juicio y ejecución de su maestro. Jenofonte también escribió una Apología de Sócrates.
Interpretaciones del juicio
Interpretación en el mundo antiguo
Los antiguos atenienses no le dieron al juicio de Sócrates el carácter icónico que posee hoy en día. Atenas acababa de atravesar un período complicado, donde un grupo pro espartano designado como los Treinta Tiranos había derogado la democracia en su búsqueda por imponer un gobierno oligárquico. El pueblo no veía como coincidencia el hecho que Critias, el líder de los Tiranos, hubiera sido uno de los discípulos de Sócrates. Sus amigos procuraron disculparse, pero la visión de Atenas seguramente haya sido la expresada por el orador Esquines algunos años después, cuando, durante una disertación, escribió:
«¿Acaso no condenaron a muerte a Sócrates
el sofista, compañeros ciudadanos, porque se demostró que había educado a Critias, uno de los Treinta que derribaron la democracia?»[3]
Interpretación en el mundo moderno
La muerte de Sócrates, tal como fuera presentada por Platón, ha inspirado a escritores, artistas y filósofos del mundo moderno, en formas muy variadas. Para algunos, la ejecución de quien Platón llamó «el más sabio y justo de todos los hombres» ha demostrado la falta de confiabilidad en un gobierno democrático. Para otros, especialmente I. F. Stone en su libro El juicio de Sócrates, la acción de los atenienses era una defensa justificable de su democracia, la cual había sido restablecida recientemente. En general, Sócrates es visto como una figura paterna, sabia y benévola, martirizada
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