Aristoteles

1. Aristóteles ahonda en este fragmento en el tema de la felicidad humana, relacionándolo con la virtud y la función propia del hombre. Para Aristóteles todo ser humano tiende a la felicidad, todos queremos ser felices, y es este, el fin más perfecto del hombre, pues se busca por sí mismo y no por otra cosa, como las riquezas o el poder. Asimismo, para Aristóteles todo en la Naturaleza tiende a su perfección, a la realización de sus potencias, a la realización de su ser propio, por ello en el texto dice “ la función propia del hombre es una actividad del alma según la razón”, porque lo propio del ser humano es la actividad intelectiva, que es lo que lo diferencia del resto de los seres.

Sin embargo, es en este fragmento en el que Aristóteles enlaza con el tema de la virtud, de la excelencia . La conclusión de Aristóteles es que las mejores actividades son identificables con la felicidad, y las mejores actividades son de carácter intelectual y moderado. Así, si la realización de nuestro ser es la actividad contemplativa, para que esta sea perfecta o excelente implica “una cierta vida”, dedicada a esta contemplación. Esta cierta vida, dice Aristóteles consistirá en “una actividad del alma” y en unas “acciones razonables”, se refiere aquí, en primer lugar a la adquisición de las virtudes intelectuales o dianoéticas ( la ciencia, la sabiduría, la prudencia, el arte...) y, en segundo lugar al uso de la razón en la vida práctica o virtud ética, es decir, a encontrar el término medio en nuestras acciones, a practicar la moderación y el control en nuestra vida. Esta será pues, la perfección y por lo tanto la felicidad humanas para Aristóteles Pero aún añade, “esto, en una vida entera, porque una golondrina no hace verano”, es decir, que lo que va a procurar felicidad no es hacer lo que a uno le es propio (pensar, ejercitar la razón y aplicarla a la vida), sino hacerlo de forma continuada y habitual, ser bueno, no un solo día, sino en toda una vida, a lo largo de sus muchos momentos, buscando en cada uno cuál es el término medio, la moderación que se requiere.

2. Toda la filosofía Aristotélica gira en torno al concepto de Naturaleza, recuperando el interés de los filósofos presocráticos por el estudio de la Physis. Podemos entender Naturaleza como la totalidad de lo que hay, el universo o cosmos, la totalidad de seres; o también como el ser propio de las cosas, su esencia. Toda la filosofía de Aristóteles busca explicar el cambio y el movimiento en la Naturaleza y resolver el problema planteado por Heráclito y Parménides, que para el Estagirita, Platón no resolvió. Aristóteles comprende la naturaleza como compuesta de materia y forma (hilemorfismo), éstas, a su vez tienen un ser absoluto ( acto, la forma o esencia) y un ser relativo o en potencia ( la materia, concreta). Si atendemos a la naturaleza como el ser propio de los seres, es el principio del movimiento, la sustancia de una cosa, su esencia y sus potencialidades, descontando los accidentes. Lo que es por naturaleza es distinto a lo que es por accidente. El ser humano es por naturaleza un ser social, político, esto es lo que le es propio, aunque accidentalmente pueda vivir en solitario. Además, Aristóteles defiende una concepción teleológica de la Naturaleza, sólo podemos conocer el cambio si conocemos las causas ( formal, material, eficiente y final) que lo motivan, mantiene una visión finalista según la cual todo tiende a un bien, todo tiene un fin. Para Aristóteles la causa que explica el funcionamiento de lo real no es la eficiente ( como en el planteamiento mecanicista), sino la final.

La felicidad para Aristóteles es el bien supremo del hombre, es la realización de aquello que le es propio. Por tanto, la felicidad que le corresponde al hombre es la que le sobreviene cuando realiza la actividad que le es más propia y cuando la realiza de un modo perfecto. Puesto que la actividad del alma más típicamente humana es el alma intelectiva o racional, su felicidad consistirá en el ejercicio de ésta. La felicidad humana será la vida teorética o de conocimiento, la contemplación. Por ello el hombre

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