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Ateneo


Enviado por   •  16 de Julio de 2015  •  Síntesis  •  2.322 Palabras (10 Páginas)  •  245 Visitas

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Los miembros del Ateneo, entre los que cabe destacar a Antonio Caso, José Vasconcelos, Alfonso Reyes y Pedro Henríquez Ureña, se oponían, por un lado, a la calma y pasividad del clima intelectual que vivía México en esa época, y, por otro, a la influencia del positivismo que entendía a la naturaleza como constituida por un duro sistema causal. La influencia del positivismo no fue por completo abandonada, pues éste quería una reforma educativa para México; proponía la libertad de pensamiento y quería un nuevo orden, en el que la religión no paralizara el progreso intelectual y la formación de nuevas ideas.

Podría decirse que tanto los ateneístas como los positivistas mexicanos querían lo mismo: la libertad de pensamiento y el progreso de México. La diferencia estaba en las concepciones filosóficas y en el cómo se conseguirían dichos objetivos. En otras palabras, no eran los propósitos del positivismo contra lo que se revelaban los miembros del Ateneo, sino contra aquellas ideas que más bien habrían de entorpecer dichos propósitos. Así, contra la interpretación positivista, que reducían a la ciencia y a la filosofía a un saber técnico, los ateneístas se preocuparon por la moral y la cultura, siendo la segunda el instrumento que ayudaría a fortalecer a la primera. Para ello, procuraron nunca perder de vista la realidad social en la que se encontraban.Apelaban a la indeterminación de la existencia, tanto la de la materia inerte como la de su organización más compleja, que es el hombre. Para esto, tomaron como base la obra de Bergson principalmente, pues él con sideraba que la evolución no es un simple desarrollo que obedece a una cadena causal necesaria, sino un desenvolvimiento que inventa a cada paso formas y contenidos. Conviene hacer un breve paréntesis, para aclarar un poco las ideas de Bergson que tuvieron influencia en os ateneístas. En un principio, Bergson estuvo sumamente influenciado por Spencer, sin embargo, se distanció de este autor al considerar que el evolucionismo que proponía resultaba insuficiente para explicar los fenómenos de la vida y la evolución. Esta insuficiencia era resultado del modelo cientificista con el que se pretendía explicar todo; dicho modelo operaba solamente con conceptos abstractos para los cuales era imposible captar el carácter moviente de la realidad; por lo tanto, era necesario atenerse a la intuición, pues de otro modo dicho carácter moviente se perdería al ser sumido en conceptos estáticos. La vida, el tiempo y la evolución, no podían verse reducidos a las fórmulas con las que se pretendía aprehenderlos.El filósofo francés definió a la intuición como el equilibrio entre instinto e inteligencia. La inteligencia es la facultad de pensamiento abstracto en la que se generan conceptos e hipótesis; gracias a ella, el hombre es capaz de elaborar herramientas para la vida diaria. El instinto, por el contrario, se ocupa de las cosas materiales, de lo dado a los sentidos, y organiza las cosas de que dispone para servir a sus fines; el conocimiento que él obtiene y la forma en que opera son inconscientes. La inteligencia es insuficiente para comprender el devenir de la vida, porque solamente puede operar con conceptos estáticos, lo que hace que lo moviente escape de sus manos; el instino, aunque guarda dentro de sí el impulso vital, se encuentra incapacitado para explicar este impulso. Por ello, es necesaria una labor en conjunto, pues “hay cosas que sólo la inteligencia es capaz de buscar, pero que, por sí misma, no hallará jamás. Sólo el instinto hallaría esas cosas; pero él jamás las buscará” La intuición, entonces, conserva el impulso vital del instinto, se atiene a lo dado, con lo cual capta el movimiento de lo real; al mismo tiempo, es consciente de sí misma y capaz de reflexionar sobre las cosas con las que opera. El carácter esencial de la vida es el de la creación de nuevas formas, lo cual quiere decir que se encuentra en perpetuo movimiento, mismo que es espontáneo e impredecible. Ningún modelo cientificista –incluido por su puesto el evolucionismo de Spencer–, podría ser suficiente para explicar el fenómeno de la vida.Los ateneístas, tomando como base lo anterior, tenían un marcado impulso por el cambio y la innovación, por abandonar las formas rígidas de conocimiento que el positivismo pretendía establecer y, en su lugar, colocar nuevos paradigmas de educación. Les parecía chocante pensar que la evolución se daba mecánicamente; en oposición, la idea de una invención permanente de las estructuras de la realidad les daba el campo ilimitado que, como educadores, necesitaban. En este sentido, Henríquez Ureña proponía que el cambio, ya fuera en la moral, en la cultura o en la educación, dependía del empeño de los hombres y su afán de perfeccionamiento, por lo que no podía desarrollarse de forma mecánica.Antonio Caso, por su parte, consideraba que la existencia se dividía en tres vetas: la existencia como economía, que es utilitaria e instrumentalista y pretende un mayor provecho por un mínimo de esfuerzo; la existencia como desinterés, que apela a contemplar la vida como una experiencia estética, en la que no se persiguen fines prácticos, sino que se vive como un fin es sí misma; y por último, la existencia como caridad,que, en las antípodas de la vida económica, ofrece un máximo de sacrificio por un mínimo de provecho,es decir, que el hombre se dona a sí mismo para el prójimo Para Caso,el gobierno porfirista entendía a la existencia solamente como economía, por lo que el egoísmo inherente a tal concepción de la vida infectaba todo el conocimiento positivista de la poca. Vasconcelos se esforzó en reformar esa visión. Se pronunció en contra de tal mezquindad, que presentaba a la humanidad como perversa y confusa; a este respecto, dice: “no sólo hay la realidad, existe también la voluntad que no se conforma y exige el bien. Los valores de la conciencia son una realidad superior que puede y debe dominar el simple caos de los hechos”. Con esta afirmación, Vasconcelos reclama la necesidad de imponer al espíritu sobre los aconteimientos para generar los cambios necesarios.Tanto Vasconcelos como Caso postularon los valores rtísticos, la experiencia estética como un modo de conocer que, por dejar fuera a la teleología y por no contemplar a los objetos solamente en función de su utilidad, podía describirlos tal y como son, es decir, que el desinterés del arte conducía a conocer mejor las cosas que el método científico, al cual calificaban de abstracto y utilitarista. La esencia de las cosas no sería develada nunca por la razón, sino por un impulso emocional, mismo que constituye el dato primario de toda la existencia A esto, Caso agrega: “la verdad suprema no está en la inteligencia, sino en la acción”. Sugiere que la búsqueda de la verdad nunca arrojará resultados si dejamos de

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