Discurso Utópico.

El discurso fúnebre de Pericles fue pronunciado en el año 431 a.c. siendo más que un discurso fúnebre propiamente tal, un testimonio de civismo y cultura legada hasta nuestros días. Cabe mencionar además que si bien Pericles fue el autor y relator de este discurso, es Tucídides quien lo re-escribe años después que fuera pronunciado con una Atenas ya derrotada por los Espartanos.

El discurso propiamente tal, es un pretexto, para alabar y homenajear a una Atenas derrotada y humillada, haciéndola ver como un paradigma para otras polis. Además de considerarse un ejemplo de originalidad, en cuanto a la conciencia ciudadana y reflexión política, idea y modelo que hasta estos días logra verse reflejado en los países donde predomina la democracia, como utopía, o como realidad; pero que sin duda este discurso, a servido para sentar precedentes claros y consistentes hasta la actualidad.

Lo que no resta, que a momentos el discurso, se vuelva autorreferente y nacionalista, donde la auto-alabanza, desencadena e hila ideas egocéntricas, que con el paso del relato se trasforman, en una constante crítica y comparación con el resto de sus pares. Punto que será desarrollado, detalladamente más adelante.

Es verdaderamente impresionante la manera de tratar, el acto ritual de la muerte, la exaltación y el valor que se le da a cada uno de los caídos y a sus respectivas familias; la lucidez al momento de hablar, que aunque derrotados, jamás se da ese matiz, sino más bien, se aplaca todo aquello, por la valentía, incluso haciendo alusión a la envidia de los que al escuchar sientan que están por encima de sus posibilidades.

“Porque los elogios que se formulan a los demás se toleran sólo en tanto quien los oye se considera a sí mismo capaz también, en alguna medida, de realizar los actos elogiados; cuando en cambio, los que escuchan comienzan a sentir envidia de las excelencias de que está siendo alabado, al punto prende en ellos también la incredulidad. ”

Retomando el punto anterior, cabe enfatizar en el continuo desmedro hecho a las polis vecinas, solo en el afán de realzar su magnificencia democrática.

“No necesitamos a un Homero que haga nuestro panegírico, ni a ningún otro que venga a darnos momentáneamente en el gusto con sus versos, y cuya ficciones resulten luego desbaratadas por la verdad de los hechos”

A modo de conclusión podemos decir que la democracia busca el bien común de la mayoría y en ningún caso responder a las necesidades de un grupo pequeño, que por cierto posee el poder capitalista de un gobierno y que en opinión personal; ha sido una constante en el devenir democrático actual, teniendo en cuenta que los gobiernos siempre han cuidado los intereses de ese grupo selecto, ya mencionado, Pericles en su discurso “fúnebre” de forma visionaria para la época, ya daba luces, de la problemática constante a nivel universal de la

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