EL NACIMIENTO DE LA EXIGENCIA RACIONAL
Enviado por conce • 8 de Agosto de 2011 • 2.519 Palabras (11 Páginas) • 5.382 Visitas
EL NACIMIENTO DE LA EXIGENCIA RACIONAL
1. LOS PRIMEROS JONIOS
En el momento en que florecía en Grecia la corriente mística de la que nacieron los misterios, surgía en Jonia una primera forma de pensamiento racional, por obras de hombres cuya originalidad y cuyo vigor espirituales han cautivado de nuevo el interés de los filósofos desde Nietzsche a Heidegger.
En esta época, ocurre como si el espíritu del investigador, impresionado sobre todo los aspectos variados del universo pusiese a este en tela de juicio, englobando, a la vez al ser humano
Al parecer se debe a Tales, el primero de esos grandes hombres de Jonia, la noción de physis, en el sentido de un principio de unidad que, bajo el movimiento y la transformación de las cualidades diversas de lo real, produce y hace evolucionar las cosas.
Lo esencial es que enunció, por vez primera, la exigencia de una realidad natural objetiva, es decir, existe independientemente del hombre, y que abrió de tal modo el camino a toda investigación científica.
En cuanto a Anaxímenes, su discípulo, cree que el elemento esencial es el aire, entendido probablemente en un sentido que engloba tanto a los vientos, los vapores y las nubes como al espacio y al aire respirable.
Tal elevación suponía el abandono de su individualidad después de la muerte, aunque esta consecuencia, a juzgar por algunos textos, se les escapo probablemente a los pensadores Jonios. Pues si el alma individual no es mas que una partícula del alma universal aplicada a un cuerpo particular, y de naturaleza idéntica, su destino no puede ser sino el de retomar a ella después de la muerte, como la ola vuelve al mar.
2. HERÁCLITO Y EL DEVENIR
La filosofía Jonia alcanza su punto culminante con el pensamiento de Heráclito. Poseemos de Heráclito (muerto quizá hacia el año 480 a. c. ) cierto número de sentencias lapidarias cuya autenticidad, por lo que toca a algunas de ellas, es dudosa. Este pensador genial, considerado actualmente como el padre del método dialectico, tuvo una intuición de las cosas que hace de el casi un moderno, hasta tal punto es verdad que nuestra civilización, mutatis mutandis, se inscribe bajo el signo de esa movilidad universal a la cual está ligado su nombre.
En Heráclito la movilidad, inscrita en el seno mismo del universo, engendra sin cesar la multiplicidad de sus formas. La energía fundamental, animadora y ordenadora de este devenir eterno tiene como sede un elemento seco y cálido, concebible únicamente en función de movimientos a los que se reducen todos los procesos orgánicos y naturales, al que Heráclito llama el fuego.
En todo caso, sus discípulos le atribuyeron la creencia de que el mundo, en fechas regulares y fijadas por el destino, es absorbido totalmente por el fuego del que emana, para renacer después, y así eternamente.
Es difícil formar de una idea de lo que pudo ser la “psicología” de Heráclito, poeta y filósofo.
Atribuye a Heráclito la idea de que “lo que nos rodea está dotado de conciencia “.Tal concepción parece confirmada por otros fragmentos del propio Heráclito que designa al fuego universal como con el nombre de Logos. Enesidemo dice igualmente que la razón humana, según Heráclito, se debía al hecho de que “aspiramos la razon divina de la respiración “. Si olvidamos en el sueño, para recobrar la conciencia al despertar, es porque “en el sueño, cuando se cierran las aberturas de los sentidos, el espíritu que está en nosotros queda separado del contacto con lo que nos rodea, y solamente se conserva nuestra relación con él por la respiración, como una suerte de raíz “.
Al despertar, este espíritu “mira a través de las aberturas de los sentidos, como atreves de las ventanas, y recobra, al reunirse con el espiritu que lo rodea, la facultad de la razón “.
Tal como los carbones cambian y se vuelven ardientes cuando se les acerca al fuego y se apagan cuando se alejan de él, la parte del espiritu circundante que mora en nuestro cuerpo pierde su razon cuando queda separada , y , semejantemente, recobra una naturaleza parecida a la del todo Todo cuando el contacto se establece a través del mayor numero de aberturas.
Al atribuir la existencia del alma humana a una porción de la realidad universal, parece que los problemas que se relacionan con esto son para Heráclito, precisamente, los mismos que se plantean a propósito de la realidad por entero. Si el hombre es capaz de respirar, de sentir y de razonar, es porque existe en el universo del aire, de las cualidades y de la razón “El hombre no tiene razon. Solo el medio ambiente está provisto de ella “.
Las cosas frias se toman calientes y lo caliente se enfría, lo húmedo se seca y lo desecado se vuelve húmedo. El agua del mar es la más pura y la más impura. Los peces pueden beberla y les es saludable; no es potable, sino funesta, para los hombres.
No es bueno para los hombres obtener todo lo que desean. Es la enfermedad lo que hace agradable la salud; mal, bien; hambre, saciedad; fatiga, reposo.
El fuego y el agua no pueden equilibrarse largo tiempo en un alma, y la muerte sobreviene cuando uno de estos dos elementos adquiere un predominio demasiado fuerte:
No obstante, parece que el excesivo predominio del fuego acarrea igualmente la muerte. Los fragmentos que nos hablan de este fin del alma son de los más sibilinos y no nos permiten conocer sus caracteres específicos:
Es sabida la importancia que la filosofía hegeliana y el materialismo dialectico han dado a la visión heraclitiana del mundo, en su preocupación común por rebasar el marco, considerado demasiado estrecho, de las evidencias fundadas en una rígida aplicación del principio de identidad.
3. PARMÉNIDES Y EL SER INMÓVIL
Mientras que Heráclito había fundado su concepción del mundo en la comprobación de los cambios cualitativos que nos da la percepción sensible, disolviendo todas las formas de lo real en el eterno devenir, Parménides es el autor de una doctrina que constituye la reivindicación intransigente del pensamiento racional, con su exigencia de la identidad, como fundamento único y criterio de la verdad.
La escasez de las fuentes, así como su carácter problemático, no nos permiten saber qué suerte reserva esta doctrina, por completo lógica, al dominio de la psicologia, necesariamente coloca del lado de la ilusión propia de esa opinión que Parménides subordina a la verdad. Piensa que el hombre ha salido del limo de la tierra, y que el alma, en cuanto principio de vida, es un compuesto calor y de frío en equilibrio; la proporción de estos elementos en un individuo determina el caracter de su pensamiento,
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