EXISTENCIALISMO
Enviado por md93 • 28 de Noviembre de 2013 • 1.382 Palabras (6 Páginas) • 337 Visitas
EXISTENCIALISMO
Definición
Etimológicamente proviene de los vocablos latinos Ex–Sistere, Existentia, que significan "lo que está ahí", "lo que es". También Ex–Sistit, que es "lo que está afuera"; así, la existencia es equiparable a la realidad, lo que está "Ex" de la cosa que es.
De este modo, el existencialismo, como relación hombre mundo, "lucha contra toda concepción del hombre que le considere independiente de sus relaciones con el mundo, como alma pura, conciencia pura, yo puro o espíritu puro".
El existencialismo es una de las corrientes filosóficas más importantes del Siglo XX, tiene sus raíces en pensadores como Sören Kierkegaard y su posición sobre la angustia. Surgió después de la Primera Guerra Mundial y tuvo un resurgimiento en la Segunda Guerra Mundial.
Para los existencialistas el hombre es una realidad completa inacabada, con conciencia y libertad, cuyo destino es hacerse y realizarse en medio de múltiples contradicciones de su propia vivencia, lo que le engendra la incertidumbre y la angustia frente al absurdo, al fracaso, lo misterioso y lo inexplicable de su propia existencia.
Aparece el existencialismo, a diferencia del esencialismo, proclamando y defendiendo radicalmente la existencia sobre la esencia.
REPRESENTANTES
1. Sören Aabye Kierkegaard.
a. Vida. Nació en 1813 en Copenhague y murió por consecuencia de un ataque de parálisis en 1855. De origen Danés, filósofo protestante de la religión. Tras haber estudiado teología y filosofía en Dinamarca y en Alemania es escritor en su ciudad natal. Influyó en el movimiento de renovación teológica y filosófica después de 1918.
b. Obras. Sus obras principales son:
"El Concepto de la Angustia", "Estadios en el Camino de la Vida", "Diario", "Temor y Temblor", "La Enfermedad Mortal", Ejercitación al Cristianismo", "Las Migajas Filosóficas", "O lo uno o lo otro".
c. Pensamiento. El punto de partida y la meta de las preocupaciones kierkegaardianas es el yo como ser individual: "De nada sirve a los hombres querer determinar primeramente lo exterior y luego el elemento constitutivo. Se debe, en primer lugar, aprender a conocerse a sí mismo antes de conocer otra cosa". El yo debe entenderse como relación consigo mismo, el yo es autorrelación.
Esta concepción del yo como autorrelación en Kierkegaard ha de convertirse después de él en patrimonio común de todos los existencialistas, pues esta autorrelación constituye la esencia del yo y es interna, concreta, recíproca y viviente. Un examen más profundo de los datos de la conciencia lleva a Kierkegaard a la afirmación de que Dios sostiene y fundamenta el yo. De esta manera la autorrelación del yo se completa en su relación a Dios.
En la concepción kierkegaardiana yo y pecado se identifican pues dice él que sólo se puede estar delante de Dios con la conciencia del pecado; así al hombre por el pecado deviene un yo existente, autorrelacionándose y colocándose delante de Dios.
1) La Angustia. A este tema Kierkegaard dedica una de sus obras, en la cual se propone trata el concepto de la angustia psicológicamente, pero teniendo In Mente y a la vista el dogma del pecado original. Para explicar el pecado de Adán tiene en cuenta dos ingredientes: la prohibición hecha por Dios de no comer del árbol de la ciencia, y la actuación de el tentador, es decir, el demonio en forma de serpiente según el pasaje bíblico.
Empieza explicando que es necesario suprimir los dos ingredientes ya mencionados. Ni Dios ni el Diablo tienen nada que ver con el pecado original. Sólo queda en pie Adán, en radical soledad con la Prohibición, que procede de sí mismo, y con la Tentación, que no puede venir de fuera.
Al respecto, la prohibición es puesta por Adán mismo. El yo es una relación consigo mismo. La conciencia de Adán como al de todo hombre, es dual: una parte de la conciencia pronuncia y la otra recibe la prohibición. También debe ser suprimido el tentador para lo cual Kierkegaard se apoya en un pasaje bíblico del Apóstol Santiago en el que dice que Dios no tienta a nadie y ni es tentado por nadie, sino que cada uno es tentado por sí mismo. Es aquí entonces donde, al suprimir al tentador, aparece la angustia. La cual tiene el poder fascinador
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