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El Hombre


Enviado por   •  12 de Noviembre de 2014  •  1.027 Palabras (5 Páginas)  •  143 Visitas

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EL HOMBRE DE CONOCIMIENTO

(Extracto de “Las Enseñanzas de Don Juan”, Carlos Castañeda)

Un hombre va al saber como a la guerra: bien despierto, con miedo, con respeto y con absoluta confianza. Ir en cualquier otra forma al saber ó a la guerra es un error, y quien lo cometa vivirá para lamentar sus pasos.

Siempre que un hombre se propone aprender debe trabajar arduamente. Los límites de su aprendizaje están sin embargo, determinados por su propia naturaleza. El hombre vive solo para aprender.

Nada en este mundo es un regalo: todo cuanto hay que aprender debe aprenderse por el camino difícil.

Ser hombre de conocimiento no es un fin, es un proceso. Uno no es nunca en realidad un hombre de conocimiento. Más bien, uno se hace hombre de conocimiento por un instante muy corto.

Cuando un hombre empieza a aprender, nunca sabe lo que va a encontrar. Su propósito es oscuro; su intención es vaga. Espera recompensas que nunca llegarán, pues no sabe nada de los trabajos que cuesta aprender.

Pero uno aprende así, poquito a poquito al comienzo, luego más y más. Lo que se aprende no es nunca lo que se creía. Y así se comienza a tener miedo. Cada paso del aprendizaje es un problema, y el miedo empieza a crecer sin misericordia, sin ceder.

Y así ha tropezado con el primero de sus enemigos naturales; ¡ El Miedo . Un enemigo terrible: traicionero y enredado. Se queda oculto en cada camino, acechando, esperando. Si el hombre, aterrado en su presencia, echa a correr, su enemigo habrá puesto fin a su búsqueda.

No hay nada de malo en tener miedo, cuando uno teme, ve las cosas en forma distinta.

Fuerza al hombre a no dudar nunca de sí. Le da la seguridad de que puede hacer cuanto se le antoje, porque todo lo que ve, lo ve con claridad. Y tiene valor porque tiene claridad, y no se detiene ante nada. Pero todo eso es un error; es como si viera claro pero incompleto.

Si el hombre se rinde a esa ilusión de poder ha sucumbido a su segundo enemigo y será torpe para aprender. Se apurará cuando debía ser paciente, o será paciente cuando debería apurarse. Y tonteará con el aprendizaje, hasta que termine incapaz de aprender nada más.

¿Qué pasa con el hombre derrotado en esa forma?

Su segundo enemigo solo ha parado en seco sus intentos de hacerse hombre de conocimiento; en vez de eso, el hombre puede volverse guerrero impetuoso ó un payaso. Pero la claridad que tan caro ha pagado no volverá a transformarse en oscuridad y miedo. Será claro mientras viva, pero ya no aprenderá ni ansiará nada más.

Para evitar la derrota debe hacer lo que hizo con el miedo: desafiar su claridad y usarla solo para ver, y esperar con paciencia y medir tiento antes de dar otros pasos: debe pensar, sobre todo, que su claridad es casi un error. Y vendrá un momento en que comprenda que ella era solo un punto delante de sus ojos.

Y así habrá vencido a su segundo enemigo, y llegará a una

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