El Politico De Platon
Enviado por verito15 • 30 de Octubre de 2013 • 6.153 Palabras (25 Páginas) • 429 Visitas
EL POLÍTICO DE PLATÓN: FINAL DE LA UTOPÍA DE LOS FILÓSOFOS-REYES.
Simón Royo Hernández. Enero de 2011.
Se comete un error al considerar a Platón como un filósofo exclusivamente teórico, utópico y contemplativo, ya que no sólo fundó La Academia, que le sobreviviría durante nueve siglos, sino que realizó tres importantes viajes a Siracusa para intentar influir, junto a su amigo Dión, en los tiranos Dioniso I y II, esforzándose por dirigirlos hacia las realizaciones políticas que consideraba más buenas y justas, aquellas sobre las cuales habría razonado sin cesar. De modo que no estamos ante un filósofo en el que la teoría y la praxis vayan cada una por su lado, se encuentren separadas, sino con un pensador que también era un hombre de acción y que procuraba unir lo que pensaba, lo que decía, lo que escribía y lo que hacía, en un todo coherente y estrechamente entrelazado.
El diálogo del que nos vamos a ocupar, El Político, fue probablemente escrito entre el segundo y tercer viaje de Platón a Siracusa, esto es, aproximadamente entre el 366 y el 362 a.C. La especial dramaturgia del diálogo que nos quiere representar en la escena es, sin embargo, muy anterior, pues nos trata de mostrar, a la vez, a un viejo Sócrates, que ya habría muerto en 399 a.C., y que apenas aparece al principio para luego guardar silencio, y a un joven Sócrates, que es quien dialoga con el extranjero, quizás trasunto de Parménides. Son 5 los personajes del genio literario de Platón, los cuales, dada la concepción cíclica del tiempo que en el propio diálogo se maneja, bien pudieran representar un universo paralelo para nuestro tecnomoderno punto de vista y reencontrarse dialogando en algún lugar fuera del espacio y del tiempo.
Vemos, además que, por un lado, El Político formaría parte del proyecto platónico de dedicar un diálogo a la figura del sofista, otro a la del político y un tercero, que lamentablemente nunca llegó a escribir, sobre el filósofo; mientras que por otro lado, se sitúa, como la segunda de las tres grandes obras dedicadas por Platón al tema del gobierno de las ciudades, encontrándose después de La República y con anterioridad a Las Leyes. Después de definir al sofista en el diálogo que lleva tal nombre en contraposición al filósofo, quedando el primero definido principalmente como mercader de conocimientos falsos, el propósito de El Político será el de definir al hombre político, pero no como al ciudadano habitante de una polis, sino entendiendo por tal al dirigente de la ciudad-Estado, al encargado de su gobierno. Por eso este diálogo, recoge y discute, desde otro ángulo, la tesis central de La República: la que nos dice que la dirección de la ciudad debe serle confiada a aquellos que saben. Sin renunciar a esta tesis, Platón, expone en este diálogo sus dificultades reales, examinando las condiciones efectivas del ejercicio de gobierno en la ciudad y rechazando la tentación de cuño pitagórico de una cuasi-divinización del gobernante político.
Platón está ahora interesado en mostrar que es una sola y la misma racionalidad la que se pone en obra cuando se ejercita en el dominio del conocimiento como cuando se ejercita en el dominio de la acción política. Dicha racionalidad será el método dialéctico, que emplea la división, la dicotomía, el mito y el paradigma como elementos constitutivos. El filósofo no ha perdido, a pesar de sus fracasos en Siracusa, su confianza en el poder regulador de la racionalidad, ya sea ejercida a través del arte de la política o por medio del establecimiento y cumplimiento de la ley. Por eso repetirá en la Carta VII (Véase 326a-c) algo que ya había escrito en La República y que influirá e incluso parafrasearán filósofos posteriores, como por ejemplo, Jean-Jacques Rousseau. La Razón debe llegar gobernar el mundo de los hombres como gobierna el de los astros y el de la matemática o no habrá justicia, armonía ni paz en toda la tierra:
“A menos que los filósofos reinen en los Estados, o los que ahora son llamados reyes y gobernantes filosofen de modo genuino y adecuado, y que coincidan en una misma persona el poder político y la filosofía, y que se prohíba rigurosamente que marchen separadamente por cada uno de estos dos caminos las múltiples naturalezas que actualmente hacen así, no habrá, querido Glaucón, fin de los males para los Estados ni tampoco, creo, para el género humano; tampoco antes de eso se producirá, en la medida de lo posible, ni verá la luz del sol, la organización política que ahora acabamos de describir verbalmente” (Platón República V, 473d-e).
Todo lo cual, en plena Ilustración y poniendo en duda la noción más optimista del progreso humano, volverá a expresar Rousseau, repitiendo, con su gran estilo pero sin citarle, lo que ya dijese el gran Platón: “Pero mientras el poder esté sólo a un lado, y las luces y la sabiduría solas a otro, raramente pensarán los sabios grandes cosas, más raramente aún las harán bellas los príncipes, y los pueblos continuarán siendo viles, corrompidos y desgraciados”. ¿Podrá llegar a estar alguna vez el político a la altura de las tareas de gobierno que le están encomendadas? A responder esta pregunta estará encaminada la comparación que, más adelante, realizaremos entre el político contemporáneo y el político de Platón.
El Político de Platón tiene una doble función ya que se trata de un diálogo con dos objetivos, el de definir al político, que será el que tenga la ciencia política o la sabiduría regia, y la de convertirse en mejores dialécticos a través de la investigación al modo académico (286d) y progresar con el ejercicio en ese método de conocimiento. El método dialéctico consiste principalmente en ser capaz de dividir por especies (286d). Pero ambos propósitos van unidos ya que sólo empleando el método dialéctico se podrá intentar lograr definir al político.
A las divisiones iniciales que muestran la dialéctica en ejercicio -algo necesario para llegara a ser filósofo- sigue la narración de un mito cosmológico que nos remite al Timeo y a la concepción cíclica del tiempo que sostiene Platón, paralelamente, en todos los órdenes. Una concepción según la cual el universo y la historia se suceden a través de un ciclo en el que acaecen cataclismos que hacen que todo tenga de nuevo que comenzar. El mito vendrá a justificar la ausencia de verdaderos políticos en una era que se percibe como decadencia, ya que la figura del pastor divino, que desborda a lo humano, habría dejado en esta parte del ciclo todas las cosas libradas a la voluntad de los hombres (275b-e). Ya en este mito puede preverse lo que será el libre albedrío en San
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