El mito de la caverna

EL MITO DE LA CAVERNA

INTRODUCCIÓN

El conocimiento siempre ha sido objeto de debate por parte de los que no tienen oportunidad alguna de acceder a ello, y es que vivimos en una sociedad donde la luz del conocimiento aún no ha llegado y, si ha llegado, no ha provocado el cambio adecuado para ser individuos distintos.

EL MITO DE LA CAVERNA, no es ningún mito en realidad, es el nombre que da lugar a una de las metáforas más significativas para conocer el mundo que nos rodea. Platón puede ser sin lugar a duda el autor filosófico más leído dentro del mundo de la filosofía, no solo por la profundidad de sus escritos , si no en la forma en que las plantea y es aquí donde el mito de la caverna tiene una gran influencia en la actualidad y es que cada uno de los objetos relatados en el mito, tiene un significado muy particular y es ajustable a esta época, con el hecho de leer esta obra estamos rompiendo un paradigma que es el problema de la mayoría que detesta la lectura. Actualmente la caverna aún está presente y vemos a muchos que se sorprenden con las sombras, los medios digitales, las noticias manipuladas por los autores que quieren seguir vendiendo sombras en la pared, contenidos que sirven para mantener a una sociedad somnoliente que procrastina su verdadera razón natural para dar paso a las actitudes superfluas y prosiguiendo esta línea, el resultado de la ecuación es una sociedad sin doxa, apática y con la voz dormida.

Esta introducción del mito de la caverna tiene como objetivo analizar la posición de cada elemento nombrado y hacen alusión a la cotidianidad actual.

El mito de la caverna es uno de los diálogos escrito por Platón, en el que su maestro Sócrates y su hermano Glaucón hablan sobre cómo afecta el conocimiento y la educación filosófica a la sociedad y los individuos. En este diálogo, Sócrates pide a Glaucón que imagine a un grupo de prisioneros que se encuentran encadenados desde su infancia detrás de un muro, dentro de una caverna. Allí, un fuego ilumina al otro lado del muro, y los prisioneros ven las sombras proyectadas por objetos que se encuentran sobre este muro, los cuales son manipulados por otras personas que pasan por detrás.

Sócrates dice a Glaucón que los prisioneros creen que aquello que observan es el mundo real, sin darse cuenta de que son las sombras de esos objetos.

Más adelante, uno de los prisioneros consigue liberarse de sus cadenas y comienza a ascender, y observa la luz del fuego más allá del muro, cuyo resplandor le ciega y casi le hace volver a la oscuridad.

Poco a poco, el hombre liberado se acostumbra a la luz del fuego y, con cierta dificultad, decide avanzar. Sócrates propone que este es un primer paso en la adquisición de conocimiento. Después, el hombre sale y observa primero los reflejos y sombras de las cosas y las personas, para luego verlas directamente. Finalmente, el hombre observa a las estrellas, a la luna y al sol. Sócrates sugiere que el hombre aquí razona de forma tal que concibe a ese mundo exterior, como un mundo superior. El hombre, entonces, regresa para compartir esto con los prisioneros en la caverna, ya que siente que debe ayudarles a ascender al mundo real.

Cuando regresa a la caverna por los otros prisioneros, el hombre no puede ver bien, porque se ha acostumbrado a la luz exterior. Los prisioneros piensan que el viaje le ha dañado y no desean acompañarle fuera. Platón, a través de Sócrates, afirma que estos prisioneros harían lo posible por evitar dicha travesía, llegando a matar incluso a quien se atreviera a intentar liberarlos. (Arrieta, 2018)

LA CAVERNA ACTUAL

 En la actualidad, vivimos en una caverna simbólica rodeados de sombras, prisioneros y muchos caminos que nos conducen a la realidad y estamos tan atados a las cadenas de la desidia, lo fantasioso, lo irreal, lo enfermizo. Nuestra caverna es tan pequeña, que nos acomodamos y creemos que es todo nuestro mundo, que no existe algo más allá, que todo está dado, que no hay nada nuevo por descubrir, que es un atentado polemizar los hechos, que un paradigma no debe ser suprimido de nuestra mente, que son millones los que consideran que nuestros juicios son correctos y permisibles.

Las sombras son el mundo físico que perciben y que creen es la verdadera luz natural, sin embargo, aquello que se observa dentro no es más que un conocimiento peculiar.

Somos seres pensantes, que nacimos en la caverna y desde nuestra niñez las sombras van constituyendo e integrando nuestra idiosincrasia de manera asincrónica y burda. Sin darnos cuenta vemos cómo en nuestro entorno muchos prisioneros van abandonando la caverna o sea el mundo sensible dando paso al mundo inteligible

El mundo sensible, es todo aquello cuya experiencia se vive mediante los sentidos, y estos pueden ser múltiples, sobornables y mutables.

En cambio, el mundo inteligible o el mundo de las Ideas, cuya experiencia es cosechada mediante la razón natural, la existencia y el sentido de la vida, siendo estas únicas, eternas e inmutables.

Los prisioneros son una representación de las personas que habitan este mundo y viven atadas a sus percepciones, creencias, costumbres y a las imágenes que se les presentan

Cuando uno de los prisioneros se libera de sus cadenas, de su confort, de su letargo y sale de la caverna, esta hazaña representa un ascenso al mundo asequible, en donde se adquiere el verdadero conocimiento, donde la luz natural es accesible para todos, siempre y cuando se tenga la voluntad de abandonar la caverna. Todo lo anterior involucra una liberación del comportamiento humano en cuanto al bien y el mal, una descarga intelectual del alma viviente de las ataduras y las limitaciones ofrecidas por el mundo sensitivo. Este ascenso desde el interior de la caverna es una metáfora de su paso de la ignorancia al mundo de las Ideas además, esta ascensión al mundo de las ideas no es más que el hambre y sed del conocimiento de sí en el mundo exterior, el mundo donde las sombras han quedado en el olvido y se inicia la travesía por recorrer las vías del saber.

El covid-19 nos vino a encerrar a una nueva caverna y trajo consigo la condenación a ver únicamente pantallas planas, a contemplar sombras en la pared de enfrente, como aquel prisionero encadenado en el fondo de la caverna obligado a ver solo sombras de una realidad que desconoce.

 Durante dos años, fuimos prisioneros y por más que intentábamos salir de la caverna, nuestro conocimiento no asimilaba las sombras, todo se reflejaba en un aluvión de cifras de contagios, fallecimientos, nosocomios saturados, personal médico incapaz de controlar la mortandad de sus pacientes y todos estos datos se modificaban por segundos y eran de muy dudosa credibilidad en función de quién las informaba y de dónde procedían.

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