El trasfondo histórico de la critica de la razón pura.
Enviado por Jeimer Castañeda Martinez • 22 de Abril de 2016 • Ensayo • 2.505 Palabras (11 Páginas) • 256 Visitas
El trasfondo histórico de la Crítica de la Razón Pura
En este trabajo intentare exponer tres temas gruesos en los dos prólogos a la crítica de la razón pura: la relación entre sedentarios y nómadas y dogmáticos y escépticos [A VII – XII], Las revoluciones en las ciencias y la inversión copernicana en metafísica [B VII – XXII] y la edad de la crítica [B XXXII – XXXV], según la traducción de Caimi.
A VII - XII: Sedentarios y nómadas, o dogmáticos y escépticos
En el momento que se plantean preguntas sobre la razón y sobre cómo se genera el conocimiento, siempre se cae en la perplejidad de los sentidos para responderlas. Esto no es de extrañar, porque en el curso de la vida humana, es la experiencia la que obtiene más credibilidad para ejercer las tareas cotidianas. Sin embargo, las respuestas de tipo empírico pueden dejar varias preguntas abiertas sin resolver. Si hacemos un análisis riguroso de la experiencia podemos encontrar que en su fundamento, actúan principios que llevan a un margen de error, y es precisamente el error lo que se quiere evitar para fundamentar la ciencia. Tal es el proyecto moderno, fundamentar en suelo estable la ciencia.
El terreno donde trabajar dichos problemas es la metafísica, pero la metafísica en tiempos de Kant se encuentra en medio de una disputa entre dogmáticos y escépticos, que deja un aire de indiferencia en tanto los problemas que plantean ambas posturas metafísicas y hacia donde se dirigen sus investigaciones. Resulta necesario hacer una aclaración de dichas posturas, a saber, del dogmatismo y el escepticismo, para encontrar porqué el autor las compara con el nomadismo y el sedentarismo. Aunque hoy en día la palabra dogmatismo tiene una connotación peyorativa, en el sentido de una postura que no acepta ningún tipo de objeción o crítica, en la época de Kant tiene una connotación diferente.
Esta idea de dogmatismo nace de la metafísica racionalista, cuyos máximos representantes en la época predecesora de la Crítica, eran Leibniz y de Wolff, donde se considera a la razón como un instrumento de conocimiento tan preciso, que si se aplican debidamente las reglas necesarias para su uso, es posible acceder a todo tipo de conocimiento. Estas reglas devienen de ideas claras y distintas que llevan a su ejecutor a proposiciones verdaderas, tal como Descartes había iniciado. “El conocimiento obtenido por medio de la observación y de los sentidos resultaba ser un conocimiento confuso; si se lo reducía a la debida claridad y distinción, se volvía un conocimiento pulimente racional, pero entonces sus objetos resultaban ser entidades metafísicas solo accesibles a la razón pura.”1
La pretensión era realizar un catálogo de ideas simples y verdaderas (dado que en ellas quedaba demostrada su verdad de la misma manera en que se demostraban como verdaderas las ideas claras y distintas), que ayudaran a resolver problemas filosóficos tal como se hace en cálculos algebraicos, teniendo en cuenta reglas matemáticas. El pensamiento dogmático en este sentido es el que procede a partir cálculos lógicos, intuiciones intelectuales, principios deductivos, progresando por conceptos y axiomas, sumando logros.
No pudo ser en otra postura donde se lograra explicar el mundo real como “una estructura de mónadas o substancias simples, perfectamente armonizadas entre sí por el Creador” 2, resolviendo satisfactoriamente el problema metafísico entre cuerpo y alma. Aun así y con todos sus logros, se llega a un despotismo en la administración de la metafísica por parte del dogmatismo; tan fuertemente se estableció en la razón, que resultaba imposible moverlo de su postura. Los abusos del optimismo dogmático tales como negar la posibilidad de obtener conocimiento de la experiencia, asociarla con una incapacidad humana de llegar a la verdad, y sobrevalorar la razón pura, demarcaban que esta metafísica se asociaba estrechamente al poder político y que en ella se encontraban contradicciones internas que necesitaban ser resueltas.
Frente a este sedentarismo que adopto el dogmatismo de la metafísica puramente racionalista, aparecieron en escena los desconfiados nómadas del pensamiento, los escépticos que al no encontrar fundamento de la experiencia en los conceptos racionales de sustancia y causa, decían que todo sus aseveraciones eran obra de la imaginación; iniciando un conflicto que parecía nunca acabar entre escépticos empiristas y dogmáticos racionalistas. Iban y venían posibles soluciones (como la fisiología del entendimiento humano de Locke que menciona Kant) sin ponerle fin a la discusión. La indiferencia con respecto al objeto de dichas investigaciones aparece en el momento que estas discusiones empiezan a cansar y fastidiar por su monotonía, disminuyendo el interés; pero es ahí precisamente donde, o decae o florece la ciencia. Estas investigaciones son tocantes a nuestra naturaleza humana y no debe haber indiferencia hacia ellas, dado que sus fenómenos necesitan ser reflexionados.
Precisamente por ser una época en la cual era difícil dejarse engañar por artificios, se pone como tribunal a la razón, y que ella misma se haga una crítica, no por principio de autoridad sino porque se rige según leyes que no cambian. Gracias a la lectura de los empiristas ingleses cambia su perspectiva frente a la metafísica puramente racional, diferenciando ya en textos anteriores a la Crítica lo que es método de la filosofía y método matemático, aunque sin adherirse por completo al empirismo. “En 1783 escribe. «Lo confieso de buen grado: la advertencia de David Hume fue lo que hace muchos años interrumpió mi sueño dogmático».” 3
Gracias a esta interrupción, Kant fue capaz de tomar en cuenta a la experiencia, ya no como una incapacidad humana, sino que, a diferencia de los empiristas, era una cuestión que debía fundirse a los conceptos racionales de causalidad y substancia, para luego encontrarle uso fuera del ámbito experiencial. La crítica de la razón pura, novedosa en su forma de proceder y clave para el desarrollo del pensamiento, hizo que la fuerte oposición entre ambas posturas perdiera su ímpetu. La metafísica que estudiaba las cosas tocantes a las primeras causas ahora, se veía superada por una crítica que estudia los fundamentos metafísicos en sí mismos, tomando la razón pura como el instrumento predilecto para hacer una metafísica útil.
B VII - XXII: Las revoluciones en las ciencias y la inversión copernicana en metafísica
A seis años de la primera edición de la crítica de la razón pura, se hace necesario hablar de los resultados que este planteamiento ha tenido en el terreno de las ciencias. La razón ha prestado sus servicios, dirigiendo el camino que la ciencia debe tomar, llevándola del tanteo al suelo firme donde pueda trabajar. Para que los avances en la ciencia sean fructíferos, se requiere la lógica que, aunque pareciera acabada desde Aristóteles y haya sido replanteada por los modernos al adicionarle temas psicológicos, metafísicos y antropológicos, no ha sido alterada en tanto la vigencia de sus reglas formales de pensamiento, delimitadas de manera estricta y que constituyen el éxito de la misma.
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