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El valor de elegir.


Enviado por   •  30 de Marzo de 2016  •  Resumen  •  2.518 Palabras (11 Páginas)  •  373 Visitas

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EL VALOR DE ELEGIR

  1. Este libro, publicado en 2003, recoge un pensamiento reflexivo acerca de la libertad y sus límites. Intenta dilucidar una de las cuestiones más combatidas y defendidas durante el siglo XX, pero a la vez uno de los conceptos menos explicados en términos concretos y visibles.
  2. Para Savater la libertad es un concepto del que se ha hablado mucho y desconocido en su forma más profunda debido a que la libertad es un término que, como el amor, sirve para definir muchas cosas que no tienen nada que ver entre sí.
  3. El núcleo de la Ética según Savater es la noción de la libertad humana, por ello busca las claves de esta propiedad e intenta explicarlas a través de este ensayo.

CAPÍTULO I. EL PRINCIPIO DEL HOMBRE

  1. Parte de dos teorías opuestas: la primera hace que el hombre provenga de Dios, la otra del animal.
  2.  Son rechazadas la primera por ser no científica y la segunda por ser equívoca. Ambas consideran que el hombre no puede ser comprendido a partir de sí mismo, parten de lo no humano para llegar a lo humano.
  3. Se  considera al hombre como definido por la acción. Esta acción no viene considerada como “actividad” porque esto precisamente define a todos los seres vivos, sino a la actividad que transciende lo instintivo.
  4. El humano, a pesar de estar definido como ser por sus características genéticas por las que responde a cierto tipo de actividades programadas, es capaz de llevar a cabo acciones simbólicas.
  5. Asimismo señala que el bajo grado de especialización de nuestro organismo nos diferencia del resto de los seres vivos,
  6. La inespecialización del humano ha sido la base sobre la que se funda el progreso humano (y su dominio de los demás seres vivos.
  7. Pero si hay algo que el ser humano ha desarrollado de forma espectacular es el cerebro.
  8. Este perfeccionamiento no viene expresado en volumen aunque sí se haya aumentado la capacidad craneal (ciertas especies tienen un volumen mayor) sino que se refiere a organización y estructura.
  9. Precisamente, el cerebro es el órgano de la acción que conoce, delibera, valora y decide.
  10. La capacidad de aprender y elegir es la esencia de la condición humana, el elemento que nos diferencia del resto de los seres vivos y el núcleo de la libertad.

CAPÍTULO II. INCERTIDUMBRE Y FATALIDAD

  1. El animal vive su vida según unos parámetros que los hace actuar con estilo de vida acorde con la especie. El ser humano, en cambio, debe proponerse un estilo de vida propio, necesita un estilo de vida práctico de lo que es y hace para poder ser y hacer.
  2. El símbolo práctico es compartido con los demás, escogemos modelos que tengan en cuenta a los demás individuos porque vivimos integrados en sociedad. Es precisamente por este motivo por el que el lenguaje cobre importancia como factor que lo hace posible.
  3. El ser humano está continuamente trazando planes de futuro porque se desarrolla en un entorno cambiante
  4. Ser humano consiste en descubrir la fórmula de la vida humana una y otra vez.
  5.  La persona dirige su vida más simbólicamente que instintivamente, a pesar de que creamos nuestra vida de la nada.
  6. En lo que concierne al estado inicial de las cosas, lo cierto es que cuanto mejor las comprendamos más las aprovecharemos, pero para esa comprensión no cabe la ignorancia a placer de una de ellas
  7. Por lo tanto, actuar es en esencia elegir, y elegir consiste en conjugar adecuadamente conocimiento, imaginación y decisión en el campo de lo posible.

CAPÍTULO III: ¿PARA QUÉ? ¿POR QUÉ?

  1. Estas dos preguntas resumen la intencionalidad de una acción. Sin intención no hay acción, entendida ésta como la definida en el capítulo I.
  2. El ser humano se caracteriza no por comportarse como paciente de un azar lleno de accidentes, sino por ser agente de una acción intencionada.
  3. Lo que diferencia un acto accidental del que no lo es, es la situación del individuo: ante situaciones que no controlamos somos pacientes de lo que ocurre. Sin embargo, lo propio de lo humano es ser agente, ser sujeto protagonista de acciones intencionadas. En la acción humana debe existir intención. Lo que determina si un acto es o no intencionado es la posibilidad de responder a las preguntas fundamentales que titulan el capítulo.
  4. El “¿para qué?” se refiere a la intención del sujeto protagonista, agente; el “¿por qué?” se refiere al motivo o causa determinante de la conducta del individuo.

  1. En este punto es necesario explicar que la “proairesis” aristotélica o capacidad de elegir (libre albedrío) está formada por dos componentes: el yo o sujeto, y la racionalidad por la que parece regirse. El “yo” protagoniza la acción y éste asume la proyección de la acción en el futuro e implica en el sujeto la conciencia de tiempo. El proceso “racional” compara y jerarquiza los motivos de la acción, poniéndolos en relación con nuestras posibilidades reales. Entonces, el “yo” por medio de la razón busca en el tiempo las acciones que mejor responden a sus necesidades, creencias y posibilidades efectivas.
  2. Existen 5 grandes grupos de motivos de acción capaces de responder a la pregunta “¿por qué?”:
  • Necesidades: Lo más característico de ellas es que su inatención se nos hace insoportable pero su cumplimiento apenas es reconocido por nuestra satisfacción. Destaca pues su carácter negativo.
  • Deleites: Son los pequeños caprichos que no responden a necesidades reales, sino a la realización del lujo. Savater señala que la humanidad comienza en la posibilidad de cumplirlos.
  • Compromisos: Incluyen a todas aquellas obligaciones racionales y personales, aquellas menos ligadas al deseo.
  • Proyectos: Incluye la capacidad humana de innovar y transformar que mueve nuestra acción.
  • Experimentos: Engloban los actos artísticos y poéticos. Son las acciones humanas más características porque sólo surgen de nuestra idiosincrasia simbólica personal.

CAPÍTULO IV: ENTRE LO BUENO Y LO MALO

  1. “Nuestra capacidad de elegir e inventar acciones es un dispositivo al servicio de la vida”
  2. Además de la vida biológica y zoológica que nos identifica como especie y cuya finalidad es la perpetuidad de la misma, el ser humano posee también una vida simbólica que pretende preservar lo individual, perpetuar y propagar lo irrepetible.
  3. Vivir, considerado arte, permite discernir y valorar las distintas formas en que se manifiesta. Por eso, establece una axiología (que presente los dos extremos: qué es lo bueno y lo malo) y una deontología (qué y cómo debe hacerse según la situación).
  4. Según lo expuesto antes, en la decisión de nuestras acciones se nos presenta la axiología entre dos grandes términos valorativos; el Bien y el Mal. El absolutismo de estos vocablos es anulado por la deontología, sólo son válidos en relación a algo, en términos relativos.
  5. Bueno y malo son términos relacionados al libre albedrío que constituye la forma más íntima y problemática de la libertad.

CAPÍTULO V: TRIBULACIONES DEL ALBEDRÍO

  1. Frente al “yo soy yo y mis circunstancias” de Ortega, hoy impera la circunstancia al yo, y ello provoca cierta pasividad del sujeto, Que pierde capacidad como sujeto agente.
  2. No obstante, esta inhibición siempre se aplica al sentimiento de culpa, nunca al mérito. Este “determinismo parcial” hace que “seamos excelentes gracias a nosotros pero malos o deficientes a pesar de nosotros”. Savater afirma que el conocimiento de lo bueno no basta para obrar bien por dos razones: el conflicto que plantea el relativismo de lo bueno (lo que es bueno para mí puede ser malo para otro) y el tiempo (lo que es bueno ahora puede no serlo después).
  3. Otro punto a considerar en el libre albedrío es el destino, considerar o no su existencia.
  4. Frente a esto, lo único que nos queda es confiar en las “perecederas instituciones de la libertad”.

CAPÍTULO VI: LAS INSTITUCIONES DE LA LIBERTAD.

  1. No hay libertad sino pruebas de libertad. La primera es nuestra conciencia de sabernos libres, con opciones de elección. La segunda prueba la constituyen nuestras obras que dejan un eco en el pasado; nuestra libertad de hoy se cimienta en nuestros actos pasados.
  2. Lo primero que identifica la razón es el peligro y reaccionamos delimitándola con normas sociales como forma de protección mutua
  3.  Además, la sociedad crea un ambiente cómodo en el que el ser humano opta libremente con elecciones que van más allá de las situaciones a vida o muerte, es un ámbito que tiene en cuenta el ciclo de lo humano olvidándose de la magnitud del cosmos, ante el cual nuestra importancia se debilita
  4. Las instituciones humanas forman en conjunto nuestra cultura.
  5. Como especie no sólo somos resultado de una evolución biología lenta sino que somos lo que somos gracias al desarrollo de dos grandes instrumentos de la libertad
  6. El lenguaje, la institución humana por excelencia. De ella depende la parte simbólica de nuestra vida.
  7. Tras el lenguaje, la técnica aumenta nuestra capacidad de elegir.
  8. La técnica se ha convertido en un modo de vida, no sólo un medio de cubrir una necesidad.
  9. No obstante, más allá de la técnica de elementos, hemos desarrollado nuevas entidades simbólicas que nos facilitan la comprensión y la aceptación de nuestro destino biológico: “el cuerpo con su destino de tiempo y muerte”.

  1. El desarrollo de la política, de hecho, ha tenido como objetivo siempre aumentar el número de sujetos libres en la sociedad: abolición de esclavitud, igualdad (entendida la libertad aquí como simetría de condiciones sociales), etc.
  2. Pero la paridad de oportunidades no existe. En el medievo se hablaba de dos tipos de libertad: la libertad a coaccione (libertad pública y social) y la libertad a miseria (la económica y cultural, en definitiva). En la actualidad, la última sigue siendo la más limitante.

CAPÍTULO VII: ELEGIR LA LIBERTAD.

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  1. Gran parte del rechazo a la verdad se resume a LA VERDAD, entendida ésta como un absoluto. O la niegan o se rebelan contra ella porque la consideran un despropósito que terminan situando en el limbo de lo teológico. Porque lo cierto es que la verdad siempre pide una referencia, un punto de partida, es relativa. Pero no debe pensarse relativa como término deficitario o débil, es relativo con respecto a una situación, una posición; no con respecto a sí misma.
  2. Al final, todo se reduce a un acierto con la realidad. Es decir, la verdad implica la aceptación de una realidad objetiva y es quizás, no por la verdad, sino por la propia realidad que tiene tantos detractores.

CAPÍTULO VIII: ELEGIR EL PLACER.

  1. El placer, como concepto, tiene una amplia historia y tradición. Aparece ya en la filosofía griega con Platón, Aristóteles y el epicureismo. En la psicología moderna, el psicoanálisis lo ha situado como elemento esencial del obrar humano. Para Freud, de hecho, toda actividad psíquica tiene por finalidad procurar el placer y evitar el displacer. Pero consideraciones filosóficas y psicológicas aparte, lo cierto es que, a lo largo del tiempo, fue mayoritariamente interpretada como algo negativo. Así, el placer va socialmente ligado a la “inmadurez, rebeldía, grosería inculta, abuso y muerte prematura”
  2. La inmadurez inhibe la opción prudencial. El estar maduro implica interiorizar la ley que “impone aplazar las compensaciones deseables y no desear las compensaciones no deseables”. Proclama de esta forma la templanza en situaciones en las que no es prudente el placer. La urgencia de éste contrapone la prudencia.

CAPÍTULO IX: ELEGIR LA POLÍTICA.

  1. La política “no es algo que es, sino que se hace
  2. Elegir la política como motivación significa cambiar voluntariamente lo que involuntariamente se nos ha impuesto en el orden social.
  3. Ante estas situaciones, elegir la política es la máxima expresión de nuestra libertad individual en la sociedad. Es necesario lograr reforzar instituciones igualitarias no sólo a nivel de nuestra comunidad, sino a escala mundial, reforzando nuestra libertad colectiva.
  4. Por eso, elegir política es una decisión individual “para obtener lo mejor de lo posible frente a las fatalidades supuestamente irremediables”, es decir, es maximizar nuestras opciones posibles y disfrutar de ellas frente a lo que no podemos, por orden biológico, cambiar.

CAPÍTULO X: ELEGIR LA EDUCACIÓN CÍVICA.

  1. Lademocracia, que garantiza nuestra elección política, siempre trabaja para mejorar sus instituciones, no para destruirlas.
  2. La principal premisa de revolución debe iniciarse por la educación. No debe deducirse ésta como la adquisición de las destrezas necesarias para la integración en el mercado laboral, o las relacionadas con los hábitos culturales de la sociedad sino que tenemos que partir de una educación cívica que implica la preparación de los individuos para que desarrollen con plenitud su faceta política dentro del ámbito democrático.
  3. Se dice que el principal temor de la democracia es el encuentro de la ignorancia interpretada como la ausencia de comprensión de las demandas sociales de otros o la incapacidad de formularlas, así como la carencia del sentido de derechos y deberes más allá de la adhesión a una comunidad afín al propio individuo.
  4. Por esto, lo preocupante de una democracia no es el enfrentamiento entre una mayoría acomodada o una minoría rebelde, sino que lo es la ignorancia. Efectivamente, es necesario preparar a los ciudadanos como agentes capaces de gobernar y obedecer en el juego democrático. Con ello, la persona se cerciora de elegir el rumbo de su vida teniendo en cuenta su interacción con los demás y lo que compartimos con ellos.

CAPÍTULO XI: ELEGIR LA HUMANIDAD.

  1. Lo que nos humaniza o nos singulariza como especie es la “universalidad simbólica de nuestra condición”, es decir, la capacidad que tenemos de compartir los humanos de vivir una vida más allá del instinto por nuestra condición individual. Sin ello, proyectos como los derechos humanos no son sostenibles sino se adscriben a esa humanidad.

  1. “Elegir lo humano es optar por un proyecto de autolimitación en lo tocante a cuanto podemos hacer, de simpatía solidaria ante el sufrimiento de los semejantes y de respeto ante la dimensión inmanejable que lo humano debe conservar para lo humano”, asegura Savater.
  2. Sentirse humano es planear un rumbo y seguir una meta, la acción humana, como ya se dijo antes, es diferencial por su intencionalidad. Ser humano invita a la autolimitación; la técnica no debe considerarse un ideal sin posibilidad de parada, sino una herramienta de beneficio a todos, debe estar al servicio de nuestros valores y nunca comprometerlos. El respeto y empatía a los demás invita a mitigar el sufrimiento y no a acrecentarlo voluntariamente. Y ello no sólo es extensible a humanos, es necesariamente ampliable a otros seres con capacidad de sentir dolor.
  3. El humano no debe primar la evolución de la técnica por encima de su libertad de elección; es necesario que lo humano reconozca a lo humano, por su parte natural y simbólica, sin desvalorizarlo en ningún momento y que su progreso no acabe distinguiéndolos en creadores y creados. Según Savater, “tal es proyecto que hoy elige la apuesta por la humanidad”.

CAPÍTULO XII: ELEGIR LO CONTINGENTE.

  1. Tendemos a buscar lo Absoluto en lo contingente, valorando lo que creemos absoluto y rechazando lo verdadero, lo contingente, por no superar nuestras expectativas.
  2. Sobre lo contingente, deben tratar precisamente la Ética y la Estética sin responder a lo Absoluto pero sin desmerecer lo contingente, porque esto se convierte en una condición inexcusable, imposible de saltar.

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