INTRODUCCIÓN: EL ÁMBITO DE LA ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
Enviado por Daniela Rosillo • 24 de Abril de 2020 • Apuntes • 15.606 Palabras (63 Páginas) • 176 Visitas
Resúmenes separatas 1 – 13
Tema 1
INTRODUCCIÓN: EL ÁMBITO DE LA ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
¿Qué estudia la Antropología filosófica?
La Antropología filosófica es una ciencia que se encarga del estudio –desde la perspectiva filosófica– de la naturaleza y de la esencia del hombre, así como del ser personal, su intimidad personal o acto de ser. Etimológicamente el término antropología alude al estudio del hombre . Sin embargo, el estudio del hombre puede ser abordado desde diferentes puntos de vista . Por ejemplo, la medicina, la psicología, la economía, etc., son ciencias que se ocupan del estudio del ser humano.
En este sentido se dice que la ‘materia’ de estudio es la misma que en las ciencias aludidas, pero el enfoque es distinto. La antropología, la medicina, la psicología, la economía, etc., tienen el mismo objeto material, pero distinto objeto formal, porque su planteamiento y método de estudio es diferente, de manera que todas ellas estudian al ser humano pero desde una perspectiva o enfoque diferente, propio de cada una. Su punto de vista justamente viene dado por su método, que es el filosófico. ¿Qué es lo que tiene de peculiar este método? el que va a las causas o principios más profundos, valiéndose solamente de las luces de la razón.
Teniendo en cuenta lo anterior, podemos decir brevemente que la Antropología filosófica es el estudio del ser humano y de lo que a él pertenece de la manera más radical posible con las luces de la razón humana. Al respecto, hay que añadir que las averiguaciones que desde la filosofía se han realizado han sido abundantes durante más de 25 siglos. A lo largo de las diferentes épocas, los diversos filósofos han ido aportando un caudal de descubrimientos profundos sobre la naturaleza, la esencia y el ser del hombre.
El estudio del hombre y las ciencias particulares
En los últimos años, debido al gran desarrollo de las ciencias particulares, el saber sobre el hombre se ha incrementado mucho en número, en amplitud y en cierta profundidad. La integración de todos los saberes, especialmente los de las llamadas antropologías físicas o biológicas, los de la neurociencia, de la psicología, junto con los de las antropologías culturales, los de la sociología, etc., requiere un diálogo sencillo y abierto con la Antropología filosófica. El saber filosófico es el que, en el plano natural, mejor puede integrar todos aquellos aportes, ya que –como hemos señalado– su método va a las raíces de la realidad y de las manifestaciones humanas, mostrándoles un nivel de comprensión más profundo, acorde con la exigencia de saber propia del espíritu humano que aspira a la verdad. Por ejemplo, los modernos desarrollos de la neurobiología son importantes para comprender algunas funciones que intervienen en el conocimiento, en la afectividad, y en la conducta humana.
Por su parte aquellas abundantes investigaciones científicas que atañen a las dimensiones corpóreas del ser humano, al dialogar con la Antropología filosófica podrían tener la posibilidad de evitar caer en posturas reduccionistas, que –como sucede en otros ámbitos– extrapolan los resultados científicos más allá de su ámbito, negándose –por ejemplo– a admitir la espiritualidad del alma humana. Como se sabe, actualmente hay muchos intentos de reducir al hombre a lo puramente biológico. Se trata de posturas que ya se dieron en la antigüedad, y que ahora pretenden apoyarse en las ciencias . Tampoco faltan los proyectos de explicar la inteligencia humana, que es una realidad viva, con inteligencias artificiales, como la de las computadoras, cayendo en mecanicismos de cortes muy variados.
En consonancia con dichos reduccionismos, la comprensión de vida humana se empobrece. Así, la actividad intelectual del hombre se reduce a la lógica, cuando no a la simple combinatoria, olvidando que existen actos intelectuales cuyo nivel es sobradamente superior, no sólo porque no dependen de lo material u orgánico, sino porque con ellos se alcanza a conocer la naturaleza, esencia y principios permanentes de la realidad, no sólo los accidentes de ésta. En el nivel de las ciencias positivas, tanto biológicas como socioculturales, se consideran los hechos humanos y sus relaciones, tratando de explicarlos mediante la experimentación y generalización. La observación es muy importante en la antropología, pero debe llevarnos a profundizar, ya que si bien se puede llegar a formular leyes que regulan las relaciones o interacciones de los fenómenos biológicos, es preciso integrar aquellos datos en niveles de conocimiento más profundos.
Asimismo, los fenómenos socioculturales no se pueden reducir a números, ni a simples mecanismos de estímulo-respuesta, porque el ser humano no es un bicho cualquiera, sino que tiene la dignidad de persona, que dirige su vida libremente, abriendo o cerrando líneas temporales. Por tanto, aquellas manifestaciones socioculturales han de tener en cuenta la existencia de la libertad personal humana, que es un gran tema filosófico. De no aclararse respecto de este asunto, se presentarán como ciencias con conclusiones recortadas o falsas, puesto que no existen realmente leyes sociológicas o históricas deterministas. Así, la sociología exige una buena base antropológica-filosófica para no reducir el comportamiento humano a factores externos.
Por su parte, la psicología experimental también necesita de una adecuada Antropología filosófica, lo cual no implica que no tenga autonomía ni que sus conclusiones se deriven inmediatamente de ella. En realidad, toda teoría sociológica o psicológica conlleva implícita una concepción filosófica del hombre, incluso aquella que abiertamente la rechaza. Así, el diálogo entre la Antropología filosófica y la psicología experimental puede ser enriquecedor, ya que aquélla puede proporcionar a ésta las razones últimas sobre el ser humano. Entonces la persona humana no solo se pone delante el hecho de las carencias o el modo de identificarlas, valorarlas o incluso desvelar su origen y autenticidad, sino que llega a dar con «sentido» último de los verdaderos males o carencias, y por consiguiente del sufrimiento y dolor humanos.
En suma, las ciencias biológicas, las ciencias sociales, la antropología cultural, la psicología, han tenido un desarrollo en cierto modo autónomo y diverso en relación con el tema del hombre. La filosofía no sería nada si sólo fuese una ciencia de noumenos y no conside¬rase también los fenómenos. " Dejar los fenómenos para la ciencia positiva, en una situación de dualidad con la filosofía, es, en rigor, consentir en matar la filosofía".
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