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L EXISTENCIA CORPOREA DEL HOMBRE


Enviado por   •  1 de Enero de 2014  •  583 Palabras (3 Páginas)  •  539 Visitas

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¿Por qué la sexualidad es un misterio? Porque hace referencia a una voluntad inefable de Dios.[1] Al crear al hombre como varón y mujer Dios quiso que el ser humano se expresase de dos modos distintos y complementarios, igualmente bellos y valiosos.[2] Ciertamente, Dios ama tanto a la mujer como al varón. Ha dado a ambos la dignidad de reflejar su imagen, y llama a ambos hacia la plenitud. Pero, ¿por qué les ha hecho diferentes? La procreación no puede ser la única razón, ya que ésa sería también posible de forma partenogenética o bien asexual, o por otras posibilidades como las que se pueden encontrar, en gran diversidad, en el reino animal. Estas formas alternativas son al menos imaginables y darían testimonio de una cierta autosuficiencia.

La sexualidad humana, en cambio, significa una clara disposición hacia el otro. Manifiesta que la plenitud humana reside precisamente en la relación, en el ser-para-el-otro. Impulsa a salir de sí mismo, buscar al otro y alegrarse en su presencia. Es como el sello del Dios del Amor en la estructura misma de la naturaleza humana. Aunque cada persona es querida por Dios “por sí misma”[3] y llamada a una plenitud individual, no puede alcanzarla sino en comunión con otros. Está hecha para dar y recibir amor. De esto nos habla la condición sexual que tiene un inmenso valor en sí misma. Ambos sexos están llamados por el mismo Dios a actuar y vivir conjuntamente. Esa es su vocación. Se puede incluso afirmar que Dios no ha creado al hombre varón y mujer para que engendre nuevos seres humanos, sino que, justo al revés, el hombre tiene la capacidad de engendrar para perpetuar la imagen divina que él mismo refleja en su condición sexuada.

LA DIFERENCIA SEXUAL

La sexualidad habla a la vez de identidad y alteridad. Varón y mujer tienen la misma naturaleza humana, pero la tienen de modos distintos. En cierto sentido se complementan. “Ninguno de los dos puede ser por sí mismo todo el hombre,” destaca el teólogo Von Balthasar, “ante él está siempre la otra manera, para él inaccesible, de serlo.”[4] Sin el otro, la persona humana se siente “sola”; experimenta su propia carencia.[5] Por esto, el varón tiende “constitutivamente” a la mujer, y la mujer al varón.[6] No buscan una unidad andrógena, como sugiere la mítica visión de Aristófanes en el “Banquete”, pero sí se necesitan mutuamente para desarrollar plenamente su humanidad.[7] La mujer es dada como “ayuda” al varón, y viceversa, lo que no equivale a “siervo” ni expresa ningún desprecio.[8] También el salmista dice a Dios: “Tú eres mi ayuda.”[9]

Tanto el varón como la mujer son capaces de cubrir una necesidad fundamental del otro. En su mutua relación uno hace al otro descubrirse y realizarse en su propia condición sexuada. Uno hace al otro consciente de ser llamado a la comunión y capaz para convertirse en “don”,

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