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LA CONCEPTUALIZACION DEL ALMA SEGÚN PLATON


Enviado por   •  23 de Abril de 2013  •  2.580 Palabras (11 Páginas)  •  625 Visitas

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LA CONCEPTUALIZACION DEL ALMA SEGÚN PLATON

PLANTEMIENTO DEL PROBLEMA

¿Existe en realidad el alma como unidad independiente del cuerpo a tal extremo que pueda permanecer en el mundo sin necesidad del cuerpo físico?

MARCO TEORICO

Al igual que en su metafísica, la concepción platónica del hombre va a presentar un acentuado dualismo, una escisión entre dos partes íntimas pero irreconciliables en el ser humano: el cuerpo, que representa nuestra materialidad, la corporeidad que nos sitúa como algo más dentro del mundo sensible y el alma, que es aquello que nos hace propiamente hombres; seres distintos al resto de lo existente, intermediarios entre lo puramente material y lo divino: lo espiritual, lo racional.

El hombre es concebido como un compuesto accidental de estas dos substancias: psiché (alma) y soma (cuerpo). El alma es pre existente al cuerpo e inmortal y tiene como lugar natural el mundo suprasensible de las ideas.

El cuerpo es la cárcel del alma durante su existencia terrena, y constituye un estorbo para el alma que, con sus pasiones, la arrastra a la extrañeza de lo material, impidiéndole su hacer propio: la contemplación de las ideas. El ideal de hombre en Platón es una inteligencia pura desligada de la carnalidad. Por eso, el filósofo no ha de temer la muerte:

La razón no tiene más que un camino a seguir en sus indagaciones; mientras tengamos nuestro cuerpo, y nuestra alma esté sumida en esta corrupción, jamás poseeremos el objeto de nuestros deseos; es decir, la verdad. En efecto, el cuerpo nos pone mil obstáculos por la necesidad en que estamos de alimentarle, y con esto, y las enfermedades que sobrevienen, se turban nuestras indagaciones. Por otra parte, nos llena de amores, de deseos, de temores, de mil quimeras y de toda clase de necesidades; de manera que nada hay más cierto que lo que se dice ordinariamente: que el cuerpo nunca nos conduce a la sabiduría. Porque ¿de dónde nacen las guerras, las sediciones, los combates? Del cuerpo, con todas sus pasiones.

La inmortalidad del alma platónica constituyó una novedad filosófica en su época. Una doctrina extraña a los griegos proveniente del orfismo y el pitagorismo y que va a permitirle al autor establecer la posibilidad de que los hombres conozcan lo verdaderamente real, las ideas, escapando así de lo puramente fenoménico.

Platón estableció una división tripartita del alma:

A cada tipo de alma le pertenecen unas características esenciales propias. La clasificación es, por tanto, cualitativa.

El alma superior, propia y exclusiva del hombre es la racional. Ésta es inmortal y se halla ubicada en la cabeza.

Las otras dos almas, la irascible y la concupiscible (o apetitiva) son mortales y se hallan situadas respectivamente, en el tórax y en el abdomen.

El hombre es propiamente su alma, no su cuerpo. Nuestra naturaleza propia es la racionalidad, lo único que puede distinguirnos de los demás animales. En tanto que cuerpo, no somos nada distinto de aquéllos.

Esta división tripartita le permite al filósofo, por una parte, dar cuenta de ciertas tendencias e instintos humanos y, por otra parte, jerarquizar a la sociedad en distintas clases sociales según la naturaleza propia de cada quién, que viene determinada por el mayor peso o predominio de un tipo de alma u otro.

Platón es uno de esos filósofos que creen en un yo o alma inmaterial. Su postura defiende que el yo o alma no es sólo inmaterial, es también indestructible e inmortal. Ha existido eternamente antes del nacimiento y continuará igual después de la muerte. Otro rasgo de la versión de yo que ofrece Platón consiste en caracterizar el alma como algo que consiste en un número de partes diferentes. Nuestro yo no es una simple unidad sino que consiste en un número de elementos distinguibles. Platón nos pone el ejemplo de alguien que tiene sed y quiere beber agua, pero también sabe que el agua está envenenada y esta razón le impide beber. Según Platón, el mismo yo no puede tener atributos opuestos; no puede desear beber el agua y a la vez desear no beber el agua. Más bien, afirma, se hacen aquí evidentes las diferentes partes del alma. Hay una parte del alma que quiere beber, y otra que le ordena a la persona que no beba. Según la versión de Platón, la primera parte, que busca beber, es la parte irracional y apetitiva del alma, y la segunda, que le prohíbe beber porque el agua está envenenada, es la parte racional. Platón piensa que el alma tiene tres partes, razón, deseo y espíritu. La razón es la parte del alma que conoce la realidad, y la que calcula también su toma de decisiones. El deseo es la parte irracional, apetitiva, compuesta de los anhelos instintivos, impulsos y apetitos. Incluye todos los deseos físicos, tales como el hambre, sed y deseo sexual. Y Platón añade también una tercera parte, que el denomina parte espiritual. Se trata de algo así como el valor o la autoafirmación. Platón piensa que la existencia de este tercer elemento en el alma se demuestra en casos de conflicto mental, en aquellos casos donde una persona se siente enfadada e indignada consigo misma por tener ciertos deseos. Es la parte espiritual la que se manifiesta en sentimientos como la auto indignación, al igual que la vergüenza, ira. Platón distingue también esta parte espiritual de la parte racional, porque los niños muestran el espíritu mucho antes de demostrar que tienen poderes racionales, y porque algunas veces la parte racional tiene que llamar al orden a la parte espiritual. Para Platón la salud espiritual o mental, se logra cuando todas estas partes están en un equilibrio armónico entre sí, ejerciendo cada una su propia parte en el todo. Ya hemos visto como la razón es central para la versión que Platón tiene del conocimiento, y no es de sorprender que ahora descubramos que también juega un papel central en su descripción del alma. Según Platón, el papel apropiado de la parte racional es gobernar, dirigir las otras partes del alma; el papel de la parte espiritual es proveer a la razón con la fuerza que necesita para gobernar; y la función de la razón es controlar y regular, con la ayuda del espíritu, la parte apetitiva. Según Platón, los problemas surgen si el yo se desequilibra, si las diversas partes no están desarrollando su papel apropiado, y sobre todo si la razón no puede controlar los apetitos. Porque de lo contrario los apetitos llegan a gobernarnos, y nos convertimos en meros esclavos de nuestros deseos. Con esto, Platón introduce una concepción del yo o naturaleza humana, de que la existencia humana es fundamentalmente una lucha entre razón y deseo, lucha que la razón debe ganar. Según Platón, la razón es la parte superior del ser humano, y los deseos la parte inferior, primitiva, irracional y caótica.

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