MODERNIDAD FILOSOFICA Y EDUCATIVA

MODERNIDAD FILOSOFICA Y EDUCATIVA

Para comprender la realidad de la modernidad, se debe tener en cuenta la característica principal del Renacimiento, ya que este período es un puente de enlace entre las dos épocas. El Renacimiento, enmarca al ser humano como un individuo simbólico, es decir, su propia base de creencias y que proviene la palabra derivada del significado cognitivo textual mayor o bien dicho comprensión del mundo está basada en la religión. En cambio, en la Modernidad se abandona la creencia de que todo puede ser explicado mediante la religión, y se da parte a una sociedad sabio pensante que hace preguntas,  se procede a elaborar explicaciones científicas de los fenómenos, es decir, se renuncia al mito y se da paso a la razón, La modernidad se entiende como una serie de cambios que buscan crear a una sociedad con ideales vastos y a la vez similares.

 Da paso a la creación de individualidades y permite que los hechos y objetos se hagan de conocimiento y apropiación universal. Se la considera como un proceso que necesita una actualización permanente. Preguntar por el papel que la filosofía desempeña en la sociedad moderna, supone averiguar ante todo la estructura de la sociedad. Se trata, por supuesto, de un cambio radical en la mente de las generaciones que existen y en las que están por venir. La sociedad diversa en muchos grupos cada uno de los cuales mantiene creencias filosóficas muy diversas y reacciona congruentemente de muy distintas maneras frente a la filosofía.

Es indudable que hay entre las sociedades contemporáneas diferencias fundamentales. Pero insistir demasiado en éstas correría un velo sobre uno de los hechos más trascendentales en la época presente y probablemente uno de los hechos más trascendentales en la historia entera, pero también el llevar de la mano la filosofía con la modernidad ha permitido el nacimiento de un hombre participativo, motor de la historia, pero que no se reduce sólo a ello, sino que desprecia todo utilitarismo conformista y por el contrario, acepta la permanente crítica de los poderes establecidos y le permite mantenerse con un cierto grado de independencia de las instituciones que él mismo compone, para poder desde fuera de ellas rehacerse individual y socialmente. Por eso, la modernidad está continuamente en crisis, pues los hombres que le dan existencia planean a cada momento los caminos a seguir en las múltiples encrucijadas que ella misma presenta. (Hamilton, 2007)

Si bien existen líneas de crítica que no están en acuerdo con una idealización  completamente desalentadora, como un callejón sin salida en la historia de la humanidad, como un momento de decadencia de la comunidad, debida a sus efectos socialmente desintegradores; como la causante de diversos efectos negativos sobre la ecología; e incluso como la causante de guerras de todo tipo, las consecuencias de la modernidad son más bien ambiguas, ambivalentes, dando lugar a diversos puntos de vista teóricos acerca del futuro de las sociedades.

Por otra parte, el fomento de una conciencia acerca de los aspectos menos positivos de la modernidad ha conducido a perspectivas alternativas, centradas en la idea de que la sociedad moderna no puede ni debe seguir el mismo camino, manifestando una apatía por ciertos aspectos benéficos de la sociedad tradicional. Así, Marshall Berman manifiesta un retorno a formas anteriores que han sido abandonadas o destruidas por la emergencia de la modernidad, apelando especialmente a una reconstrucción de las comunidades y de los grupos y relaciones básicas: “Podría resultar que el retroceso fuera una manera de avanzar: que recordar los modernismos del siglo XIX nos diera la visión y el valor para crear los modernismos del siglo XXI. (BERMAN, 1989)

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