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Marx Y La Filosofia


Enviado por   •  10 de Septiembre de 2012  •  2.245 Palabras (9 Páginas)  •  721 Visitas

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“Es lacayuno limitarse a pinchar

con alfileres lo que habría que atacar a mazazos”.

Karl Marx.

ü Nota: El resumen y análisis del libro fue hecho de: Marx, Karl. Manuscritos: Filosofía y Economía. Colección el Libro de Bolsillo, sección: Clásicos. (Madrid: Alianza Editorial, 1972, Cuarta Edición).

El momento en que Marx escribe sus Manuscritos es un momento en que el gobierno de la oligarquía está en todo su apogeo. Este libro es una muestra ejemplar de que aún en estados de envidia y egoísmo, siempre hay voces valientes que no trabajan para sí misma, sino en beneficio del pueblo. Marx, en este caso fue esa voz.

En estos Manuscritos hace una serie de críticas a la Economía Política, a la oligarquía y a una filosofía que se entretenía en trivialidades producto de reflexiones sustentadas en la especulación. Lo que hace Marx es aterrizar a la realidad, por muy triste y doliente que resultara esta experiencia. Pero no lo hace en un intento de saciar algún deseo sadomasoquista sino, más bien, por el enorme deseo de entregar una respuesta, y más que una respuesta una solución concreta a la problemática del hombre, especialmente del oprimido.

Por un efecto meramente pedagógico, este resumen y análisis no se realizará en orden de manuscritos, sino que en orden temático.

Veamos, en primera instancia, lo que urgía prioritariamente a Marx, la condición del obrero. Partamos notando la declaración de Marx al decir que en el capitalismo el obrero no necesariamente gana, pero necesariamente sale perdiendo. El obrero sufre en su existencia. Allegado a esto surge el problema de que la demanda de obreros excede a la oferta. Por lo tanto mientras más quiera ganar, más debe trabajar. Esto trae como consecuencias, exceso de trabajo, desgaste físico, muerte prematura y degradación a la condición de máquina. Como resultado esto produce que el trabajador no sea mirado como tal, sino como un miserable mendigo que sólo merece morir. Literalmente en la expresión de Marx, el trabajo perfecciona al obrero y degrada al hombre. La riqueza del obrero no es de él ni está en él. Su riqueza está en lo que produce para beneficiar a su opresor.

En cuanto al oligarca podemos decir que es el poderoso. Es quien maneja el capital. A éste no le importa bajo que medios obtiene el poder. El poder es su fin. No importa a quien atropella para lograrlo. Es más no sólo condena al obrero, sino también al pequeño capitalista. Producto de la competencia, el pequeño capitalista está condenado a cavar de una forma o de otra su propia tumba. La ley les ampara para realizar todo tipo de atropellos. La oligarquía es un sistema esencialmente avaro. Todo lo que pierde en su condición humana lo recibe en dinero. Su vida, es entonces, la búsqueda del dinero. Su único fin es tener (la fiebre del oro es una muestra de la bajeza humana).

Esto, nos lleva en forma natural a hablar sobre el trabajo. El trabajo, bajo el sistema capitalista, es en esencia inhumano. El trabajador, en términos prácticos, es un esclavo. Como tal se debe al servicio de su patrón. La relación entre el capitalista y el proletario es sólo casual, indiferente y exterior. El capitalista sólo conoce al trabajador como la máquina de la fortuna que produce su dinero. Aquí se produce la explotación del hombre por el hombre. El hombre es rebajado a condición de animal, ya que su actividad vital es el trabajo (enajenación). Sólo en su tiempo libre descubre el beneficio propio. El hombre como capital viviente es menesteroso. Su vida está dedicada y debe ser cuidada para beneficio del capitalista. En ese cuidado está la leve posibilidad de que el valor de su trabajo aumente. Sólo como máquina el obrero puede subsistir en el sistema capitalista. En esa condición de máquina el obrero no posee necesidades humanas ni animales. Su única necesidad es servir a quien le esclaviza y le enajena. El hombre necesita lo justo, y aún menos, para subsistir y seguir trabajando. En esta relación, en el capitalista se produce inmoralidad, deformación y embrutecimiento. En todo ve la mercancía. El mundo avanzaba (y avanza) en su deshumanización e indolencia. En otros términos, el trabajo existe porque existe el capital. Este capital tiene que crecer día a día. Para esto el obrero realiza un trabajo que no es libre. Este capital puede aumentarse en base a ciertas triquiñuelas que los capitalistas consideran honestas. La mercancía que producen la venden con un precio de mercado que es superior al precio natural. Todo esto gracias al secreto comercial, al secreto de fábrica y la actividad monopólica. Marx se hace la pregunta ¿No es inmoral el engaño mediante el secreto? Esto conlleva a una competencia centrada totalmente en la concentración del capital. Esta competencia se da bajo los términos del empeoramiento general de las mercancías, la falsificación, la adulteración y el envenenamiento general. En síntesis, la explotación del hombre por el hombre conduce a un fin: la tenencia del dinero en las manos del oligarca. Todo esto lleva a un producto: la propiedad privada. Lo raro es que el obrero no hace nada al ver que el oligarca se adueña de lo que no le pertenece. Engels compara a Smith con Lutero al decir que el monje alemán decía que la esencia del hombre es la religión, por tanto, la enajenación. En Smith la esencia del hombre es la propiedad privada. El triunfo de la propiedad privada es la dominación plena, en otras palabras, la enajenación.

Marx muestra, a su vez, la lucha desatada entre el capitalista y el terrateniente. El terrateniente es derrotado completamente ante su enemigo el capitalista. La tierra, al ser independiente del hombre, ya no es considerada como capital. En este sentido el latifundista es un gran perdedor ya que paga impuestos de tierras improductivas sin el ejercicio del capital. El triunfo del dinero se consolida con el surgimiento de la propiedad privada. El goce del capitalista, es a su vez, la enajenación del terrateniente y la del obrero (Huidobro en Chile habla de los terratenientes con apellidos vinosos contrapuesta con la oligarquía de los apellidos bancosos. La última es maldita porque es traidora y vende patria –tomado del poema Balance Patriótico-).

Marx dedica un espacio para hablar de lo que él considera una pseudociencia: la Economía Política. Partamos diciendo que la economía política es la ciencia de la renuncia, de la privación y del ahorro. La moral de la Economía Política está en el lucro, en el trabajo y en el ahorro, los cuales, por tanto, son vistos como virtudes de la buena convivencia. Esto es imposible en el hombre enajenado, ya que, él no es, por tanto no posee virtud alguna. La base de esta pseudociencia es la enajenación.

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