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Nacimiento De La Epistemologia


Enviado por   •  6 de Septiembre de 2013  •  1.849 Palabras (8 Páginas)  •  382 Visitas

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Es bien concocido el hecho de que la Epistemología aparece como disciplina filosófica a principios del siglo XX, básicamente entre los integrantes del círculo de Viena y que, incluso, ha amenazado con convertirse en la única actividad filosófica con sentido y utilidad, echando en el olvido, como quería Comte, toda pretensión metafísica de ir más allá de los fenómenos (hechos) y de las ciencias que de ellos se ocupan.

Sin embargo, este estado actual de cosas, a saber, la necesidad de la ciencia contemporánea de revisarse a sí misma, reconoce un origen que coincide con el nacimiento de la ciencia moderna-especialmente la Física-que se remonta a los siglos XVI y XVII. Trazaremos un breve esquema en el que intentaremos mostrar cuatro puntos de inflexión que marcan hitos en la historia de la ciencia occidental. Como todo esquema, falsea los hechos al presentar una versión resumida y simplificada de ellos, aún cuando al menos permite una visión sinóptica y escolar de los mismos.

Es a Descartes, filósofo y científico a un tiempo, a quien corresponde el honor de inaugurar filosóficamente la Modernidad. Descartes busca una verdad, una evidencia que resista toda duda posible y que le permita construir sobre ella el edificio de la ciencia. Tal cimiento firme lo encuentra en la certeza en la propia existencia. Forzando la duda hasta la hipérbole, puedo dudar de la realidad del mundo físico y aún de la verdad de las matemáticas. Pero no puedo dudar de mi propia existencia en tanto estoy pensando y dudando. "Cogito ergo sum", pienso, por tanto existo, he allí un conocimiento indubitable. Pero la duda ha arrasado con todo, sólo ha resistido esta certeza en mi propia existencia. ¡Cómo hago para ir más allá de mi mismo y conocer la Naturaleza o a mis semejantes? Es cierto que tengo representaciones del mundo físico, pero la duda ha hecho que vacile en cuanto a su veracidad. Dios aparece como Aquel capaz de garantizar la veracidad de mis representaciones del mundo sensible. Dios es el garante de que mis representaciones de las cosas y las cosas mismas son congruentes y concuerdan entre sí. De allí que mi conocimiento, tanto vulgar cuanto científico, de la realidad se remite a la veracidad divina. Se ve claramente cómo la nueva ciencia física encuentra en un objeto metafísico (y religioso) su fundamento (Gnund). Un poco antes que Descartes, Galileo imaginaba descifrar pensamientos de Dios al establecer una ley física. Para él, la ciencia no hace más que reproducir el plan divino para la Creación. A fines del siglo XVII y comienzos del XVIII, Leibniz aún buscaba un fundamento metafísico para la ciencia newtoniana, que amenazaba ya desligarse de las cuestiones ontológicas bajo la influencia del empirismo. Las mónadas y la armonía preestablecida por Dios entre ellas es lo que subyace a este fenómeno "bien fundado" que describe Newton. La pregunta por qué hay detrás de los fenómenos (o representaciones, aquí casi sinónimos) es lo que urge responder e invariablemente Dios ocupa un lugar preeminente en todos estos sistemas filosóficos que se construyen a lo largo de los siglos XVII y XVIII (cfr. Malebranche, Spinoza, etc.).

El segundo momento se da con Kant, quien opera la separación entre Metafísica y ciencia de la Naturaleza. Para Kant, la Metafísica todavía no ha logrado constituirse en ciencia, mientras que la ciencia de la Naturaleza ha progresado notablemente. Es capital la distinción que hace entre pensar y conocer: puedo pensar en los objetos metafísicos (Dios, el alma, el mundo, etc.) pero no puedo conocerlos pues, dada su infinitud o inmaterialidad, carezco de datos sensibles de ellos.

Conocer en sentido fuerte, en cambio, es conocer la naturaleza. Kant, no obstante, reserva a la Metafísica un lugar: por el hecho (factum) de que existe la moral y reputo a unas acciones como buenas y a otras como malas, me conozco como un ser libre y capaz de elección y no como un mero ser natural sometido a la causalidad mecánica. La moralidad nos indica que hay algo más allá de la Naturaleza y permite un cierto acceso a los objetos metafísicos. Pero no obtendremos de ellos un conocimiento científico sino una fe racional en la existencia de Dios, la inmortalidad del alma, etc.. Así pues, convenientemente expurgada y sometida a crítica, la Metafísica se sostiene como una

ciencia separada e independiente de la triunfante Ciencia de la Naturaleza.

El tercer momento se cumple con Augusto Comte. La explicación de la realidad apelando a entidades metafísicas pertenece a un pasado ya superado. La humanidad ha ingresado definitivamente en una etapa positiva en la que únicamente hay lugar para la ciencia y sus cultores.

Es necesario y urgente renunciar a toda suerte de metafísica pues la experiencia es ahora el criterio único de verdad (herencia del empirismo). La ciencia se ocupará exclusivamente de hechos positivos, tal como éstos se dan en la observación y el experimento, refrenando la arbitrariedad de la fantasía que tiende siempre a elucubrar interpretaciones metaempíricas de la realidad. La filosofía queda reducida a compiladora de las ciencias particulares, ayudando a fijar sus relaciones e interdependencia. Así como en el Medioevo la filosofía era cencilla theologiae (sirvienta de la teología), ahora io es de la ciencia y su misión es reconstruir en su nombre la unidad espiritual que la Teología había logrado otrora.

La sociedad humana, por otra parte, integra la realidad natural y es menester encontrar en la maraña de hechos sociales las leyes que los presiden. Nacen las ciencias sociales, verdaderas continuadoras de investigaciones en campos que hasta entonces habían pertenecido a la filosofía.

El otro gran cambio que introduce

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