Nietzsche

LA CORRUPCIÓN MATA

Miraba al conductor del bus donde ardieron 32 niños, camino de prisión, y me pareció injusto que solo pagaran él y el pastor por esas muertes terribles. A esos niños los mataron los corruptos: políticos, funcionarios públicos y sus contratistas amigos que se han robado miserablemente la plata de la Costa durante décadas. Deberían ir esposados en la misma fila. Son los verdaderos responsables de la tragedia.

Y aún tienen el descaro de echar la culpa a los papás de las víctimas.

¿Saben por qué mandaron sus niños en un bus viejo? Sencillo. El chofer cobró veinte mil pesos y el alquiler del vehículo costó ochenta mil. No pueden costear algo mejor y ni siquiera se lo plantean. ¿Y por qué no los acompañaban? Unos andaban en el rebusque; otras, en las labores domésticas que dejan para los domingos, y porque están habituados a ir cuatro en una moto, 20 en un bote de 10, 50 en un vehículo para 30. Cuando uno va en transporte público de este país, asume que es ganado y no espera que nadie tome medidas para remediarlo. Los presidentes de Colombia, sus familias y amigos íntimos no saben lo que es viajar en flota ni se preocupan por las condiciones de ese servicio.

Tampoco conocen lo que es un barrio sin ocio. Ni domingos sin saber qué hacer con los niños.

Ese pastor, al que ahora linchan desde las oficinas bogotanas de alfombras mullidas, al menos les brindaba unas horas de entretenimiento. Los hacía felices y les enseñaba valores y compañerismo. De regreso, a los pequeños les parecía normal viajar apretaditos. Así viven, así duermen, así estudian muchos. Hacinados.

¿Que el conductor no tenía pase? ¿Acaso los estratos altos de este país sacaron el pase examinándose? La mayoría lo compró sin conocer siquiera las señales.

¿Que no tenía la revisión técnico-mecánica? Ese trámite es un engaño, un robo. Si lo hicieran a conciencia, no veríamos tantas cafeteras rodantes. Y se puede eludir pagando una coima.

A esos niños, no nos digamos mentiras, los mató la corrupción, verdadero freno al progreso y al Estado de Derecho. Corrupción que quedará viva y coleando después de las elecciones salvo que no ganen los mismos de siempre. Porque en Colombia se perdona el robo del erario, tanto del que da como del que recibe. ¿Cuántas veces el ciudadano no compra policías de Tránsito? ¿Cuántas veces desde Casa Nariño no reparten ‘mermelada’ para que se la roben a gusto? Lo dejó nítido el domingo pasado Rudolf Hommes en su columna: “Están atribuyéndole al Gobierno la culpa de los problemas que son endémicos. Hay corrupción, pero no más que en el gobierno anterior. La salud va mal, pero ya venía así”. Es decir, vote gobierno, actual o pasado, y mantenga el régimen establecido que beneficia a unos pocos, así nos devore la miércoles. ¿Los votantes? De tontos útiles.

NOTA: A propósito de lo mismo. Edgardo

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