Origen y metamorfosis de los complejos

Origen y metamorfosis de los complejos

El psicoanálisis, por la misma acumulación de investigaciones clínicas

y terapias, aporto la prueba de que el origen de todos los complejos se halla en la historia individual. No obstante, ha de entenderse por ello que no se trata de la historia del sujeto al modo que podrían narrarla unos testigos (los padres, por ejemplo), sino acontecimientos del pasado tal como fueron vivos por el Yo con sus propios medios, y en el estado de ánimo general en que se encontraba en las épocas consideradas. Se trata, pues, de una realidad psíquica y no de una realidad historia material propiamente dicha.

Experiencias Notables

La “sensibilización” de un sujeto humano a semejante situación, a

semejante orden de acontecimientos o a tal tipo de relaciones interhumanas, es el resultado del hallazgo de estos antecedentes en el pasado, con el significado que los mismos han adoptado para el sujeto en aquel instante (y la importancia que ellos tuvieron) de su existencia.

Las emociones experimentadas en esta coyuntura, los comportamientos reacciónales, las percepciones del momento con su secuela de interpretaciones y de imágenes, los elementos situacionales del contexto de esta ocasión, se aglomeran, se fijan y se entroncan a la situación en cuestión, a sus elementos, a sus señales o a su género, a su configuración general.

Para mayor claridad, conviene situar los complejos en el sentido estricto sobe un vasto continuo que va del condicionamiento a la psicosis, continuo que, desde el punto de vista propiamente psicológico, podría representar los grados de gravedad del complejo adquirido.

Los condicionamientos puros y simples

Por ejemplo, un niño que, según una técnica moderna de educación

física, haya sido lanzado brutalmente al agua con la finalidad de aprender a nadar, sin otro resultado que pasar el gran susto y correr el peligro de ahogarse, rehusara a perpetuidad tomar cualquier clase de baño. Aquella otra persona que estuvo en cierta ocasión en un tris de morir, motivado por una intoxicación por haber ingerido ostras contaminadas, se negara a comer en lo sucesivo cualquier clase de marisco, et.

Los trastornos psicomotores crónicos

Por ejemplo, un muchacho que ha experimentado una gran inhibición

miedosa en sus relaciones con su padre, o que fue despiadadamente escarnecido por dificultades corrientes de pronunciación, conservara un tartamudeo.

Trastornos en la formación del carácter

Por ejemplo, el hecho de haber recibido en la infancia mensajes

contradictorios por parte de personas del entorno inmediato fenómeno de doublé bien, autorizando uno lo que otro desaprueba, castigando uno lo que otro aprueba, produce, ya sea una desorientación crónica en el dominio de los hitos indispensables para la organización del Yo, ya sea una ruina definitiva de los valores y la evolución de un sin dimensiones socio-moral. Un niño que vive en gran simbiosis con padres ansíanos, adquirirá bien pronto una hipermotividad ansiosa.

Las enfermedades del Yo: neurosis y psicosis

En la medida en que se crea en el origen psicológico de las

enfermedades mentales, se admite que las experiencias infantiles desequilibrantes pueden inducir, a distancia variable durante el tiempo del crecimiento psíquico, trastornos graves. Incluso si se considera, además, que hace falta una predisposición hereditaria o una fragilidad neurofisiológica constitucional, las causas propicias son psicológicas.

Los complejos en el sentido riguroso en que los describimos, se sitúan sobre este continuo entre los cuatro puntos de referencia infancia y de la adolescencia. En rigor, podrían llamarse complejos todos los trastornos de estas cuatro categorías de gravedad crecimiento evolucionando el complejo sobre ciertos terrenos, hay dos grandes categorías.

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